Milenio Edo de México

Un hombre de Honor

- GILDA MONTAÑO gildamh@hotmail.com

Ningún sepelio es lindo. Ni menos, cuando vamos a dejar allí a algún amigo, a despedirlo. Esa es la última vez que lo veremos cómo era en este plano. Además de triste, te apachurra el alma. No tienes idea de qué hacer más que darle a su familia todo el amor del que eres capaz.

Así me pasó con mi muy querida María de Jesús López. Pude, me dejó abrazarla las dos horas que estuve en la despedida del periodista Eliseo Lugo Plata. Y conmigo muchos, muchísimos hermanos masones de todos lados de este país, encabezado­s por Gabriel Corona.

Si de algo puedo estar inmensamen­te conmovida, fue de las palabras que le confirió su hijo Eliseo. Allí junto con su muy querida hermana Marychuy dijo exactament­e de lo que se trata ser un hombre de honor y de honestidad. Valor, rectitud y orden. Mirar a los ojos y ser cuidadoso en fondo y forma. Y eso es el legado que este hombre les deja a su familia entera y a quienes tuvieron el privilegio de ser enseñados por él. Fue el generador de muchos periodista­s de Toluca, que también allí estuvieron. Como Lucio, su gran amigo.

Deja su honestidad a prueba de toda duda. Se dice rápido, pero pudieron pasar muchos años y muchas circunstan­cias para que este hombre fuera hilando con sus actos y honrando con su vida a Dios, para que se fuera impecable y tan querido. Nunca vi a tanta gente reunida alrededor de alguien que estaba partiendo en ese instante.

Cuidadoso, allí estuvo siempre Alejando Zendejas, dueño del periódico Impulso. Hasta el último minuto acompañó a su Director. Estuvo al frente del periódico largos 12 años, que cumpliría en noviembre próximo. Cuando Adriana Tavira, su subdirecto­ra le mandó la portada en donde salía Eliseo en primera de primeras. Honor a quien honor merece.

Teodoro Rentería allí mero hablaba del gran esfuerzo que se hizo para que compañeros periodista­s pudieran lograr su grado de licenciado­s en Periodismo y después establecer una estupenda maestría. Esto es importante, porque Eliseo abrió muchos caminos antes.

Cada vez que quiera recordarlo, voy a buscar a la extraordin­aria mujer que tuvo como compañera de toda la vida: mi Marychuy preciosa. La que lo cuidó en excelencia. La que nunca se apartó de él. Con la que tuvo tres hijos, que educó y les enseñó valores y amor incondicio­nal. Con la que tuvo el privilegio de formar una extraordin­aria familia.

En el plano que sea, Eliseo, tienes que estar más que feliz por haberlo logrado. Tu hijo fue más que elocuente: fuiste un hombre de honor. Todas tus generacion­es te lo agradecerá­n. Así sea.

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