Milenio - Campus

El estallido/ III

- Carlos Pallán Figueroa Ex secretario general ejecutivo de la Anuies capafi 2@ hotmail. com

El crecimient­o de matrículas en las pocas universida­des existentes, a partir de 1870, refl ejo del nuevo ciclo de prosperida­d en que estaba el país, trajo la expedición de la llamada Ley Avellaneda en 1885. Con ella se regulaba a las casas de estudio que tenían el carácter de nacionales. La disposició­n, que fundamenta­lmente fi jaba las bases a que debían ajustarse aquellas en su régimen administra­tivo, dejaba un cierto margen para que las demás cuestiones — lo académico y el gobierno, entre otras— fuesen resueltas internamen­te. Esto fue aprovechad­o por la Universida­d de Buenos Aires ( UBA) y la Universida­d de la Plata ( ULP), mismas que realizaron pequeños pero signifi cativos cambios en aquellos temas. No así en la Universida­d de Córdoba ( UC) cuya estructura conservado­ra, provenient­e de un pasado clerical, no se modifi có un ápice. Si en la parte académica el evolucioni­smo y Darwin estaban proscritos, el lector podrá imaginar lo que sucedía en los otros espacios de la vida universita­ria.

No obstante, aquellos “pequeños cambios” en la UBA y la ULP produjeron una diferencia patente respecto a la UC y ésta no pasó inadvertid­a para sus estudiante­s, por lo menos para aquellos que simpatizab­an con las ideas modernizad­oras de la Unión Cívica Radical. Este partido había llevado a la Presidenci­a de la República a Hipólito Irigoyen en los primeros comicios de votación universal en el país. Ambos acontecimi­entos fueron un caldo de cultivo para el Movimiento de Córdoba que estalla en marzo de 1918.

Desde el año anterior, y motivados segurament­e por aquellas comparacio­nes, grupos estudianti­les habían empezado a plantear la modificaci­ón de la UC en varios aspectos. Estos se resumen en dos: la autoridad y los programas de estudios. En cuanto a la primera, se cuestiona la legitimida­d del rector y de los decanos ( directores de las tres facultades existentes), así como los anticuados reglamento­s internos influidos por estas autoridade­s, quienes constituía­n la parte dominante del Consejo Superior de la Universida­d. Por lo que toca a lo segundo, el reclamo se centraba en la necesidad de modificar, actualizán­dolos, los planes y programas de estudios. Esas peticiones fueron sistemátic­amente rechazadas por las autoridade­s. Con ello, se fue acrecentan­do la percepción de que nada cambiaría en la UC si no se modificaba, a su vez, la estructura de la autoridad.

En diciembre de 1917, como ya se expuso en el capítulo II, se presenta la oportunida­d. El Consejo Superior suprime el internado en el Hospital de Clínicas, fundamenta­ndo su decisión en razones de “economía y moralidad”. El Centro de Estudiante­s de Medicina protesta por la medida y, aunque se estaba ya de vacaciones, se tenía la expectativ­a de que la autoridad recapacita­ra. En lugar de ello, ésta decide, a través del Consejo Superior “no tomar en cuenta ninguna solicitud estudianti­l”.

Ante tales hechos, y todavía en vacaciones, el confl icto se escala rápidament­e:

• El 10 de marzo se realiza la primera manifestac­ión de protesta. Los estudiante­s de derecho ser adhieren a la causa de los de medicina por lo sucedido con el internado.

• Se constituye el Comité Pro- reforma, integrado por alumnos de las tres facultades, con causas que trasciende­n la original de medicina, adentrándo­se en las de reforma universita­ria.

• El 14 de marzo el Comité publica dos documentos. El primero de ellos contiene una crítica severa a las autoridade­s universita­rias: a) se les llama “falsos apóstoles” que han desprestig­iado a la UC; b) las califi ca de ineptas y enemigas de la cultura y el progreso; c) las denuncia por la inmoralida­d de sus procedimie­ntos utilizados.

El segundo documento contiene la convocator­ia a una huelga para el primero de abril, día de la apertura ofi cial del año escolar. Tal llamamient­o se justifi caba en función de haber tenido solo el silencio como una respuesta a sus peticiones y, en razón de ello se afi rmaba que, “se han agotado las vías pacífi cas y conciliato­rias… para obtener la sanción de las reformas solicitada­s por los diversos centros universita­rios”.

Con todo esto, la huelga general era ya un hecho.

Nota: Este texto se ha basado en: J. C. Portantier­o ( Estudiante­s y política en América Latina), A. Solari (“Los movimiento­s estudianti­les universita­rios en América Latina”), y M. E. Rodríguez (“La reforma universita­ria de Córdobaen 1918”).

 ??  ?? EL 10 DE MARZO se realiza la primera manifestac­ión de protesta
EL 10 DE MARZO se realiza la primera manifestac­ión de protesta
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico