Hacer la diferencia
Para nadie es sorpresa que, en la actualidad, los gobiernos en el mundo atraviesan diversas problemáticas que han puesto en entredicho la viabilidad de visiones y principios que parecían inamovibles en el siglo XX. Algunos argumentan que la globalización aceleró procesos que ahora la confrontan, como los nuevos nacionalismos, el proteccionismo comercial y el populismo. Más allá de ideologías, una cosa resulta evidente: la administración pública debe reinventarse para brindar resultados a ciudadanas y ciudadanos cada vez más exigentes.
En atención a este reto, el Día de las Naciones Unidas para la Administración Pública se celebra cada 23 de junio, con el objetivo de fomentar una cultura del servicio público basada en la innovación, colaboración y respuesta a las crecientes necesidades de la ciudadanía. Sin duda, el fortalecimiento de políticas incluyentes, la coordinación institucional y el impulso de la participación social son algunas de las herramientas indispensables para ir caminando hacia esa meta.
El aprovechamiento de nuevas tecnologías, los nuevos enfoques de sustentabilidad y la paulatina inserción de los ciudadanos en la toma de decisiones, son prácticas y estrategias que han ganado relevancia. Sin embargo, ante el descontento y desconfianza en diversas naciones, los servidores públicos debemos reafirmar nuestra convicción; la innovación y creatividad pueden llegar a ser engranes de la prosperidad, en la medida en que la responsabilidad, la transparencia y la honestidad sean la regla y no la excepción.
En México, existen diversos retos que debemos enfrentar en este aspecto. La profesionalización del servicio público y el acceso a la información en los niveles estatal y local, la planeación y monitoreo de los presupuestos, y la consolidación de sistemas de evaluación son temas pendientes en la agenda. Dentro de lo positivo, debemos reconocer que, mediante el diálogo y la prudencia, hemos decidido que la política pública y la estabilidad, no la ocurrencia, deben guiar nuestra trayectoria.
Ante las encrucijadas, resulta fundamental no irse por las salidas fáciles ni por las soluciones mágicas. Si algo debemos impulsar en el servicio público, es precisamente la enseñanza de que la dedicación y el profesionalismo, al final, son ingredientes imprescindibles para hacer la diferencia. Está en nosotros, servidores públicos y sociedad, afianzar el terreno ganado y trabajar sobre lo que nos falta para generar lo que la gente espera.