Héctor Aguilar Camín

“Un buen tip, la estrategia esbozada en el documento del BOA”

Cal

y Arena no asistirá este año a la FIL de Guadalajara. Pero esta no es la noticia, la novedad es que un hombre de gran sentido político como Raúl Padilla se empeñe en llevar a cabo la feria del libro en un año horrendo y en una época en la cual lo mejor que ocurrirá en los pasillos, desinfectados o no, será el rebrote del virus que ha matado, hasta hoy, a 27 mil mexicanos.

No sé lo que opine el gobernador Alfaro, pero no debe hacerle gracia el riesgo y el tono un tanto cuanto lopezobradorista: se hace porque se hace y punto. ¿No nos hemos dado cuenta de que atravesamos uno de los años más oscuros del México moderno? ¿No se puede postergar unos meses o, de plano, suspender la Feria? Todo se detuvo en México: todo. ¿Y vamos a ir a escuchar a unos escritores hablar de sus libros? De pena. Pregunto sin afán melodramático: ¿no estamos de luto?

No tengo la menor duda de que la FIL es el gran acontecimiento editorial de la lengua castellana, precisamente por eso le debemos respeto. Una industria derruida, editoriales quebradas, imprentas detenidas, librerías cerradas, el mercado del libro clausurado. Y para taparle el ojo al macho hacemos una feria.

Nadie piensa, en cambio, en exigirle al gobierno de López Obrador un plan de emergencia para salvar el último soplo de vida de la cultura mexicana. El gobierno no le pondrá un peso al libro, no le interesa. Pues exijamos que se lo ponga, esa es su obligación.

Imagino un escenario: se suspende la FIL y todas las editoriales, o la gran mayoría de ellas le presentan al Presidente una petición de salvamento: la industria editorial muere en México, ¿ la dejaremos morir?

Insisto: suspendamos la FIL y convirtamos ese espacio en un lugar público de protesta; sí, de protesta, por el desastre en que han convertido al libro mexicano.

Raúl Padilla, Marisol Schulz: suspendan la Feria del Libro de Guadalajara por los enfermos y los muertos, por el desastre editorial, por la catástrofe económica, por el desprecio del gobierno de López Obrador a la cultura. Un día hay que hacerlo. O nunca.

El gobierno no le pondrá un peso al libro, no le interesa