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Los orígenes

- Carlos Pallán Figueroa ex secretario general ejecutivo de la anuies capafi 2@ hotmail. com

El artículo de dos semanas atrás, relativo a la quiebra técnica de siete universida­des públicas (“Universida­des al borde”, 7 de diciembre), culminaba con la afi rmación relativa a que la SEP, fi nalmente, no las había apoyado en su difícil situación, argumentan­do “razones evidentes”. Ahí también se aseguraba que en la siguiente entrega se ampliaría el tema. Como no lo hice, ya que sobrevino el nombramien­to del nuevo titular de la SEP, algunos de mis dilectos lectores me llamaron a cuentas, emplazándo­me a cumplir, aunque sea tardíament­e, con aquel ofrecimien­to. Cosa que hago ahora.

Tanto el subsecreta­rio del ramo, Salvador Jara, como el director de educación superior, Salvador Malo, comunicaro­n la imposibili­dad de que la SEP aliviase la difícil situación que para cerrar el año confrontan dichas casas de estudio. Desde inicios de este 2017, la dependenci­a había sostenido reuniones con dichas institucio­nes a fi n de que, en un esquema de compromiso­s recíprocos, pudiesen encontrar un camino para la delicada situación en que se encuentran. El Dr. Malo fundamentó la negativa en función de que los sismos y huracanes han obligado al gobierno federal y a la SEP a revisar su capacidad fi nanciera y a redefi - nir sus prioridade­s de gasto ( El Sur, Cuernavaca, 23 de octubre). Por su parte, el Dr. Jara fue más directo, declarando lo siguiente: a) la SEP no cuenta con recursos disponible­s para lo solicitado; b) un buen número de IES no han tomado medidas apropiadas para hacer frente a la situación; c) “ellas conocen muy bien cuáles son sus fuentes del défi cit y qué tipo de acciones deben llevar a cabo para que la crisis no crezca” ( T. Moreno, El Universal, 22 de noviembre). Pero además, con cierta molestia, remata aquellas razones: “… cuando se da el dinero, la mayoría de las universida­des no han hecho nada”, refi riéndose a los programas de atención a “problemas estructura­les”, destinados a abatir pasivos.

La negativa de las autoridade­s de la SEP tiene además un fundamento histórico. Desde 1994, ante problemas de fi nanciamien­to originados con el gobierno federal, por parte de las Upes ( incumplimi­ento en pagos de ISR, seguro social, ISSSTE y otros), mismos que se habían incrementa­do notablemen­te, volviendo la deuda impagable, la ANUIES consiguió que el secretario de la SEP ( José Angel Pescador) y el de la SHCP ( Pedro Aspe), después de un estudio exhaustivo, decidieran una quita total a dicha deuda, una especie de “borrón y cuenta nueva”. La decisión fue muy relevante, tal monto equivalía a varias veces el subsidio federal a las Upes, pero también la decisión implicaba un compromiso de nunca más incurrir en mora por esos conceptos

Ocho años después se empezó a presentar el mismo fenómeno de adeudos, aunque ahora por otras razones o causas, sin que se eliminasen del todo algunas de las ya existentes. Entre las primeras destacan aquellas que se habían acumulado en los 20 años previos: a) contrataci­ón de personal sin sustento fi nanciero autorizado; b) otorgamien­to de prestacion­es no reconocida­s al personal, entre ellas, aguinaldos, pensiones con un régimen muy generoso, primas de antigüedad pródigas; c) pago a jubilados con base a nóminas de personal en activo. Ese tipo de causas, como se dijo hace dos semanas, han generado ya un pasivo de 358 mil millones de pesos ( cantidad que representa casi tres veces el subsidio federal que se otorgará al total de Upes el próximo año), dando lugar a difi cultades muy severas para cerrar el año en siete de las 24 universida­des que se encuentran en esa situación. Ante la adversidad o lo inevitable, varias de ellas han hecho virtud de la necesidad. Han conseguido que los gobiernos estatales las saquen del apuro, aunque sólo sea para cerrar el año. Un caso notable es el de la Universida­d Autónoma de Nayarit, institució­n cuyo mantenimie­nto por parte del gobierno de la entidad federativa se reduce al siete por ciento de su presupuest­o de egresos. La ‘ solución’ es, como en otras Upes, adelantarl­e varios meses del subsidio de 2018, remedio que solo tornará más intenso el problema el próximo año.

La situación es muy delicada. Ante lo expresado por los funcionari­os de la SEP, pareciera que, independie­ntemente de las razones y responsabi­lidades implicadas, el primer paso lo deben dar las universida­des que están en esa circunstan­cia, tal como lo ha hecho, hace dos semanas, la Universida­d de Guanajuato que ha logrado fi rmar con sus dos sindicatos un nuevo régimen en materia de jubilacion­es y pensiones, mismo que le permitirá fortalecer su rumbo institucio­nal.

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