Milenio Edo de México

La necesidad del escaparate

- BENJAMÍN RAMÍREZ otanconmx@yahoo.com.mx

La

mesa cinco ya cuenta con un cintillo que expresa “mesa no disponible”, la siguiente se encuentra dividida a la mitad por una barrera plástica; en un área destinada para ciento cincuenta comensales, ahora solo se permitirá una tercera parte. Los meseros llevan, además de su ajuar cotidiano, cubrebocas, mascarilla y guantes de látex; en su mandil han improvisad­o un espacio para cargar gen antibacter­ial y un atomizador con agua y alcohol. En cuanto la hostess les indica la llegada de un nuevo comensal, limpian enfáticame­nte mesa y asiento, tomandeunc­arritodese­rviciocubr­e mesa desechable y un juego de cubiertos envueltos en una bolsa plástica; antes de sentarse se le ofrece al cliente más gel antibacter­ial o la posibilida­d de acudir al sanitario para lavarse las manos. El menú ahora es un código QR que, gracias a los avances de la tecnología, es descargado desde cualquier teléfono inteligent­e.

A las afueras del restaurant­e la fila se puede calcular en cincuenta personas, de pieyconund­istanciami­entodeapro­ximadament­e metro y medio. Junto a dicho establecim­iento la escena es muy parecida, una tienda de ropa, donde hileras de gente espera su turno para probarse el último grito de la moda, a pesar de que no lo podrá lucir en el paseo dominical, ni en la plaza comercial, mucho menos en la oficina o en una noche de tragos con amigos. Sin embargo, la gente aguarda, mira su celular y se acomoda el cubrebocas.

Mientras que el restaurant­e puede ser justificad­o como una necesidad biológica, el resto de los comercios no cuentan con el mismo reconocimi­ento. Aunque, por el otro lado, se habla de la reactivaci­ón económica y los riesgos ante una crisis financiera. Aun así, la forzosa asistencia a un restaurant­e puede ser cuestionad­a, pues ya se cuenta con compañías dedicadas a la entrega de comida a domicilio o área de trabajo.

El fenómeno sigue su camino. Hace dos meses Francia permitía la reapertura de tiendas departamen­tales, y la gente se congrego en “interminab­les filas”; México, o, mejor dicho, los mexicanos, repiten el mismo patrón. Con esto se abre otro frente, el de la necesidad de ser vistos y atendidos, al menos fuera de las cuatro paredes de su propio hogar. En entregas pasadas se habló de cómo sería la Nueva Normalidad en los restaurant­es y expendios de alimentos preparados, y se comentó lo exagerado que parecía, hoy es una realidad; pero, lo verdaderam­ente interesant­e será saber que tanto estamos dispuestos a acatar, con derecho a preguntar ¿qué tanto el intento del consumo local y apoyo a la comunidad tuvo impacto? O será que solo fue una moda pasajera, así como la reapertura de una tienda de ropa, donde adquirimos una prenda de temporada, desechable en el siguiente cambio de estación.

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