TIEMPO DE REDIRECCIONAR EL POSGRADO EN MÉXICO
En un mundo cada vez más competitivo se debe avanzar hacia un modelo más cercano a las necesidades de la sociedad
El posgrado en México requiere una transformación que impulse la innovación tecnológica y el desarrollo profesional de los cientos de estudiantes que se encuentran en este nivel educativo.
Es momento, dicen, los expertos de avanzar hacia un modelo más flexible, más integral, pero sobre todo, más cercano a las necesidades de la sociedad.
Como lo han venido plateando en los últimos años las universidades públicas del país, la matrícula del posgrado debe responder a la eficacia y la puesta en marcha de soluciones a la realidad social, sin desprender lo académico de cada entorno.
El Programa Nacional de Posgrados de Calidad ( PNPC) a cargo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología ( Conacyt) ha llegado a su límite y requiere profundizar e implementar nuevas estrategias para no estancar los avances que se han logrado en este nivel educativo.
La calidad de la investigación que se realiza en el país depende de ello, y si bien no son muchos los que optan por continuar sus estudios a este nivel, las decisiones que se tomen en torno al posgrado inciden en el mejoramiento de la calidad de vida y en la sociedad del conocimiento.
En ese sentido, la propuesta de crear una instancia que dé seguimiento puntual a los resultados de las políticas y programas destinados a elevar la calidad de los posgrados en el país.
Además, una reorientación del modelo actual del posgrado permitiría también incrementar el número de investigadores en México, un asunto en el que se ha quedado a deber y no ha alcanzado los parámetros internacionales mínimos.
Dentro de este modelo de impulsar la ciencia, la tecnología y la innovación, los estudios de posgrado deben marcar la pauta y delinear la agenda de investigación en el país.
Un crecimiento que en las cifras habla del impulso que requiere, ya que mientras en los años 90 solamente existían 414 programas de posgrado inscritos en el PNPC, estos ya suman más de 2 mil 159.
Por eso las universidades e instituciones de educación superior, argumentan los expertos, tienen la obligación de perfeccionar sus programas de posgrado y fortalecer, sin excusa y sin retraso, la formación de los mismos.
Un nuevo impulso
De acuerdo con Luis Ponce Ramírez, Director General del Programa Nacional de Posgrados de Calidad ( PNPC), el nuevo modelo a implementar, además de avanzar en la pertinencia de los programas, se está construyendo mediante una consulta con varios grupos de enfoque y especialistas para contar con un esquema de vinculación más decisivo en las universidades y en los distintos sectores de la sociedad.
El llamado modelo versión 7, explica, busca que esta cooperación estrecha y eficaz y esta vinculación se oriente hacia la innovación y transferencia de conocimientos.
En ese sentido, señala, es urgente que la academia se adapte al carácter multidisciplinario que exige la resolución problemáticas; es decir diversificar la oferta y hacer a un lado los esquemas rígidos de antes.
Y es que, dice, el mayor porcentaje de estudiantes de posgrado inscritos al PNPC se enfocan a la generación del conocimiento, mientras que un porcentaje menor realiza trabajos de aplicación.
Por eso, “se deben vincular los posgrados con los diversos sectores para que se realice investigación directamente con los niveles productivos, gubernamentales y sociales”, comenta.
Para Ponce Ramírez, se deben tomar en cuenta, las grandes tendencias sobre la globalización para determinar cuáles actividades de investigación deben priorizarse en el nuevo modelo.
Además, se debe partir de la integración de capacidades entre las distintas áreas del conocimiento, el avance tecnológico y los avances de las tecnologías de información, así como “una cooperación internacional para crear alianzas entre países para emprender proyectos de investigación, desarrollo e innovación”.
En ese sentido, los retos actuales que deben enfrentar las universidades en el país pasan por asegurare, en principio, la pertinencia en cada uno de los programas de posgrado ofertados.
Asimismo, las instituciones de educación superior deben fomentar el desarrollo de proyectos en conjunto con los sectores de la sociedad, así como profundizar en las necesidades del entorno para responder cabalmente con soluciones oportunas.
Y es que si bien es cierto que el PNPC ha sido un programa que ha tenido resultados exitosos ya que se ha incrementado el número y la calidad de los posgrados en México, pero es tiempo de potenciar sus resultados.
De los 27 mil 66 miembros del Sistema Nacional de Investigadores ( SNI), el 38.1 por ciento pertenece a las ciencias aplicadas, el 31.3 por ciento a ciencias básicas y el 30.6 por ciento al área de humanidades y ciencias sociales.
Además, de los 2 mil 159 planes de estudio que forman parte del PNPC, 49.2 por ciento corresponden a ciencias aplicadas, 35.5 por ciento a ciencias sociales y humanidades y el 15.2 por ciento a ciencias básicas.
Un crecimiento, detalla Ponce Ramírez, en el que han tenido que ver de forma muy decisiva los grupos de investigación que se han fortalecido en el país.
Incluso, el país después de China, es el que más ha creado programas de doctorado en los últimos años, “lo que representa un hecho importante que impulsa la construcción de una sociedad del conocimiento y que demanda mayores esfuerzos”.
Por eso, apunta, Francisco Avelar González, rector de la Universidad Autónoma de Aguascalientes ( UAA), el fortalecimiento de la oferta y calidad de los programas de estudios de posgrado es uno de los compromisos que deben asumir las instituciones de educación superior.
Esto, para apoyar el surgimiento de nuevas capacidades científicas, tecnológicas y de innovación y con ello, responder a las tendencias globales en este ámbito.
Una labor que se ha facilitado porque, detalla, “desde hace años se han identificado algunas áreas de oportunidad en el panorama del posgrado en el país”.
Y en ese esquema, dice, el PNCP ha sido uno de los programas más exitosos en nuestro país gracias a su continuidad y a la construcción de un diálogo constante entre las universidades de México.
“Por eso ahora, las instituciones deben continuar apegándose a las nuevas disposiciones de este modelo que buscan fortalecer la formación de nuevos científicos de todas las disciplinas del conocimiento”.
Fortalecer el enfoque
En ese orden de cambios que se vislumbran y ya se trabajan en los últimos meses, Catalina Morfín López, Directora General del Consejo Mexicano de Estudios de Posgrado, es también fundamental la asignación de mayores recursos para fortalecer los estudios a este nivel.
Porque una de las prioridades, apunta, es la necesidad impostergable de invertir en ciencia y tecnología de manera más decidida y con visión estratégica con el fin de contribuir a la solución de problemáticas emergentes.
Esto permitirá coadyuvar a que México dé un salto cualitativo que le permita crecer y desarrollarse a la altura de los retos que presenta el país. Un camino que debe ser apoyado en todo momento.
Morfín López plantea que se promueva a través del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología ( Conacyt) y la Secretaría de Educación Pública, el financiamiento de los programas de posgrado y su vinculación con sectores estratégicos para el desarrollo nacional en base a modelos regionales de educación.
Para ello, explica, se debe mejorar la normativa de fomen-
to a los posgrados, con énfasis en el aumento del financiamiento de los programas, la rendición de cuentas y la transparencia en la ejecución de los programas y proyectos.
Además, entre los cambios que se trabajen, se debe considerar la implementación de políticas de estímulo fiscal para el sector empresarial que incorpore a los egresados a sus instituciones y los apoye con su formación académica.
Y sin duda, una de las instancias que deben ser consideradas, es la creación del Observatorio Nacional del Posgrado, “el cual permitiría establecer un monitoreo permanente a los fundamentos de las nuevas políticas y estrategias del sector público a nivel regional y nacional”.
De esta manera, subraya la Directora General del Consejo Mexicano de Estudios de Posgrado, será posible vincular a los posgrados con los diferentes actores sociales y económicos.
Sin olvidar, asegura, el impulso a la movilidad nacional e internacional, “evaluaciones claras y rigurosas de los programas de posgrado, aumento a la cobertura de la oferta de posgrados de alta calidad y el impulso a la conformación de un Sistema Nacional de Posgrado”.
Porque a final de cuentas, asegura, las universidades siguen siendo objeto de confianza por parte de la población.
“Por eso existe un compromiso desde las instituciones de educación superior para hacer del posgrado un impulsor del desarrollo humano y de ambientes sustentables, al tiempo que se vinculan sus programas con los procesos globales del conocimiento”, argumenta.
En ese sentido, las universidades públicas en México, distribuidas en todas las entidades del país, afirma Medardo Serna González, rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo ( UMSNH), tienen la capacidad de generación de conocimiento a través de las nuevas tecnologías.
Por eso, el fortalecimiento de estudios de posgrado es uno de los retos más importantes para la educación superior y el desarrollo tecnológico del país.
Además, dice, se debe impulsar la evaluación continua de los programas de posgrado en México para lograr su internacionalización.
“Las instituciones de educación superior nacionales han sabido trabajar en un proyecto común en torno al fortalecimiento de los estudios de posgrado con una visión de futuro para aminorar el déficit en el país de investigadores que hoy se calcula en 70 mil”, asegura.
En ese entorno, los estudios de posgrado son un semillero de bienes que necesita la sociedad mexicana para lograr su desarrollo.
“Ahí se forman los líderes sociales que harán la diferencia, tomarán las decisiones innovadoras para avanzar hacia una sociedad con mejores niveles de vida”, apunta.
Y es que, dice el rector de la UMSNH, es necesario que desde las universidades se preparen nuevas generaciones de investigadores y tecnólogos que puedan construir proyectos de sociedades con mayores niveles de paz y sustentabilidad.
“Este aspecto debe ser entendido por las autoridades gubernamentales, que no han sido coherentes con los presupuestos que designan para la educación y la investigación”, advierte.