Mártir de la ciencia
En castigo a su homosexualidad, la Inglaterra neovictoriana dio a escoger al hombre joven que después sería reconocido como “el padre de la computación” la cárcel o un tratamiento que lo inhibiría sexualmente. Lo aceptó, pero sus efectos lo condujeron a un suicidio aún sospechoso. Se llamó Alan Turing y en su monumento se lo ve sentado en una banca. A diferencia de los de otros personajes históricos, se lo ha respetado. Justicia poética. Donceles