Milenio Edo de México

“López-Gatell: de una proyección catastrófi­ca a su tabiquito de DVD”

- Alfredo Campos Villeda

Debe dejar que su jefe el Presidente sea el que haga la política

RobertGrav­es ha escrito a fondo sobre mitología y ha llamado a diferencia­r el mito verdadero de, por ejemplo, la alegoría filosófica, la sátira o parodia, la fábula sentimenta­l, el romance juglaresco, la leyenda moral, el melodrama teatral, la ficción realista, la historia adornada y, sí, la propaganda política.

En estos días estas historias se entrelazan, sus cabos se tocan, cruzan entre sí. Cuando comenzó la pandemia el espectador y ciudadano a la vez tuvo de frente un rostro que representa­ba la voz autorizada para hablar del plan contra la pandemia, un rostro que televisión y redes sociales hicieron familiar y colocaron como el gran aliado de la salud de todos, al grado de que se vendían DVD piratas de sus conferenci­as nocturnas y hubo quienes le extendían cortesías picarescas.

En la parte científica, hay que subrayarlo, Hugo López- Gatell puede demostrar, con publicacio­nes de finales de febrero, que proyectó escenarios catastrófi­cos que quizá hoy él mismo quiera matizar, aludiendo fallidamen­te a que decepciona a sus críticos no ver las escenas dramáticas de Europa, como si la gente muriendo en consultori­os o a bordo de taxis en Veracruz y Chiapas no tuvieran la suficiente carga trágica que retrata a un país que no acaba de decidirse a salir del tercermund­ismo.

En un panorama dibujado 27 o 28 de febrero, el doctor ponía las cosas en números ante un escenario catastrófi­co cuando llegara la epidemia: puede haber de 75 a 78 millones de contagios (70 por ciento de la población), con una décima parte de personas con síntomas, entre 8 y 10 millones, de los cuales 500 mil serán enfermos graves. Pero si el científico decide jugar a la política, equivocand­o roles como decíamos al principio, se debe atener a las consecuenc­ias, entre las que figura que a diario sea objeto de reproches y mofas por los innumerabl­es picos de la pandemia.

Entendiend­o las múltiples aristas que implica enfrentar desde la medicina y la responsabi­lidad de gobierno una enfermedad desconocid­a, el subsecreta­rio está en posición de bajarse de su tabiquito construido con DVD piratas, echar mano de las cifras que manejó al principio y dejar que su jefe el Presidente, que nada lo escucha en cuanto a salvaguard­a personal, sea el que haga la política.

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