OTRO SEXENIO, OTRO PRO
lectores eminentes y prácticamente ninguno puede dar una “receta” ( porque no la hay) para formar y desarrollar el gusto por la lectura. ¡ No existen fábricas de lectores! Cada entrevistado refiere cómo llegó a la lectura, y las historias no son coincidentes. Se llega a los libros por distintas vías, y llegan a los libros aquellos que han de llegar, incluso contra todo obstáculo, y no llegan jamás aquellos sin vocación lectora, incluso con todas las facilidades. Y hablar de lectura y moral, como lo hizo el presidente López Obrador, en Mocorito, en una suerte de paralelismo virtuoso que no sólo no es convincente, sino, además, muy peligroso, porque se hace desde el poder, y, más aún, desde el máximo poder político. ¡ Sobran pruebas que desmienten este vínculo “virtuoso”! Tarea para políticos: Hay que leer Lenguaje y silencio, de George Steiner; hay que leer El canon occidental, de Harold Bloom; hay que leer Como una novela, de Daniel Pennac. ( Por favor: ¡ no bajen un resumen de internet, léanlos completos, y analícenlos!); y, ya de paso, hay que leer el libro de Timothy W. Ryback, Los libros del Gran Dictador, para saber que Hitler adoraba los libros, era un lector cuidadoso, los atesoraba, los encuadernaba poniéndoles sus iniciales con letras doradas en el lomo ( A. H.), desde el Quijote hasta las obras de Shakespeare. Los regalos que más le gustaba recibir eran los libros de sus autores predilectos, y ello lo sabían sus secuaces que lo halagaban obsequiándole libros en su cumpleaños. Hizo hogueras con los libros, pero no con los libros que eran suyos, sino con los que detestaba, y además escribió un libro donde también refiere su aprecio por