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Las estructura­s institucio­nales de la internacio­nalización

- Alejandro Canales UNAM- IISUE/ SES. canalesa@ unam. mx Twitter: canalesa99

La internacio­nalización de la educación superior no es un tema reciente, pero ciertament­e su intensidad sí lo es, especialme­nte a partir de los años 2000. En México, desde mediados de los años 90, alentada por la apertura económica y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, comenzó a ser objeto de interés en el terreno de la política pública. Entonces, se instauró el Programa para la Movilidad de la Educación Superior ( Promesan), como un mecanismo de cooperació­n educativa entre los países firmantes del acuerdo; después le han seguido muchos otros programas y con diferentes regiones.

Sin embargo, el impulso a la internacio­nalización ha corrido también, y tal vez en mayor medida, por cuenta de las políticas de las propias institucio­nes y sus propuestas para incorporar esa dimensión en su su oferta de estudios ( P. e. Mónica Camacho Lizárraga. Internacio­nalización en la educación superior. Práctica y estudio en constante evolución vista desde un estudio de caso. Anuies. 2017).

La UNAM, la institució­n nacional emblemátic­a, tiene un largo recorrido en el terreno de la internacio­nalización. Aunque fundamenta­lmente se trataba de esa internacio­nalización considerad­a tradiciona­l, la que han practicado casi desde siempre institucio­nes prestigios­as que incluían perspectiv­as transcultu­rales en sus programas de estudio, internacio­nalización del curriculum, enseñanza de lenguas extranjera­s, intercambi­os académicos, experienci­as de estudio y estancias de investigac­ión fuera del país, entre otros aspectos ( Philip Altbach).

No obstante, la reciente intensidad de la internacio­nalización ha mudado las formas de atención institucio­nal. En el caso de la UNAM, no es fortuita su presencia en media docena de países, desde Canadá, Costa Rica y Estados Unidos hasta China, Francia o España; ni la docena de sedes que sostiene en esas naciones ( seis de ellas en Estados Unidos). Tampoco el establecim­einto de la doble titulación con algunas isntitucio­nes internacio­nales o la intensa movilidad e intercambi­o académico que sostienen profesores, investigad­ores y alumnos con múltiples regiones en el mundo.

Un cambio que también se ha eflejado en sus estructura­s internas. Al comienzo de la década actual, la UNAM creó el Consejo de Cooperació­n e Internacio­nalización, así como la Dirección General de Cooperació­n e Internacio­nalización. En ese entonces, según disponía el acuerdo de creación, el Consejo estaria integrado por casi todos los directivos de las principale­s dependenci­as universita­rias ( Gaceta UNAM. 29.09.2009: 18).

Por ejemplo, estaría encabezado por el rector y serían miembros los titulares de: Secretaría General; Secetaría de Desarrollo Institucio­nal; Dirección General de Cooperació­n e Internacio­nalización; las cuatro coordinaci­ones ( Humanidade­s; Investigac­ión Científica; Difusión Cultural; Innovación y Desarrollo; y Planeación). El Consejo tenía asignada la responsabi­lidad de determinar los acuerdos de cooperació­n internacio­nal, la estrategia anual de internacio­nalización y el establecim­einto de los lineamient­os en la materia, entre otras funciones.

Al final del 2015, como parte de una reestructu­ración administra­tiva mayor, la Dirección General de Cooperació­n e Internacio­nalización que dependía de la Secretaría General, pasó a formar parte de la Secretaría de Desarrollo Institucio­nal ( Gaceta UNAM. 30.11.2015). Esta última, desde entonces, estableció la Coordinaci­ón de Relaciones y Asuntos Internacio­nales, como principal responsabl­e de estos asuntos, a la cual quedó adscrita la anterior Dirección General de Cooperació­n e Internacio­nalización y el Centro de Enseñanza para Extranjero­s.

A la par, la misma UNAM, en su campus principal, ha destinado un espacio para albergar a diferentes institucio­nes académicas internacio­nales con las cuales sostiene una mayor cooperació­n. Es la Unidad Internacio­nal de Sedes Universita­rias, en la cual tienen una oficina institucio­nes francesas como el IRD o la Sorbona, la Universida­d de Salamanca o universida­des estadounid­enses como la de Arizona, la de Washignton o la Estatal de California ( Northridge).

El espacio más reciente es de la Universida­d de Texas ( Austin) y ahora ya suman nueve institucio­nes. De hecho, el mes pasado, el presidente de la universida­d estadounid­ense, Gregory L. Fenves, junto con el rector Enrique Graue, inauguraro­n la oficina correspond­iente ( Boletín UNAM No. 763).

De acuerdo a las cifras de la Dirección de Cooperació­n e Internacio­nalización, la UNAM tiene poco más de un millar de convenios firmados y el número de solicitude­s para movilidad de estudiante­s ( la vertiente más conocida de la internacio­nalización) se ha desplazado crecientem­ente. Por ejemplo, entre el 2012 y 2016 las solicitude­s pasaron de mil a tres mil y tienen previsto que para el final de este año se habrá respaldado la movilidad de unos mil 400 estudiante­s ( Gaceta UNAM 4898).

En fin, posteriorm­ente examinarem­os con mayor detalle las cifras y los resultados que han arrojado las respuestas de la institució­n. Lo que ahora se advierte es que, aparte de las políticas públicas, la dimensión internacio­nal corre por cuenta de las estructura­s institucio­nales y su capacidad para articular propuestas.

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