Lozano: el uniforme del alma
Entre otras propiedades, las buenas canteras tienen una patente de personalidad
Bajola piel del jugador criado en cantera, hay una fibra muy sensible que conecta su cuerpo con el alma. Esa capa que protege al futbolista fue formada en los primeros años de su vida, y sin importar el equipo o los colores que defienda, le acompaña el resto de sus días. Es una especie de funda que se coloca por dentro, la horma del carácter: como si su espíritu llevara un uniforme.
Hilvanada por un viejo costurero, la camiseta del canterano es cobijo en la oscuridad, cobertor ante la frialdad, velamen en tempestad, bandera para escudar y un tejido familiar que, al jalar su hebra, le recuerda de qué está hecho y hacia dónde va. En las últimas semanas, Hirving Lozano no jugó con la camiseta del Nápoles, salió al campo con la de Pachuca, encontrando en su memoria esas fibras que, siendo niño, fueron puestas en su interior.
Con 2 goles en 110 minutos en los últimos 5 partidos, la recuperación de Lozano es producto de su talento, expresado en una forma de jugar, pero sobre todo, de su temperamento, identificado con un linaje de profundas raíces en el juego. Entre muchas otras propiedades, las buenas canteras tienen una patente de personalidad.
El ambiente, la educación, la sencillez, la disciplina, el método y la calidez; los valores y principios con los que se cría un jugador marcan su futuro. Herederos de un linaje, los canteranos llevan el sello de calidad en las piernas, el instructivo en la cabeza y el certificado de garantía en el alma.
Gattuso, hombre fundido con el acero de las legiones, enfrentará en las próximas semanas un partido trascendental. La eliminatoria pendiente en Barcelona exigirá todo el talento de su equipo, pero más allá del futbol, el Nápoles va a necesitar esa capa fibrosa que uniforma el espíritu de los jugadores por debajo de sus camisetas. El Chucky Lozano llegará a ese momento determinante en su carrera vistiendo los colores de su cantera.