Automentira en política
se ha dicho antes, la única verdad es que todos mentimos. Y lamentablemente más cuando de Política se trata. Mentiras abundan por todas partes, todos los días, desde lo más antiguo hasta lo más reciente. Sin embargo, la mentira más dañina es la tendencia al autoengaño, a fantasear con nuestras mentiras, aunque a veces sea cuestión de sobrevivencia, que es cuando surge la llamada “automentira piadosa”, que ayuda para evitar hundirnos y conservar lo mínimo para seguir con vida.
Es un mecanismo psicológico que impacta nuestra condición personal e impide perder la confianza en nosotros mismos, conservar lo más alto posible la indispensable autoestima, aprovechando nuestra capacidad de justificación o al menos protección de nuestra imagen, tratando de ocultar el rostro deformado de nuestra realidad, que, aunque nos disguste, ahí estará siempre, terca y obstinada, padeciendo el síndrome de Dorian Grey, clara expresión de la ceguera voluntaria, hasta que son obligados a reconocer la realidad, cuando se llaman a sorpresa y se escandalizan.
Los políticos son resultado de la sociedad en que se forman, comparten los mismos valores, algo influyen los buenos legados históricos, sociales y culturales, pero perdura el arraigo de esos valores compartidos. Un político dotado de atributos positivos de nada sirve y fracasaría en un contexto adverso a esos atributos ideales.
En vísperas del proceso electoral para el 2021, esta conducta es cada vez más notoria en los personajes protagonistas que se vislumbran. El llamado del Presidente López Obrador a la lucha contra la corrupción, seguirá como bandera, aunque muchos sigan esperando el encarcelamiento de personajes de fama corrupta, prototipos de la corrupción sistémica, de sus complejos, de su incapacidad para superar el amiguismo y el nepotismo, encuadrado en una ambición irrefrenable por la riqueza, aunque les provoque la muerte.
No seré quien censure a nadie por su conducta de creerse sus propias mentiras, allá cada quien, con su conciencia y desempeño, pero no podemos dejar de señalar el daño que se provocan y causan a quienes son presa de esta tendencia, porque en la Política los hechos son los únicos que cuentan. Y pueden constatarlo con la presencia de los “juniorsiques” encumbrados en diversos partidos y cargos, como algún día les llamó Porfirio Muñoz Ledo.
Recordemos los pronósticos triunfalistas o derrotistas de los protagonistas del grupo gobernante hace dos años, en los meses previos a un día como hoy, que el resultado adverso al final derrumbó todo tipo de simulaciones, mentiras y fantasías. Descubrie
ferocidad._ ron que les había pasado encima una “revolución electoral”. Después les toca asumir todas las consecuencias que no podían o se negaban a imaginar, y que ahora combaten sin éxito, aunque con