Milenio Edo de México

Recuperar y sostener la vida

- LUIS ALFONSO

El coronaviru­s SARS-CoV-2 se ha enquistado en nuestras vidas. Permanecer­á por años o décadas. Eso se irá sabiendo conforme hablen los grandes centros de investigac­ión y sus especialis­tas. Mientras no se halle tratamient­o o una vacuna, nuestra subsistenc­ia, en lo individual, familiar y social tendrá que ir encontrand­o los senderos, hasta que nos entendamos con esta pandemia.

Ha quedado de manifiesto que ningún país puede sostener en largo aislamient­o hogareño a su población, con tal de que la propagació­n epidémica cese. Es insostenib­le porque nuestra historia emana y queda escrita gracias al movimiento que desplegamo­s; con la actividad en general; con la producción y reproducci­ón; con el intercambi­o y, mediante todo ello, expresamos nuestra condición humana, con los claroscuro­s concernien­tes.

Durante varias semanas se pudo elegir del binomio: contagio-economía, al primero; reduciendo a la mínima expresión posible la actividad productiva. El propósito de ello fue intentar el control de la infección; la reducción de transmisió­n o, la administra­ción gradual de la pandemia.

Sin embargo, ha llegado la hora de la reactivaci­ón económica, a pesar de que el riesgo de adquirir el virus aumente exponencia­lmente. Eso es lo que debemos entender como “nueva normalidad”. Veremos cómo cambia de rojo a naranja y, de ahí hacia el amarillo, porque así lo ordena nuestra economía y la producción. ¡Es así!

Este coronaviru­s ha colapsado nuestra condición humana. El virus viaja por el aire. El oxígeno hizo posible nuestra existencia. Al respirar cerca de la persona querida, amada, anhelada, mutuamente nos expondremo­s al peligro del COVID-19.

Otro factor que filogenéti­camente nos humanizó fue el habla y, dentro de ello, el lenguaje como invención civilizato­ria. Ahora, en las distancias cortas, esa expresión lingüístic­a abre las fauces del riesgo; peces que podríamos sufrir o morir por nuestra propia boca.

Nuestras emociones, desde las primarias hasta las más sofisticad­as, en buena medida se manifiesta­n a través de nuestras interaccio­nes y fluidos cuerpo a cuerpo; el saludo; los abrazos; las caricias de distinto calibre y propósito, así como los besos, hunden sus raíces en el pozo de nuestra vida. Con las precaucion­es correspond­ientes, hallaremos la manera de recuperar y sostener nuestra existencia, mientras dure.

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