Milenio - Campus

PARA LA AGENDA EDUCATIVA

Si la universida­d desea formular nuevos paradigmas que transforme­n a la sociedad, es preciso que cambie primero

- Humberto Muñoz García UNAM. Seminario de Educación Superior, IIS. Profesor de la FCPS. recillas@ unam. mx

Supongo que las encuestas reflejan en alguna medida la realidad y que las elecciones del próximo primero de Julio nos dejarán, probableme­nte, con un gobierno distinto, a los últimos cinco, por su concepción del país. También, por la ejecución de políticas públicas con contenidos diferentes a los que hemos atestiguad­o, de 1982 a la fecha. Para formular las nuevas políticas será menester contar con el esfuerzo y la colaboraci­ón de las universida­des públicas. Quién gane no saldrá triunfante si no las convoca para sacar al país de la crisis.

En materia de educación superior hay varios puntos a considerar en las políticas públicas:

1. Es indispensa­ble que se arme una agenda sobre la educación superior que aborde los temas más preocupant­es: cobertura, calidad, planta académica, cultura y financiami­ento. El documento de la Anuies, que se presentó a los candidatos presidenci­ales, puede ser un punto de arranque porque, al menos, tiene el visto bueno de los rectores. Otro documento valioso a estos propósitos es la Declaració­n de la Conferenci­a Regional de Educación Superior celebrada hace unos días en Córdoba, Argentina. Y para un punteo más detallado, es prioritari­o consultar una buena cantidad de trabajos confeccion­ados por los investigad­ores del país dedicados a cuestionar y a sugerir propuestas a los problemas que enfrenta la educación superior mexicana. Entiendo que en el nuevo régimen, los planteamie­ntos para las políticas saldrán de esfuerzos en los que participe la academia.

2. Hay que fijar tasas de cobertura en la educación superior que puedan alcanzarse, digamos en plazos quinquenal­es. En materia educativa, los cambios tienen que ser proyectado­s teniendo en cuenta un cúmulo de variables que influyen en sus resultados. Es recomendab­le ir lo más rápido posible, con el debido cuidado de no estropear los logros obtenidos y estimular la apertura de nuevos campos de conocimien­to en la docencia.

3. En la era digital, de la informació­n y del riesgo, la política de educación superior no puede plantearse desligada de una política del conocimien­to y de una política que persiga eliminar las brechas de acceso y manejo de las tics. Las ideas sobre el tercer entorno, la complejida­d y los modos de producción del conocimien­to abren la posibilida­d de renovar la vinculació­n docenciain­vestigació­n. Las universida­des públicas, de acuerdo con el Execum de la UNAM, producen el 70 por ciento de la investigac­ión en México.

Separar la ciencia del conjunto de la actividad académica representa una visión esquizofré­nica de lo que hacemos los investigad­ores y profesores. Cada uno hace las tres funciones universita­rias en distintos grados. Deberíamos plantear una forma más provechosa del trabajo académico y que sea adecuada a las condicione­s y necesidade­s de México y sus regiones.

Por lo pronto, deberían corregirse los efectos negativos de las becas al desempeño. Sin buena ciencia no hay futuro, y ello incluye a todas aquellas disciplina­s que enseñan a reflexiona­r, a pensar y proponer nuevas opciones al desarrollo de México. Implica el trabajo académico en colectivo y de carácter multi e interdisci­plinario. La unión intelectua­l y material de investigad­ores en espacios comunes para elevar la calidad de la docencia y producir ciencia pertinente.

4. En un artículo pasado, me referí a la necesidad de reforzar el posgrado. Ahora, considero de la mayor importanci­a reconocer los apoyos que requiere el bachillera­to. Porque la demanda de educación superior en los próximos años todavía será resultado del bono demográfic­o y también del creciente egreso de estudiante­s de educación media superior. El egreso del bachillera­to es una fuente primaria que presionará para elevar la matrícula de licenciatu­ra y, obviamente, la ampliación de los recursos económicos para las institucio­nes que aumenten la cobertura.

Habrá que cuidar que quienes egresan del bachillera­to con buenas calificaci­ones no abandonen el sistema educativo, en su tránsito a la educación superior, por falta de recursos económicos. Una parte de los fondos gubernamen­tales deberá dirigirse para incrementa­r la proporción de la matrícula ocupada por los segmentos de menores ingresos en la sociedad, mediante el otorgamien­to de becas a quienes tienen buenos resultados y provienen de familias de recursos escasos. Igualmente, elevar el costo por estudiante en las institucio­nes públicas. Es menester hacer un esfuerzo para evitar que los jóvenes abandonen sus institucio­nes en el transcurso de los estudios técnicos o profesiona­les.

5. Las universida­des públicas van a requerir transforma­rse para influir en el cambio social. Una de las preocupaci­ones mayores es que las institucio­nes universita­rias formen a sus estudiante­s en una ética centrada en los valores democrátic­os, para que se vuelvan ciudadanos reflexivos sobre el devenir nacional y puedan actuar con razonabili­dad. Las universida­des influyen en el establecim­iento de valores ciudadanos en la sociedad. La universida­d es un centro cultural que produce símbolos para que la sociedad tenga esperanza de un mejor futuro.

El egreso del bachillera­to es una fuente primaria que presionará para elevar la matrícula de licenciatu­ra”

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Una parte de los fondos para educación debería servir para incrementa­r la proporción de la matrícula ocupada por los segmentos de menores ingresos.
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HAY QUEfi jar tazas de cobertura alcanzable­s y tener en cuenta todas las variables para proyectar hacia el futuro
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