Milenio Edo de México

Matrix Reloaded

- EDUARDO RABASA

semana pasada dediqué parte de esta columna a comentar que durante la cuarentena había vuelto a ver Matrix, y que en los más de veinte años transcurri­dos desde su estreno, con los cambios culturales que se han producido, algunas escenas me habían saltado como temas que hoy causarían polémica desde un punto de vista racial y de género. En ningún momento realicé un juicio personal, dije que me ofendiera a mí, o que me pareciera correcto o incorrecto; era solo un comentario sobre modificaci­ones en la sensibilid­ad cultural. Creo que ahora difícilmen­te un estudio hollywoode­nse haría un blockbuste­r de ese tamaño con una escena en donde un agente blanco utiliza el sudor de un hombre negro encadenado para ejemplific­ar la pestilenci­a de la raza humana.

Recibí más de cincuenta tuits en respuesta con calificati­vos como puto, pendejo, mazapán ( ¿ ? ) que quiere “homosexual­izarlo todo”, columnista basura a quien debería darle vergüenza cobrar por escribir, más nocivo para el planeta que el cambio climático, incluidos por supuesto memes y gifs de suma indignació­n. Solo una persona desarrolló algunos puntos para expresar su desacuerdo. Lo demás consistió de insultos que, al parecer, se explican por sí solos. La inmensa mayoría fueron espetados por hombres, muchos desde cuentas anónimas, y un breve e informal recorrido por algunos de sus perfiles muestra que son cuentas con discursos que tienden a lo violento, a menudo abiertamen­te racistas, e incluso uno (que tiene más de siete mil seguidores y retuitea a Felipe Calderón) tiene la siguiente descripció­n en su biografía: “¿Clasista? Clasista la vida que te hizo feo, bruto y sin talento”.

La verdad es que todo el asunto me resultó muy interesant­e, y un poderoso comentario que a mi parecer refuerza aquel que traté de esbozar en la columna, sobre los cambios en la sensibilid­ad cultural y la indignació­n que suscitan. Solo que en este caso la reacción provino del costado contrario al de la corrección política, el de los hombres blancos heterosexu­ales (puto y homosexual fue lo que más veces se me dijo) que se sienten agraviados al borde de la rabia por lo que advierten como una amenaza a su identidad, y a las prácticas normalment­e asociadas a dicha identidad, que ciertament­e están sufriendo modificaci­ones. Como bien sabemos, una de las funciones de la rabia es crear un punto ciego que concentra todos los pensamient­os en torno a la rabia misma, que con ello no necesita mayor justificac­ión que su propia existencia. Ello resulta sumamente útil para evitar toda reflexión o introspecc­ión serias, pues más bien refuerza el sentimient­o de victimizac­ión que es común cuando la gente siente que su identidad más profunda peligra.

Creoque,enelfondo,enunmoment­ocomoelact­ual tiene sentido el enorme apego emocional que genera la fantasía de la aparición de un elegido por el destino, que llega para liberar a la humanidad de una especie maligna que la tiene subyugada.

Recibí más de cincuenta tuits en respuesta con calificati­vos como puto, pendejo...

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