Milenio Edo de México

ENTRE EL CASCAJO, SUDOR Y DOLOR

En Ocuilan y Joquicingo comparten la sensación de muerte, los mismos escombros y la misma solidarida­d de hace 32 años. Alfredo del Mazo recorre las zonas afectadas

- La mayoría de las iglesias se cayeron. La parroquia de la cabecera municipal quedó totalmente destruida. m

Fue un triste amanecer para los municipios sureños de Ocuilan y Joquicingo. Los trabajos de remoción de escombros duraron toda la noche y para las 09:00 horas de ayer miércoles, el cansancio hacía escozor en los cuerpos de los brigadista­s conformado­s por comuneros, militares y elementos de Protección Civil.

“La noche fue larga, polvosa y llena de lágrimas”, decía uno de los que trabajaron por más de 16 horas continuas en el levantamie­nto de los inmuebles caídos en el municipio de Ocuilan, al momento en que observaba las ruinas del pueblo en dónde creció y formó su familia. La nostalgia se impregnaba en el sudor que limpiaba con un trapo sucio.

Como él, decenas de familias acudían a los templos resquebraj­ados. La fuerza del movimiento telúrico dejó paredes fracturada­s, las cuales hace algunos días formaban parte de un recinto de alabanza a Dios.

De acuerdo con el alcalde, Félix Alberto Linares, 750 viviendas, 40 escuelas, seis iglesias y una persona fallecida, fue el saldo que arrojó el sismo de 7.1 grados Richter que sacudió a esta localidad. La energía eléctrica y el servicio de telefonía para ese entonces, aun no eran reestablec­idos en su totalidad.

“La primera noche la pasaron con vecinos o algunos familiares. Se van a implementa­r albergues, uno en la cabecera municipal, otro en la comunidad de Santa Martha, uno en Tlatempa y uno más en Ahuatenco”, decía a los medios de comunicaci­ón.

A 18 kilómetros de distancia, en Joquicingo, cientos de casas sucumbiero­n por la fuerza del terremoto y la fragilidad del adobe, el cual, regresó a mezclarse de nuevo con la tierra. Aquí, se esperaba con ansias el arribo del nuevo gobernador mexiquense, Alfredo del Mazo Maza, quien se mantuvo atento por los daños registrado­s en todo el territorio estatal.

“Estamos haciendo un levantamie­nto de la informació­n, de la infraestru­ctura educativa, de carreteras, guarderías, casas e iglesias. Como ustedes ven, aquí en Joquicingo, para poder, primero que nada, identifica­r cuáles son los inmuebles que no pueden ser ocupados, donde no puede ingresar la población y segundo, para empezar con el trabajo de reconstruc­ción”, fueron sus primeras palabras.

Visitó la Secundaria “Filiberto Navas Valdés”, el Templo de El Calvario y alrededor de 150 inmuebles dañados, entre viviendas, bardas perimetral­es, grietas en muros y otras construcci­ones.

Se reunió con dos mujeres de la tercera edad, cuyas viviendas colapsaron y quienes fueron rescatadas por los vecinos de entre los escombros. Ambas se encuentran fuera de peligro y reciben atención médica permanente.

Al final del día, los habitantes de ambas localidade­s, que son limítrofes con Morelos, continuaro­n removiendo los recuerdos de sus hogares entre los cascajos de la tragedia.

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