Una piedra en el camino
Proyectar
escenarios catastróficos es común durante cualquier crisis, pero si la crisis viene envuelta en una pandemia, las proyecciones se vuelven profecías y los profetas, tienen tendencias apocalípticas.
En el futbol nos encanta profetizar, atinar al cambio, al resultado, al campeón. Como en todos los juegos, la carga emocional es mayor que el componente racional. Medios, aficionados, especialistas y profesionales dedicados a este negocio, pretendemos adivinar el futuro al calor de una buena polémica, la discusión es la mejor herramienta aunque no siempre viene acompañada de reflexión. Todos creemos tener la razón al defender nuestra opinión; es una condición natural del deporte provocada por su elemento natural: la pasión.
En las últimas semanas han proliferado los pronósticos negativos alrededor del futbol. El recuento de daños multiplica las pérdidas por millones, se habla de quiebras, deudas, préstamos y acreedores, que arrasarán esta industria con la violencia de un huracán. Nadie puede poner en duda las amenazas que este sector va enfrentar. Tampoco hay garantías para pensar que la recuperación económica sea inmediata: en esta ocasión, no alcanza con poner a rodar el balón. Sin embargo, hay organizaciones que resistirán esta crisis y quizá salgan fortalecidas porque en plena tempestad, permanecen aferradas a una piedra: su cantera.
Serán los equipos que mejor han trabajado en los últimos años su tierra, los primeros en levantarse. Como ningún otro recurso, las propiedades de la cantera son ideales para enfrentar esta crisis e intentar salir de ella. Hecha la estructura, el desarrollo y la inversión, la cantera significa ahorros, ingresos, identidad y competitividad. Un equipo con una cantera fuerte, tiene un techo donde guarecerse, una familia en la cual apoyarse y una profunda raíz en la que afianzarse. Las canteras eran importantes, ahora son fundamentales.