Milenio Edo de México

López-Gatell y fin del liderazgo

- CARLOS PUIG @puigcarlos

Durante cuatro meses el subsecreta­rio fue la voz líder de la pandemia

Bajar

una escalera es siempre más peligroso que subirla. Se necesita tener mucho más cuidado y atención.

Es más sencillo dar una sola orden: ¡Quédate en casa! que decir: quédense en casa casi todos, pueden salir poquito unos, otros menos; los que salen pueden solo hacerlo a ciertas horas, los otros unas pocas horas más, pero no tantas, pero con cubrebocas; aunque si no usan cubrebocas no importa porque no sirven tanto como todos creen, y los que salgan pues no se acerquen a los otros; hagan filas según apellidos y luego de eso lavarse las manos… Si van a un restaurant­e está bien, pero no tanto, y depende a cuál y cómo y qué piden y eso sí, poco tiempo… Por cierto, lo que digo yo importa, pero también lo que diga el gobernador, y pongan atención a su alcalde, aunque lo que digan sea diferente y a veces contradict­orio porque todos somos autoridad… Y así.

El desconfina­miento es un caos.

Basta ver las recientes conferenci­as de prensa del doctor Hugo López- Gatell.

Durante cuatro meses en televisión nacional todas las tardes, una vez a la semana en la mañanera, él fue la voz líder de la pandemia. Nos dijo una y otra vez que nos debíamos quedarnos en casa. Una orden. Una indicación. Ahora que hay que bajar la escalera, hay que escuchar a otros, nos dice, entre ellos, y sobre todo, a nosotros mismos.

Tess Wilkinson-Ryan, académica especializ­ada en la sicología de la toma de decisiones, escribió un interesant­e artículo en TheAtlanti­c sobre el desconfina­miento y lo que está sucediendo en Estados Unidos. Vale la pena leerlo completo; aquí solo unos párrafos:

“De repente, la carga recae en las personas para participar en algunos de los análisis de costo-beneficio más frustrante­s y confusos de su vida. La toma de decisiones en pandemia implica dos tareas cognitivas complejas: razonamien­to moral y evaluación de riesgos”.

“Se les pide a las personas que decidan por sí mismas qué riesgos deben tomar, pero un siglo de investigac­ión muestra que las personas son malas para evaluar el riesgo en situacione­s complejas. Durante un brote, la orientació­n vaga y las normas de comportami­ento ambivalent­es conducirán a un pensamient­o completame­nte defectuoso. Si un negocio está abierto, pero sería una tontería visitarlo, eso es un fracaso de liderazgo”. Así.

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