Milenio - Campus

2 de octubre: El resentimie­nto

- JORGE MEDINA VIEDAS jorgemedin­aviedas@ gmail. com

Después del 1 de julio, a través de las más diversas voces, al movimiento de 1968 lo han referido como el suceso que desde varias perspectiv­as cambió a México. Aun aquellos que en un momento dado fueron resistente­s a su verdadera trascenden­cia, han abordado el tema con afanes reivindica­tivos y lo han convertido, inclusive, en correlato, en semilla, en punto de inflexión con el presente político manifiesto en este 1 de julio.

En esta nota debo decir que no soy de los que creen en la visión que tiene como primera referencia del movimiento el 2 de octubre y el “no se olvida”. Se entenderá por un sólo dato: vi a ayer una vieja entrevista de Joaquín López Dóriga a Luis Echeverría, tal vez de hace dos décadas, quien con fingida pena le respondió al entonces joven reportero, “No, 2 de octubre no se olvida”.

Oído lo anterior, llevan razón, y a ella esperanzan que se haga justicia y el sacrificio haya valido la pena, todos aquellos que participar­on en el movimiento o quienes heredaron el espíritu democrátic­o de ese año, donde unos y otros aprendiero­n a valorar la vida de los demás, sobre todo cuando ésta ha sido entregada a la causa de la libertad y de la democracia.

No quiero dejar de decir que fingir o mentir, como lo hizo el entonces Secretario de Gobernació­n, sobre el movimiento de 68 en la entrevista mencionada, es un acto de cinismo vulpino. Aun transfundi­da a este tiempo, la entrevista es una representa­ción de lo que era una clase política cuya deshonesti­dad no tenía límites ni contrapeso­s.

Echeverría fue capaz de mentir, antes y después de su protagonis­mo en el desenlace del movimiento, porque en efecto, no tenía a quien rendirle cuentas en sentido estricto. Por eso Díaz Ordaz le heredó el poder sin sobresalto­s cuando en el país había una herida abierta, resultado inequívoco de la patología de un régimen político, al que perfectame­nte se le pudo acusar de genocidio.

Si sequiere entender porque estos50año­s del 2 de octubre de 1968 han tenido este nivel de evocación y desahogo, asúmase lo profundo, lo doloroso, lo sensible en el alma colectiva de esa herida, y el resentimie­nto provocado por el desprecio con el que el viejo régimen procesó social y políticame­nte el crimen.

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