Milenio Edo de México

Cuándo las creencias destruyen

- ARLETTE LÓPEZ TRUJILLO Facultad de Estudios Superiores Iztacala UNAM

los psicólogos que “la influencia que ejercen las creencias sobre nuestra conducta se produce generalmen­te de forma inconscien­te” esta aseveració­n se constata cuando intentamos explicar temores, simpatías o actitud destructiv­a hacia muchos seres vivos en particular la fauna cercana a nuestro espacio vital. Preguntémo­nos porque dan temor los animales que se arrastran, los que emiten sonidos que creemos anuncian la muerte, o por qué se cazan para resolver cuestiones amorosas e incluso sexuales.

Estas creencias se asocian a factores, sociales, culturales, económicos y desde luego religiosos, y si sumamos la diversidad biológica y cultural del país el resultado es una combinació­n compleja generando creencias que afectan la fauna silvestre requiriénd­ose acciones regionales para atender ésta problemáti­ca.

Incidiendo en estos factores están los medios entre ellos películas, recordemos como los tiburones fueron perseguido­s cuando se convirtier­on en consumidor­es de humanos despistado­s que se divertían en las playas, también los vampiros se transforma­ron en seres diáfanos seductores y malévolos al igual que los hombres lobo, por lo que la fauna que los representa en algunas comunidade­s está en riesgo por ser representa­ntes de la maldad.

Otras especies por su aspecto son rechazadas o agredidas como las ranas, sapos, gusanos y serpientes. El caso de los sapos es muy ilustrativ­o pues se utilizan, tanto para curar algunos males como remedios de todo tipo, pero si nos topamos con un sapo de 30 centímetro­s, con verrugas en el cuerpo y dos glándulas que secretan sustancias tóxicas, el pronóstico para su sobreviven­cia es bajo pues en algunos sitios se cree que son enviados por el demonio. En México las serpientes tienen múltiples representa­ciones desde las más antiguas, básicament­e religiosas, hasta las creencias actuales como considerar­las venenosas indiscrimi­nadamente por lo que se eliminan, o bien son fuente de ingresos por su piel, remedio para el cáncer y su veneno para producir antisueros como con la víbora de cascabel.

Ni que decir de los colibríes para la suerte y cuestiones amorosas, o el búho que “cuando canta el indio muere” Entre mitos creencias y pérdida del hábitat las especies silvestres disminuyen, hoy más que nunca requerimos trascender esas nocivas creencias y reconocer la necesaria presencia en el planeta de la fauna silvestre. .

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