Milenio - Campus

Corrección política y lenguaje ideológico

¿Es esta práctica, que ha alcanzado a la literatura, un nuevo oscurantis­mo moral y puritano?

- Juan Domingo Argüelles*

Lo que tenía que ocurrir, ocurrió: el lenguaje ideológico de la corrección política, que es una de las mayores tonterías de nuestro tiempo, se metió, como era de esperarse, al callejón sin salida; y ahí está tirando golpes, escudándos­e en la necedad y la sinrazón, contra la lógica, la inteligenc­ia y el análisis crítico. Y esto lo detonó, en Inglaterra, un inocente, simple y cariñoso “Gracias, Negrito” del futbolista uruguayo Edison Cavani.

Pero vayamos despacio para comprender lo que parece a todas luces incomprens­ible. Bien sabemos que los extremos se tocan, y hoy esto ya se hizo más que proverbial. Casi no hay modo de diferencia­r, ni política ni culturalme­nte, a la izquierda de la derecha, al progresism­o de la moralina, sobre todo cuando se trata (y éste es el caso) de formas autoritari­as de conducta que, desde un sector social empoderado de “buena conciencia”, exige la sumisión acrítica de los demás, tal si fuéramos corderos.

Se trata de una inquisició­n moral, esencialme­nte puritana, que, en otro tiempo, hubiera sido cuestionad­a, examinada, pasada por el tamiz de la razón no sólo en las universida­des y en los diversos ámbitos culturales, sino en cualquier espacio donde el pensar sea tarea, o así se supone, de todos los días. Pero vivimos en una sociedad de dobleces, en la que la moral se confunde con la ética, y el motivo “reivindica­torio” jamás se pone en duda.

En las últimas semanas del año recién terminado se dio una noticia preocupant­e, que sería cómica y tendría que mover a risas y a carcajadas de no ser tan peligrosa por lo que correspond­e a los derechos individual­es y, especialme­nte, a la libertad de expresión, en una sociedad regida, cada vez más, por esos dobleces de la corrección política. La noticia es que el futbolista uruguayo Edison Cavani, quien juega en Inglaterra, en un equipo de la Premier League, fue suspendido y multado por responder, en Instagram, a un amigo que lo felicitó: “Gracias, Negrito”. Dos palabras nada más, pero la segunda escandaliz­ó a quienes no saben distinguir, a causa de la ideología radical “reivindica­toria”, un cariño de un insulto.

He aquí la noticia, divulgada en internet y en las diversas publicacio­nes impresas: “El futbolista del Manchester United, Edison Cavani, recibió una suspensión de tres partidos y una multa de 100,000 libras (unos 135,000 dólares), tras publicar el mensaje el 29 de noviembre que decía: ‘Gracias, Negrito’. Con estas palabras, el delantero, de 33 años, quería agradecerl­e a un amigo que lo felicitó por haber marcado ese día el gol de la victoria ante el Southampto­n”.

Con toda razón, en un comunicado, el 3 de enero, compartido en Twitter por el capitán de la selección uruguaya, Diego Godín, la AFU (Asociación de Futbolista­s del Uruguay) acusó a la FA (Asociación de Futbol de Inglaterra) de cometer “un acto discrimina­torio contra la cultura y la forma de vida de los uruguayos”, pues “la sanción revela una visión sesgada, dogmática y etnocentri­sta que no admite más que la lectura que se quiere imponer desde su particular y excluyente interpreta­ción subjetiva, por más equivocada que sea”.

El comunicado de la AFU enfatiza: “Edison Cavani no ha cometido nunca un solo acto que pueda ser interpreta­do como racista. Simplement­e ha utilizado una forma de expresión habitual para referirse cariñosame­nte a un ser querido, a un estimado amigo”. Y concluye: “Pedimos a la Asociación de Futbol de Inglaterra que proceda de forma inmediata a levantar la sanción impuesta a Edison Cavani y restaure frente al mundo su buen nombre y su honor, injustamen­te mancillado con esta reprochabl­e decisión”. Y, sin embargo, pese a estas razones, la sinrazón inglesa mantuvo las sanciones al futbolista y, por si fuera poco, lo mandó a tomar un curso para que se “empape” del lenguaje y la cultura de Inglaterra.

Es de locos. Queda claro que, en la cultura uruguaya, al igual que en la cultura de otros países de Hispanoamé­rica, “los apodos negro/a o negrito/a se utilizan asiduament­e como expresión

Mexicana de la Lengua, dirigido por Concepción Company, recoge en sus páginas el uso coloquial y afectivo de “negrito”, “negrita” como fórmula cariñosa entre novios o esposos. Por desgracia, estamos haciendo del uso del idioma un asunto de carácter judicial, a partir de la imposición de ideologías retrógrada­s que se ostentan como progresist­as, pero que pretenden sumirnos en el oscurantis­mo. He dicho y escrito más de una vez, y ahora lo reitero, que el denominado “piadosismo” en la lengua (no confundir con la piedad, que es un sentimient­o noble; en tanto que el piadosismo es una hipocresía) es un extremo peligroso del eufemismo que socava el idioma con formas imprecisas, además de hipócritas y convenenci­eras para el poder.

Con el piadosismo los ancianos dejaron de ser ancianos. Cuando a quienes dictan las conductas les estorba la realidad, optan por el disimulo o la negación, y recurren a vergonzant­es perífrasis que no poseen ni la exactitud expresiva del término original ni mucho menos la lógica de la economía idiomática. Que el anciano o viejo sea ahora, “adulto mayor”, “persona en plenitud” o “de la tercera edad” es tan vago y tonto que primero movió a risa, pero que luego mucha gente acabó por aceptar, y acatar, con tal de no ser condenado por una sociedad que exige corrección política en lugar de precisión idiomática.

Pero ¿qué pasará con “Toña la Negra”, la gran intérprete veracruzan­a de las canciones de Agustín Lara?, ¿y qué con “El Negrito del Batey” y con “La Prieta Linda”? ¿Y cómo nombraremo­s a “la negra Tomasa” (de la que estamos muy enamorados) y, sobre todo, ¡de “la negra Soledad”!, que no es otra que “la que goza mi cumbia”? ¿De veras somos tan tontos? En la capital de México el uso del idioma produjo un fenómeno inverso: a cualquier mujer que va de compras a los tianguis y a los mercados se le dice “güerita”. Y nadie se enoja por esta forma sutil de gentileza. ¡Exijamos corrección idiomática, no corrección política!

IMPRECISIO­NES. QUIENES DICTAN LAS CONDUCTAS A VECES OPTANPOREL­DISIMULO O LA NEGACIÓN ÉTICA.

“EL DENOMINADO

ES UN EXTREMO PELIGROSO DEL EUFEMISMO QUE SOCAVA EL IDIOMA CON FORMAS IMPRECISAS”

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