Milenio Edo de México

Claudia Hidalgo

- claudia.hidalgo@milenio.com m

esastres como el registrado el pasado martes muestran una vez más las graves carencias que tenemos en materia de Protección Civil. Aunque México es un país expuesto a todo tipo de agentes perturbado­res, desde los geológicos, hidrometeo­rológicos, químicos, sanitarios, hasta los organizati­vos, la realidad es que no invertimos lo que se debe.

Sufrimos una y otra vez los embates de la naturaleza y todo sigue prácticame­nte igual. Inundacion­es y seguimos llenando de basura el drenaje, deslaves y derrumbes y seguimos deforestan­do; muere gente atrapada en edificios y se sigue permitiend­o negocios sin salidas de emer- gencia, eventos masivos sin condicione­s de seguridad.

Independie­ntemente de la fuerza de la naturaleza necesitamo­s estar mejor organizado­s y preparados para aminorar los daños y poder responder eficazment­e a cualquier contingenc­ia. Ello implica que cada municipio, estado y la federación destine una cantidad suficiente para equipar a su cuerpo de bomberos, unidad de Protección Civil y Servicios de urgencia.

Nadie duda de la solidarida­d y unión de los mexicanos en tiempos difíciles pero necesitamo­s definir prioridade­s. ¿Qué es más importante en el presupuest­o de egresos: regalar despensas, pagar altos salarios, mantener partidos políticos y comprar ambulancia­s, carros de bomberos, equipo de protección, maquinaria, entrenar más perros rescatista­s?

No necesitamo­s citar cifras. Basta con voltear a cada estación de bomberos o rescatista­s y conocer los salarios de quienes arriesgan su vida todos los días por los demás, ver las condicione­s en las cuales trabajan, el número de elementos que hay por cada 100 mil habitantes. Tenemos más diputados que rescatista­s y sobra decir quien resulta más importante y útil para el país.

El Estado otorga tiempo oficial a los partidos en radio y televisión para que se anuncien gratuitame­nte de manera permanente y durante las campañas, cuando hay temas que deberían estar presentes todos los días en los medios de comunicaci­ón, como son las medidas protección civil. El no corro, no empujo y no grito no es suficiente; la gente debe tener muy presente qué hacer antes, durante y después de cada fenómeno, no basta con recordarlo cada 19 de septiembre.

Pese a los riesgos seguimos viendo edificios viejos que el Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia no permiten derrumbar por su valor histórico, cuando nadie puede disfrutarl­os ni siquiera visualment­e porque están tapizados de vigas y puntales para no dejarlos caer.

Necesitamo­s re definir prioridade­s, invertir en lo que realmente importa: la seguridad de todos.

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