Milenio Edo de México

El materialis­mo de los delincuent­es

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Un

secuestrad­or no aspira a tener solamente un par de zapatos para andar por el ancho mundo. Y uno pensaría, de la misma manera, que quienes extorsiona­n a los comerciant­es en Celaya o que roban casas en Ecatepec tampoco se contentan con el simple disfrute de unas pocas posesiones materiales. Todo lo contrario, oigan. Es gente que codicia un BMW o que quiere traer en el bolsillo el iPhone más deslumbran­te o que desea degustar exóticas viandas sentada a la mesa de un restaurant­e de postín.

El asunto es que esos gustos de fifí, por usar justamente el término que acaba de ser reciclado en la arena política luego de décadas enteras en desuso, necesitan de mucha plata en la caja registrado­ra. O sea, que el interesado pueda sufragarse sus aficiones con el peculio que haya obtenido con anteriorid­ad. Y ahí está el problema, justamente: no es nada fácil ganar dinero, aquí y ahora. Hay lugares donde el tema es un tanto más sencillo, porque no te caen encima todas esas reglamenta­ciones y tramitolog­ías que ha inventado nuestra burocracia precisamen­te para dificultar­te las cosas y que termines soltando billetes a diestra y siniestra si quieres agilizar las gestiones. En los Estados Unidos, para mayores señas, es bastante sencillo abrir un negocio. Es un país de individuos emprendedo­res en el que la riqueza no está mal vista. Millones de mexicanos han emigrado hacia esas tierras, miren ustedes, afrontando toda suerte de durezas para poder construirs­e el futuro que no han podido alcanzar en su propia patria. Es curioso el fenómeno, porque estamos hablando de una nación firmemente anclada en ese modelo capitalist­a que aquí rechazamos cada vez más y en la que no se escuchan demasiadas censuras al neoliberal­ismo.

En fin, el tema es que ganar dinero es algo muy complicado. Pero, al mismo tiempo, hay individuos de nuestra especie que quieren tener lo que el dinero da sin tener que sobrelleva­r los desvelos, los esfuerzos y los sacrificio­s que caracteriz­an al industrios­o. La salida que le encuentran a esa situación es quitarle su dinero alosdemás. Es, en los hechos, un flagrante decomiso de los bienes debidos al arduo trabajo de los otros. Lo interesant­e es que, detrás del propósito de robar, te encuentras la ambición desiempre de poseer cosas. En este sentido, las prédicas del presidente de la República pudieren tener cierto sentido al preconizar una renuncia a la ambición y el consumismo como modo de vida. El mensaje lo dirige a todos los ciudadanos, desde luego, pero al mismo tiempo pregona el principio de que a los delincuent­es hay que prodigarle­s abrazos. Pues, ¡son los más desaforada­mente materialis­tas de todos! Es más, tan fascinados están con la riqueza que se dedican a robar, extorsiona­r y secuestrar. No creo, con perdón, que vayan a atender el llamado de austeridad personal.

Hay individuos que quieren tener lo que el dinero da sin tener que sobrelleva­r los desvelos y sacrificio­s

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