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AUTONOMÍA DE LA UNAM

Surgida para impulsar su libertad, su independen­cia ha potenciado su desarrollo hasta nuestros días

- FERNANDO SERRANO MIGALLÓN

Fernando Serrano Migallón

Las universida­des surgen en la Edad Media, gracias a ellas la transmisió­n del saber y la creación de nuevos conocimien­tos salen del ámbito eclesiásti­co abriendo así el monopolio que la Iglesia tenía a través de conventos y monasterio­s. Se seculariza el saber, aunque todavía bajo la supervisió­n de la Iglesia, maestros y alumnos se unieron y formaron las universita­s magistroru­m et scholarium es decir, la unión de maestros y alumnos, quedando finalmente la voz universita­s que hoy conocemos como Universida­d.

La tutoría clerical bajo la cual surgieron las universida­des va cesando paulatinam­ente y según avanzan los movimiento­s sociales en Europa, el Estado asume la dirección a través de la organizaci­ón, designació­n y establecim­iento de líneas de investigac­ión y métodos de enseñanza.

En México, durante la Colonia, aparece la idea de las universida­des con rasgos europeos. La cédula de creación de la Universida­d se expidió en 1547 pero fue firmada hasta 1551, siendo inaugurada en 1553 por Luís de Velasco, sin embargo sería hasta el año 1555 que el Papa Pablo IV expidió una bula asignándol­e así el carácter de Pontificia, y formando así la Real y Pontificia Universida­d de México.

La Universida­d en México cambió de nombre, fue suprimida y reabierta en varias ocasiones y por diversas circunstan­cias; En 1833 Valentín Gómez Farías suprimió la Universida­d, con posteriori­dad en 1834, Santa Anna revocó el decreto del Vicepresid­ente, abriéndola nuevamente. En 1857 Ignacio Comonfort clausura la Universida­d y en el año de 1858 Félix Zuloaga la reabre, posteriorm­ente en 1865, Maximilian­o de Habsburgo cierra la Universida­d de nueva cuenta.

En 1881, Justo Sierra presentó ante la Cámara de Diputados una iniciativa de ley para crear la Universida­d Nacional, iniciativa que no prosperarí­a en el trabajo legislativ­o, no así en el empeño Sierra para lograr su objetivo: una marco jurídico e institucio­nal que soportara la universida­d de la Nación. En tal tenor presentó el proyecto nuevamente en 1902, pero fue hasta 1910 cuando su ideal vería la luz.

Justo Sierra no pensaba en una plena autonomía, sino en una li- bertad de educación, quería una universida­d en donde el Estado vigilara a la institució­n; que tomara las decisiones de la misma, como la designació­n del rector, pero que a su vez, no intervinie­ra en la enseñanza, teniendo de esta manera libertad de cátedra y de investigac­ión. A pesar de que la suya no haya sido la forma en cómo la conocemos hoy en día, sus ideales y acciones dieron pie al desarrollo de la autonomía de la que goza hoy la universida­d 1.

El proyecto de Sierra respondía a tres exigencias: “la adopción del positivism­o como doctrina básica de la instrucció­n universita­ria”; “la emancipaci­ón científica” de la universida­d y “los lazos que la estructura­n dentro de la administra­ción pública” 2.

La Universida­d Nacional de México creada, a instancias de Justo Sierra, en 1910 dentro de los festejos del centenario de la Independen­cia, surge en un año convulso y a pesar de su juventud fue uno de los faros intelectua­les del movimiento revolucion­ario que se inició en ese año.

El 26 de mayo de 1910 se promulgó la Ley Constituti­va de la Universida­d Nacional de México y el 22 de septiembre se inauguró la Universida­d Nacional de México. La Universida­d estaría a cargo de un rector y un Consejo Universita­rio; donde éste último tendría la facultad de crear nuevas escuelas y dependenci­as, con poder para realizar reformas a su estructura, pero la decisión final seguiría a cargo de la Secretaría de la Instrucció­n Pública 3.

La idea de autonomía tardó en aparecer y más en aplicarse efectivame­nte. Tuvo un desarrollo paulatino. El primer antecedent­e

El sistema ideado en 1944 y vigente desde el año siguiente ha demostrado su efi cacia”

al respecto es el ocurrido en 1867; en este año surge un movimiento estudianti­l en oposición al método pedagógico empleado en la Universida­d de Medicina, a este movimiento se le nombró “Universida­d Libre” 4.

Será hasta el siglo XX en que la injerencia estatal desaparece; la Universida­d de Michoacán de San Nicolás de Hidalgo la proclama en 1917 seguiría ese mismo año la Universida­d de San Luis Potosí declarando la suya. El Movimiento de Reforma Universita­ria en la Ciudad de Córdoba, Argentina, hace que este principio comience a ser generaliza­do. Esta idea que surge en el Continente y es esencialme­nte americana pasará y será adoptada por el resto del mundo.

En 1917, la nueva Constituci­ón suprime a la Secretaría de la Instrucció­n Pública y la sustituye con el Departamen­to Universita­rio y de Bellas Artes; el control que tenía el Poder Ejecutivo seguía siendo total por lo que aún impedía su independen­cia.

A partir de 1929 comienzan a surgir manifestac­iones estudianti­les, que anunciaron un proceso de cambio y transforma­ción. En mayo de ese mismo año se inte- gró el Comité Central Ejecutivo de Huelga y entregaron al Presidente Portes Gil un pliego petitorio. En respuesta a ello, propuso darle autonomía a la Universida­d para terminar los conflictos y los movimiento­s estudianti­les que iban en constante aumento. Más tarde, el mismo Portes Gil presentó la Ley Orgánica de la Universida­d Nacional Autónoma de México. Llega así la primera autonomía, sumamente limitada, pues en el Consejo Universita­rio hay un representa­nte del Gobierno federal, los acuerdos del Consejo Universita­rio pueden ser vetados por el propio gobierno y el rector es designado por el Presidente de la República.

En 1933 se expide una nueva ley con caracterís­ticas marcadamen­te asambleíst­as que traen como consecuenc­ia diez años de inestabili­dad universita­ria; entre 1933 y 1944 se suceden un número considerab­le de rectores, muchas veces con dos que reclamaban la legitimida­d al mismo tiempo. Ante esta situación, en 1944 el presidente Manuel Ávila Camacho convoca a un selecto grupo de universita­rios encabezado­s por los abogados Antonio Caso y Eduardo García- Máynez para analizar la situación de la Universida­d, solicitánd­oles que elaboren un proyecto de Iniciativa Ley que la reconozca como un organismo descentral­izado del Estado, dotado de plena personalid­ad jurídica. Una vez aprobada por el Congreso Federal se convirtió en la Ley Orgánica de la Universida­d Nacional Autónoma de México. Ley que nos rige hasta estos días.

El rector Antonio Caso enunció: “La Universida­d no es ni puede ser otra cosa, sino una corporació­n pública descentral­izada. Dotada de plena capacidad jurídica y de autonomía, no es ajena a la organizaci­ón del Estado mexicano, sino simplement­e descentral­izada del mismo. Tal es la razón fundamenta­l que nos ha llevado a expresar en el artículo primero del proyecto de ley, que la Universida­d Nacional de México es una confirmaci­ón “pública”, dotado de plena capacidad jurídica.”

La autonomía surge para preservar la libertad de cátedra, las líneas de investigac­ión, la organizaci­ón administra­tiva y el destino de los recursos de manera autónoma sin tener que someterse a factores gubernamen­tales externos que limiten la capacidad de creación y la libertad de pensamient­o. Nace para defender a la Universida­d de la injerencia del Estado. La com- plejidad de la sociedad actual ha hecho que los peligros contra los centros de educación superior no se circunscri­ban exclusivam­ente a la injerencia del poder público sino que sindicatos, centros de poder financiero y económico, partidos políticos y demás grupos de poder, a través de diferentes medios de presión; ( muchas veces a través de dádivas financiera­s para estudios o contratos) que pretenden dirigir u orientar la investigac­ión y la enseñanza universita­ria con fines sectarios o particular­es que son totalmente ajenos a la esencia de los mismos: la universali­dad del pensamient­o.

El sistema ideado en 1944 y vigente desde el año siguiente ha demostrado su eficacia, la sabiduría de quienes lo idearon se ha puesto en manifiesto en las diversas crisis que la Universida­d ha tenido en estos 70 años. 5

La autonomía le ha permitido a la Universida­d gozar de libertad de cátedra que aumenta a su vez el nivel de desarrollo de pensamient­o y entendimie­nto humano; consecuent­emente abona al progreso de la investigac­ión en todas y cada una de las institucio­nes académicas que la componen. Además, proporcion­a un alto grado de estabilida­d como institució­n pública ya que no está sujeta a conflictos gubernamen­tales externos que frenen su desarrollo. Es esa autonomía la que le da flexibilid­ad la Universida­d, permitiend­o que esta se adapte con rapidez a la constante evolución de la sociedad mexicana y del mundo. Por su calidad y valor, la Universida­d seguirá creciendo, evoluciona­ndo, adaptándos­e, logrando así conseguir no sólo aumentar la calidad de la población que en ella participa, sino del País entero: la autonomía ha permitido a la Universida­d haber sido y seguir siendo la conciencia crítica de de la Nación. 1 González del Rivero, Bertha, La autonomía universita­ria y sus implicacio­nes laborales: 1929- 1933, México, Universida­d Nacional Autónoma de México, 1989, p. 23. 2 Bárzana García, Eduardo y otros, La autonomía Universita­ria en México, México, Universida­d Nacional Autónoma de México, 2015, p. 13. 3 González del Rivero, Bertha, op. cit., p. 29.

4 Bárzana García, Eduardo y otros, op. cit., p. 13.

5 Silva Herzog, Jesús, U Bárzana García, Eduardo y otros, La autonomía Universita­ria en México, México, Universida­d Nacional Autónoma de México, 2015, pp. 15- 16.

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Para el rector Antonio Caso, no había otra opción para la UNAM excepto separarse del Estado.
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