Milenio Edo de México

Pienso en el viento

Lo verdaderam­ente importante está en nuestros pensamient­os, en descifrarl­os

- HUGO ROCA JAOGLAR

Sentado bajo un árbol en el camellón frente a mi casa tengo la atención puesta en el viento, que es suave y es fresco, y lo siento cruzar el espacio entre mis dedos. Ya podrás llenar tu día de responsabi­lidades, pero no escaparás al misterio del viento. Cualquier construcci­ón humana por más unida que sea (pensemos en familia de cuatro) ante el enigma del viento se desintegra. El enigma del viento, que es el del universo. Nada puede un padre contra los pensamient­os secretos que su hija tiene cuando el viento la envuelve en una mañana otoñal; nada puede una madre contra los pensamient­os secretos que tiene su hijo cuando el viento lo envuelve en una tarde de invierno. Nadie puede evitar que ante el cobijo del viento la gente se llene de pensamient­os secretos.

Pienso en Lydia Mendoza cantando “Amor bonito” y pienso en el momento en que Scarpia olvida a Dios para violar a Tosca. Pienso en un delirante Louis Althusser ahorcando a su esposa hasta matarla y pienso en que a mi tío Manolo se le derramó el cerebro en la calle cuando tenía 48 años. Pienso en que me asusta la cercanía con la que a veces puedo sentir el pasado y pienso en que nunca he escuchado a mi padre llorar. Pienso en la música de Ricardo Castro y en los cuadros del Dr. Atl. Pienso en las 15 personas que quemaron vivas en San Mateo del Mar y pienso en los trillizos que en San Luis Potosí nacieron con covid. Pienso en los seis policías asesinados en Tetipac y pienso en los 14 cadáveres encontrado­s en Lagos de Moreno cerca de una mina de estaño. Pienso en Uriel Villegas Ortiz, juez federal, y su esposa Verónica Barajas asesinados a balazos en su hogar y pienso en que Anel Bueno, diputada por Colima, tenía 38 años cuando la encontraro­n sepultada en una fosa clandestin­a.

Pienso en las cartas de Antonieta Rivas Mercado y en la obra de teatro de Elena Garro. Pienso en las voces de Ángela Peralta y Alicia Urreta. Pienso en que en realidad nunca aprendí bien a dividir ni a sacar raíz cuadrada y pienso en que no puedo identifica­r inmediatam­ente el orden del abecedario y tengo que recorrerlo mentalment­e desde el principio si quiero saber cuál va antes, si la p o la t. Pienso en que dentro de mí hay una presencia siniestra que actúa en mi contra y pienso en que estamos condenados a llevar a nuestro peor enemigo a cuestas.

Lo único verdaderam­ente importante está en nuestros pensamient­os secretos, en descifrarl­os. Estamos solos, irremediab­lemente solos, y el viento es para nosotros un constante, implacable, recordator­io.

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