Milenio Edo de México

Igor Herrera, el colosista no tecnócrata

Luis Donaldo Colosio era un político híbrido, que se distinguía por ser renovador y recorrer pueblos, pero a la vez tenía su título de economista del Tec y su maestría en Pensilvani­a, opina Agustín Basave, quien fue colaborado­r del sonorense

- Diego Osorno

Aras de tierra, Igor Herrera trabajó con Luis Donaldo Colosio en el área de Comunicaci­ón Social, cuando éste fue líder nacional del PRI, secretario de Desarrollo Social y luego candidato presidenci­al. Hoy en día, una habitación de su hogar está dedicada a la memoria de su antiguo jefe: carteles, camisetas y otros souvenirs con el nombre y/o la imagen del político de Sonora adornan la casa, destacando una fotografía en la que ambos se dan la mano.

“Era muy serio, tenía una voz grave, era un jefe estricto, pero era un gran amigo”, afirma Herrera. “Era una gente feliz, a la que no se le notaba mucho cuando hablaba en público porque era demasiado serio. También era muy estricto como jefe: cuando algo no le parecía era muy regañón, a lo mejor la gente no lo sabe y está mal que lo diga, pero así era él. Y no tenía nada de malo, sino que era el jefe, y si alguien se equivocaba pues era bastante, bastante severo cuando regañaba gentes.

—¿Te tocó esa severidad alguna vez?

—Me tocó verlo, porque obviamente conmigo nunca se dirigió así, porque yo era más o menos un gato de angora, a mucha honra. Entonces conmigo nunca tuvo una situación así, pero me tocó ver muchísimas situacione­s con sus cercanos colaborado­res de un temperamen­to fuerte, estricto, pero muy buen amigo, los quería mucho. Además, me tocó verlo en situacione­s muy personales, declamaba muy bien, con mucho sentimient­o, y eso, para los que no lo veían más que en público, es difícil de creer. Era muy muy buena persona, muy buena persona. A pesar de su carácter muy estricto.

“Buenas entrañas”

Agustín Basave, otro colaborado­r de Colosio en aquellos años, quien fue diputado federal y consejero, define a su también amigo como “un hombre sencillo, muy norteño, muy frontal, de pocas palabras, inexpresiv­o en muchas ocasiones, pero era un hombre bueno, esa es la definición que vas a escuchar, que se repite cuando le preguntes a la gente que lo conocimos, a todos aquellos que convivimos con él de alguna u otra manera, o trabajamos con él, o fuimos sus amigos.

“Si les preguntas, ¿cómo era Donaldo? Todos te van a repetir, entre muchas otras cosas: era un hombre bueno, era un hombre de buenas entrañas, era una persona que no buscaba hacer daño a nadie, no le gustaba jugar sucio, le gustaba jugar de frente, no era un político natural”.

—¿A qué te refieres con que no era natural?

—Era un político aprendido. No era de esos que lo traen en la sangre, en su ADN, esos que se levantan en la mañana y se grillan a sí mismos en el espejo. No, él aprendió a hacer política, y lo aprendió bien, y sabía mover las piezas en el tablero de ajedrez, pero no era así siempre. El político natural a veces tiende a grillarse hasta a su propia familia, a sus hijos. Donaldo en el momento que salía de la oficina era un ser humano, era un amigo, padre de familia, esposo, era otra cosa.

—¿Cómo lo trataron al llegar a la dirgencia nacional del PRI?

—Al principio, cuando llegó, lo veían hacia abajo. Era muy joven, no tenía tanta experienci­a política, y la verdad es que los viejos lo veían como este muchachito no va a poder con el partido, le queda grande, hacían apuestas en los metidores políticos de cuándo iba a caer, pero se fue afianzando, fue haciendo las cosas, haciendo bien su trabajo y al rato, al año, yo diría al año y pico, ya le hablaban de usted: señor presidente, líder, le decían ya. Me acuerdo que le decían, ¿qué pasó líder?, los viejos, los dinos. Se fue ganando el respeto de la gente.

“Era híbrido”

—¿El respeto de todos los llamados dinosaurio­s?

—Había una vieja guardia priista a la que nunca le cayó bien, a quienes Colosio les molestaba un poco porque... pues por estas cosas, estos proyectos renovadore­s de cambio, porque no era tan ortodoxo como ellos hubieran querido, pero lo respetaron al final. Al final le tuvieron respeto, le veían proyección, y se tenían que quitar el sombrero ante su trabajo como presidente del partido, porque dio muy buenos resultados electorale­s pero además, porque la asamblea decimocuar­ta salió muy bien, porque a pesar de toda esta rebelión de las bases, no se desbordaro­n las cosas, no fue un caos, no se rompió la asamblea, no se reventaron los foros, terminó, concluyó con nuevos documentos básicos, nueva declaració­n de principios, nuevos estatutos, programa de acción, es decir, salieron las cosas a pesar de lo revolucion­ario de muchas de las propuestas que se hicieron y de los debates que hubo ahí, entonces él quedó muy bien, acumuló mucho capital político en esa época y pues yo creo que el paso natural era irse al gabinete, porque en el sistema político mexicano de entonces estaba la regla no escrita de que del gabinete salían los precandida­tos, los tapados o finalmente el tapado, el candidato presidenci­al, el sucesor salía del gabinete y entonces pues en esa liturgia política él tenía que pasar al gabinete si es que aspiraba a ser presidente de la República, como era el caso.

—¿Cómo definirías a Donaldo políticame­nte?

—Donaldo era un híbrido: no era ni dinosaurio ni tecnócrata, era político renovador y eso era nuevo en esa época, en ese contexto era novedoso que hubiera un político renovador, es decir, político porque había hecho una carrera política ya que había sido diputado, senador, presidente del partido, conocía el trabajo de base, de hacer campaña, de recorrer los pueblos, conocer a la gente, pero al mismo tiempo era un economista del de Monterrey que había estudiado en Pensilvani­a su maestría y también tenía rasgos de los tecnócrata­s pero no la experienci­a ni el trabajo ni la visión tecnocráti­ca, solo coincidía con ellos en la renovación, en la necesidad de cambiar.

Serio, estricto, pero buen amigo y líder, es como definen a Colosio quienes fueron parte de su equipo

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ESPECIAL Igor Herrera se desempeñó en el área de Comunicaci­ón Social cuando Donaldo asumió la presidenci­a nacional del PRI.
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