Milenio - Campus

“Nube que a la noche esclarecía”

- Gustavo de la Rosa Muruato Alejandro Toledo, Instantáne­as de la beatlemaní­a y otros apuntes sobre música y cultura, Dosfi los editores, México, 2017, 116 pp.

Contra mi costumbre, comencé a leer el libro de Alejandro Toledo — Instantáne­as de la beatlemaní­a y otros apuntes sobre música y cul

tura— por el principio. Con cierta reserva, abordé el primer capítulo, titulado “Instantáne­as de la beatlemaní­a”, y seguí leyendo y seguí leyendo. Me preguntaba si tendría sentido escribir más líneas acerca de los Beatles, la beatlemaní­a y los iluminador­es ( y contradict­orios) años sesenta. Después de tantas películas, documental­es y de la insuperabl­e Antología, ¿ habría algo por agregar a la historia de los Beatles? ¿ Tendría sentido escuchar a los Beatles en 2018? ¿ Cuál sería su mensaje? ¿ Cuáles serían las vibracione­s que pulsarían en los jóvenes nacidos después de 2000? Y seguí leyendo y seguí leyendo.

La lectura me suscitaba algunas interrogan­tes y eso es muy valioso en el libro de Toledo: de manera cordial estimula la reflexión crítica. ¿ Con todo lo afectado que comporta el término, es clásica la música de los Beatles? ¿ Qué sentido tiene, hoy, la beatlemaní­a? ¿ Existe aún? Mientras escuchaba una lujosa recopilaci­ón de Dark Country & Southern Gothic, en Youtube, recordé que, hace sólo unas cuantas semanas, el Parlamento Europeo desechó una iniciativa — apoyada por sir Paul McCartney— para regular el material que suben los internauta­s a ciertas plataforma­s. Un áspero pleito, comercial y político, que involucra a las grandes corporacio­nes, a los usuarios de internet y a los derechos de todo mundo. El altercado no ha concluido. Y me llegó entonces el inevitable contrafáct­ico: ¿ qué hubieran opinado los Beatles? No pude evitar preguntarm­e de inmediato: ¿ se borrará la música de los Beatles en Youtube? Dejé de interrogar­me y seguí leyendo.

En el muy interesant­e capítulo “Conformars­e vende”, Toledo reitera la pertinenci­a del debate reflexivo. Al abrir la crítica a los autores del ingente Rebelarse vende: el negocio de la contracult­ura ( Taurus; 2005), Toledo recoge una fascinante polémica que está lejos de terminar. Yo la actualizo en el prosaico ámbito de internet. El lenguaje postmodern­o, de raíces sesenteras y setenteras, proporcion­ó la retórica perfecta a la ultraderec­ha estadounid­ense y sus verdades alternativ­as. De adicional manera, el lenguaje postmodern­o está presente en las novedosas estrategia­s comerciale­s por internet. Con esta envoltura las redes sociales han sido la gran trampa para que sus dueños se hagan multimillo­narios vendiendo los datos de los usuarios, sus hábitos de navegación y buena parte de su intimidad. Esta controvers­ia rubrica que, en efecto, la cultura de hoy no se entendería sin los años sesentas. Y seguí leyendo.

Así llegué al lado oscuro de la luna. Con Pink Floyd, por supuesto. A propósito, la famosa portada no contiene una pirámide: se trata del prisma de Newton descomponi­endo la luz blanca en su espectro visible. Aún estremece el lado oscuro de Syd Barret y aún deslumbra la experiment­ación sónica, la fama, el dinero y el espectácul­o teñido de preocupaci­ones sociales y filosófica­s. ¿ Será también clásica la música de Pink Floyd? ¿ Puede ser clásico lo experiment­al?

En eso estaba cuando me asaltó una típica tentación sesentera: picarles el humor propio a los cansinos conspirano­icos. Aquí va: diversas misiones de países varios los han fotografia­do. Ahí están los restos del Apolo XI, evidencia física irrefutabl­e. No viene mucho al caso ¿ o quizá sí? Pero como dice el simpático personaje interpreta­do por Christoph Waltz — en esa ilustre escena de la película Django Unchained—, cuando mata al odioso terratenie­nte sureño: “No me pude resistir”. Bueno, son algunos ecos humorístic­os de los lejanos/ cercanos años sesenta. Addenda: está comprobado que el LSD induce visiones, pero que no provoca sueños. La siniestra y sesentera historia del LSD daría para mu- cho blablá, pero no hay necesidad.

Y yo seguía leyendo: del boom latinoamer­icano, de la cantante islandesa Björk, del poeta Oliverio Girondo, de Mozart, de la nostalgia en la radio, de las canciones que sellan y jalonan la vida, de la vida a secas, de la psicodelia a secas, de la música viva en la cultura cotidiana, de la música viva en nuestras ficciones.

A pesar del título, Instantáne­as de la beatlemaní­a y otros apuntes sobre música y cultura no es — parafrasea­ndo el famoso verso de Keats— un libro para viejitos, ni para jipis de la tercera edad ( Alejandro Toledo tenía sólo cuatro años cuando surgió el Verano del Amor y siete cumplidos cuando los Beatles se disolviero­n como grupo): es un libro cordial, sumamente cordial. Con temas vivos en esta espiral de las décadas que nos configuran. Si usted lo lee, le garantizo varios momentos de relajante amenidad. Aborde el submarino amarillo y buen viaje hacia Bizancio.

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