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EL SNTE Y LA CUARTA ETAPA

¿ Hacia dónde se dirige la organizaci­ón sindical más grande de América Latina?

- BULMARO PACHECO*

La estrella de Carlos Jonguitud Barrios empezó a bri l lar con intensidad cuando llegó en 1971 al Comité Nacional de Vigilancia del SNTE, en la breve gestión de Carlos Olmos Sánchez, y a partir de septiembre de 1972 a la conducción de la corriente mayoritari­a del sindicato, la cual se denominó Vanguardia Revolucion­aria, que se constituyó de manera formal en septiembre de 1974.

En la gestión de Eloy Benavides Salinas ( 1972- 1974) continuó con ese carácter y posteriorm­ente como dirigente sindical formal, mediante el X Congreso Nacional Ordinario de febrero de 1974, en la Secretaría General del CEN del SNTE. De ahí despegó.

Fue director del ISSSTE en los primeros años del gobierno de José López Portillo y después

— sustituido por Carlos Sansores— fue postulado por el PRI al gobierno de San Luis Potosí, donde permaneció de 1979 a 1985 con buenos resultados. Sería electo para el Senado de la República de 1988 a 1994 junto con Antonio Jaimes Aguilar.

Jonguitud conservó el liderazgo del SNTE durante 17 años, hasta el 23 de abril de 1989. Desde esa posición, impulsó las dirigencia­s formales de: Eloy Benavides, José Luis Andrade Ibarra, Ramón Martínez Martín, Alberto Miranda Castro, Antonio Jaimes Aguilar y, brevemente, Refugio Araujo del Ángel ( del 13 de febrero al 23 de abril de 1989). A Jonguitud, que había llegado al control del sindicato a la caída de Jesús Robles Martínez y su grupo, le tocaría la gestación de la CNTE en Chiapas, en 1979.

De crisis en crisis

Cabe mencionar que de 1949 a 1972 el liderazgo en el SNTE lo tuvo el Politécnic­o Jesús Robles Martínez, quien fue secretario general del SNTE de 1949 a 1952. Sería también diputado federal ( 1952), senador ( 1964), Director de Banobras ( 1964) y dirigente nacional de la FSTSE ( 1961).

El liderazgo de Robles Martínez en el SNTE duró 23 años. En ese periodo, fueron dirigentes el mismo Robles Martínez, Manuel Sánchez Vite, Enrique W. Sánchez, Alfonso Lozano Bernal ( Enrique Olivares Santana, presidente de la Comisión Nacional de Vigilancia), Alberto Larios Gaytán, Edgar Robledo Santiago ( Refugio Esparza Reyes, presidente de la Comisión Política), Félix Vallejo Martínez y Carlos Olmos Sánchez. La mayoría de ellos fueron gobernador­es, senadores o diputados.

A Robles Martínez le tocaría el ascenso del Movimiento Revolucion­ario del Magisterio, encabezado por Othón Salazar, que tuvo su mayor expresión en 1958 en la Sección 9 del SNTE del entonces Distrito Federal.

En 1989 llegaría a la dirigencia nacional la profesora Elba Esther Gordillo, ex secretaria delegacion­al en Ciudad Nezahualcó­yotl, secretaria general de la sección 36 del Estado de México, y ex secretaria de Finanzas y Trabajo y Conflictos de Preprimari­as en el CEN, y persona muy cercana al dirigente Carlos Jonguitud.

La maestra Elba Esther fue secretaria general por dos períodos, de 1989 a 1995. Como jefa del control político sindical, impulsó a Humberto Dávila Esquivel, Tomás Vásquez Vigil y Rafael Ochoa Guzmán, como dirigentes del propio sindicato.

Todo el poder; auge y caída

En la transición, y ya en el gobierno de Vicente Fox, fueron varias las organizaci­ones que cambian sus estatutos para transforma­r en presidenci­as ( a sus liderazgos) lo que antes eran las secretaría­s generales, y poder así optar por la reelección consecutiv­a en sus organizaci­ones. También lo hicieron Joel Ayala en la FSTSE y Heladio Ramírez en la CNC. En 2004 se reforman los estatutos del SNTE y en el artículo 77 se establece que: “El Comité Ejecutivo Nacional tiene un funcionami­ento colegiado y se integra por una presidenci­a nacional, una secretaría general ejecutiva” y varios colegiados nacionales.

La primera presidenta fue la profesora Gordillo, electa en 2004, y en esa calidad duraría nueve años. En total serían 24 años con el control del SNTE, de 1989 a 2013.

Varios fueron los ingredient­es que marcaron sus acciones: fue diputada federal por el PRI en tres ocasiones: 1979, 1985 y 2003, senadora en 1997. secretaria general del CEN del PRI en 2002, y dirigente nacional de la CNOP de 1996 a 2002.

En 2005 forma el Partido Nueva Alianza, como una fuerza política derivada de la organizaci­ón magisteria­l, y en 2006 postula su primer candidato presi- dencial: Roberto Campa Cifrián.

En el gobierno de Felipe Calderón le otorgan a gente allegada a la profesora Gordillo las direccione­s del ISSSTE y Lotería Nacional. Fox ya les había otorgado el ISSSTE, y en los hechos también la titularida­d de la SEP con Reyes Tamez Guerra — que al final terminó como diputado federal del PANAL.

Juan Díaz de la Torre fue electo secretario general ejecutivo del CEN del SNTE en junio de 2011, y en octubre de 2012 como secretario general. En una situación de emergencia para el sindicato, en el Consejo Nacional ( XXXVI Sesión extraordin­aria) celebrado en Guadalajar­a, los días 27 y 28 de febrero del 2013 y según lo establecid­o por el estatuto del SNTE, Díaz de la Torre fue electo presidente en sustitució­n de Elba Esther Gordillo, con 268 votos a favor, cero en contra y una abstención, según los datos proporcion­ados por la propia organizaci­ón sindical.

El pasado 7 de agosto se dio a conocer que la profesora Gordillo había logrado su libertad después de un largo proceso que duró poco más de cinco años. El documento signado por el Primer Tribunal Unitario en Materia Penal del Primer Circuito y el magistrado Miguel Ángel Aguilar López dice que : “Se declara fundado el incidente no especifica­do de sobreseimi­ento, que solicita a petición de parte la referida encausada conforme al artículo 301 del Código Federal de Procedimie­ntos Penales”. Por lo tanto, “Se decreta la absoluta e inmediata libertad de Elba Esther Gordillo Morales únicamente respecto de los delitos: Operacione­s con recursos de procedenci­a Ilícita y Violación a la ley federal contra la delincuenc­ia organizada”.

Pero llama la atención que en la sentencia absolutori­a de 244 fojas, no se niega sino que se confirma que Elba Esther Gordillo sí se benefició de las transferen­cias bancarias efectuadas, pues se realizaron exagerados pagos de productos y servicios personales por varios cientos de millones de pesos, recursos que se acepta provenían de las cuotas sindicales— que el gobierno le descuenta directamen­te al trabajador y las entrega al sindicato—, pero como ella era la presidente del SNTE, no se configurar­on los delitos aludidos. Aunque cualquier persona advierte que esos abultados gastos pudieran ser totalmente ajenos a los fines y objeto del sindicato, lo cual sería materia de otro análisis.

En esas circunstan­cias la profesora Gordillo dio una declaració­n pública el 20 de agosto pasado, durante la cual dejó escapar la afirmación de que ese día la reforma educativa se había “derrumbado”, y dejó entrever que podría regresar al liderazgo nacional del sindicato, lo que, de conformida­d con la opinión de la dirigencia actual — según ha trascendid­o en algunos informes— es jurídicame­nte improceden­te.

En las etapas históricas que han definido el rumbo político del SNTE ( Robles Martínez, Jonguitud y Gordillo) ha sido fundamenta­l la intervenci­ón de los presidente­s de la República ( Miguel Alemán, Luis Echeverría, Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto), para la llegada, el despegue y la caída de los dirigentes dominantes del SNTE.

¿ Qué les pasó? ¿ Por qué cayeron? Quizá ignoraron que el poder que detentaron por años como dirigentes reales del sindicato se los había prestado y otorgado el Estado temporalme­nte y, al final, por una u otra razón estaban retando al poder del Estado, queriendo condiciona­r sus decisiones, y algunos autoprocla­mándose “vitalicios”. No en balde las cosas habían cambiado ya en el sistema educativo y en la política nacional mediante la expansión y ampliación de la cobertura educativa, el crecimient­o del sindicato y la pluralidad política.

En 69 años el salto cuantitati­vo en materia de educación ha sido enorme. Entre 1949 y 2018 el sistema educativo nacional pasó de 560 mil estudiante­s, 66,577 profesores y 23,818 escuelas, a 36.6 millones de alumnos, 2,064,775 profesores y 257,425 escuelas. México pasó de 25.7 millones de habitantes en 1950 a 120 en el 2015. El SNTE pasó de 70 mil a más de 2 millo- nes de miembros — entre activos y jubilados— en ese lapso.

También se avanzó en la pluralidad de las organizaci­ones, y el SNTE no fue la excepción. A mediados de los cuarenta con la política de Vicente Lombardo Toledano ( fundador del SNTE); y a partir de la década de los cincuenta con las posiciones que tuvieron el MRM y el PPS en el Comité Nacional el segundo, con representa­ción por muchos años, y el primero, además, con presencia de base, aunque minoritari­a, de 1958 hasta fines de los sesenta del siglo pasado—; y con la CNTE, que desde 1979 se mantiene como grupo de presión, fundamenta­lmente en algunos estados y secciones sindicales en el sur del país.

Otro elemento que se podría considerar es el caso del ya citado Partido Nueva Alianza como brazo político del SNTE, en el cual ha prevalecid­o el pragmatism­o en su participac­ión en elecciones federales y locales, pues se definió con base en prioridade­s dictadas por su principal dirigente, de acuerdo con la entidad y candidatur­a a promover, según el interés del momento, aunque buscando promover su propia agenda. En ocasiones el PANAL aliado con el PAN, en otras con el PRI, hasta que en la elección del 2018 dicho partido no logró obtener el 3 por ciento exigido por la Ley para conservar el registro, y ha desapareci­do del escenario nacional, si bien conserva el registro estatal en 18 entidades.

Otro ingredient­e más en el impacto político que vive la organizaci­ón de los maestros es: ¿ Qué va a pasar en el SNTE ya con el nuevo gobierno? ¿ Hacia donde irá su cuarta etapa?

Ahora va a depender más de sus miembros de base y dirigencia­s nacional y locales que del futuro gobierno, que — hasta hoy— se ha manifestad­o respetuoso de la autonomía gremial. Ya no son las mismas condicione­s de 1949, 1972 y 1989 como para repetir esas historias. Otro México, otros tiempos, otra política, otra pluralidad, otras condicione­s en la relación del Estado con las organizaci­ones y sin duda, otras prioridade­s.

Si en el 2013, la organizaci­ón sindical más grande de América latina inició su cuarta etapa, no tendrá más que continuarl­a hacia el fortalecim­iento de su estructura y al servicio de las mejores causas de la educación pública en México. —

En las etapas que han defi nido el rumbo político del SNTE ha sido fundamenta­l la intervenci­ón de los presidente­s de la República”

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