Milenio Edo de México

Y Peña Nieto ¿cómo durmió?

- CARLOS PUIG @puigcarlos

Ha

sido claro desde hace dos años, cuando ganó la elección presidenci­al y después desde Palacio Nacional, que el presidente López Obrador ha sido más bien cauto, respetuoso con Enrique Peña Nieto.

Cuando habla del pasado reciente, esa época del neoliberal­ismo a la que dedica tantos minutos cada mañana, cada mitin, por alguna razón parece saltarse los seis años que le precediero­n. Es raro, además, porque siendo la corrupción el tema del sexenio, dicho por él, el que más le obsesiona, pues vaya sexenio el que obvia.

Es cierto también que, aunque él ha dicho que no denunciará a Peña Nieto y hace poco, cuando se filtró una nota que Función Pública estaba investigán­dolo, dijo que en el Ejecutivo no se estaba investigan­do a Peña, ha repetido que las investigac­iones abiertas se sigan. Y siempre complement­a con el raro asunto, ese de las consultas para juzgar ex presidente­s del “periodo neoliberal”.

Ayer, el fiscal Alejandro Gertz hizo un anuncio que podrían cambiar esta parte de la narrativa de la autonombra­da 4T.

El primero y creo, más relevante, es que Emilio Lozoya ha decidido cooperar con la investigac­ión sobre la corrupción relativa a los casos Odebrecht y la compra de la planta de Agro Nitrogenad­os. Eso significa que no peleará la extradició­n y que pronto estará en México. No tenemos detalles de lo hablado entre la Fiscalía y Lozoya: qué contará y entregará a las autoridade­s, a cambio de qué beneficios en la sanción; solo sabemos que su abogado, Javier Coello, no estuvo de acuerdo y abandonó su defensa.

Pero también por Coello sabemos del alegato que Lozoya “es inocente”, y en caso de no serlo “él no se mandaba solo”.

Sabemos también por investigac­iones periodísti­cas que, de ser cierto, el asunto Odebrecht comenzó durante la campaña de Enrique Peña Nieto —lo cual provoca líos para la Fiscalía sobre la configurac­ión del delito, pero eso es para otro día—; de probarse esa acusación, y más con la ayuda de Lozoya, pegaría en el centro de la legitimida­d del ex mandatario.

La decisión de Lozoya puede significar que se termine la vida, medianamen­te tranquila, que hasta hoy tenían el ex presidente Peña y otros pesos pesados de su sexenio. Si no, sería difícil entender, y más difícil de vender, al menos políticame­nte, el acuerdo con el ex director de Pemex.

No tenemos detalles de lo hablado entre la Fiscalía y Lozoya

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