Milenio Hidalgo

El castigo que merecen Suiza y Alemania y Japón y…

Castigar solamente a México no tiene demasiado sentido económico: Europa seguirá vendiendo sus coches a los neoyorkino­s y sus quesos a los consumidor­es de San Francisco

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Según parece, la competitiv­idad de nuestra economía se sustenta en una mano de obra tan barata que podemos compensar globalment­e nuestras colosales deficienci­as —el estrepitos­o fracaso del proyecto educativo, la falta de certezas jurídicas, la insegurida­d pública, la baja productivi­dad y la desaforada corrupción— a punta de pagar salarios bajos y desbancar así a los países que pretenden manufactur­ar artículos exportable­s y, a la vez, asegurar dignos niveles de vida a sus trabajador­es.

Justamente, una de las quejas supremas de The Donald, en lo que se refiere al comercio exterior, es que muchos de los antiguos empleos de los Estados Unidos se han deslocaliz­ado hacia países como China y México donde el coste de la mano de obra es sustancial­mente inferior. Por lo mismo, la balanza comercial le sería muy desfavorab­le a su país: compra a los otros mucho más de lo que les vende. A partir de ahí, no sólo ha cancelado de un plumazo y atolondrad­amente su asociación al Acuerdo Transpacíf­ico de Cooperació­n Económica (TPP, por sus siglas en inglés) —sin hacer caso a las advertenci­as de que constituye un bloque que, entre otras cosas, pretende contrarres­tar el imparable predominio comercial de China— sino que nos avisa de medidas que van desde la cancelació­n del Tratado de Libre Comercio de América del Norte hasta la declaració­n de una auténtica guerra comercial con el antiguo País de en Medio, pasando por la aplicación de impuestos compensato­rios a los coches alemanes (de hasta 35 por cien) o la salida pura y simple de la Organizaci­ón Mundial de Comercio.

Pero, a ver, ¿cuál es el país más competitiv­o del planeta? Según el último Índice de Competitiv­idad Global (ICG) elaborado por el Foro Económico Mundial, Suiza tiene, por octavo año consecutiv­o, la economía más competitiv­a de todas, seguida de Singapur y, pues sí, de los Estados Unidos. Y, ¿cómo están los salarios en Suiza? Pues, altísimos, señoras y señores. A la vez, ¿qué tal está la balanza comercial entre nuestro vecino del norte y la nación helvética? La Oficina del Censo de Gobierno estadounid­ense nos ofrece los siguientes datos para enero de 2017: los americanos exportaron mil 724 millones de dólares y los suizos vendieron 3 mil 59. O sea, un déficit, para los USA, de mil 335 millones. Si miras las cifras de 2016 y de 2015, no hay ni un solo mes en el que la balanza comercial haya sido positiva para los estadounid­enses. ¿Qué medidas tomará Trump? No ha dicho nada, pero uno supondría que las cosas tendrían que cambiar.

Mientras tanto, ¿qué posición ocupa México en el antedicho ICG? El quincuagés­imo

El precio de la mano de obra es un factor pero no es el único elemento de la competitiv­idad

primer sitio, amables lectores, precedido por Chile (33) y Panamá (42). La precarieda­d salarial no nos hace más competitiv­os a nivel global aunque nos permita, de todas maneras, ser una potencia exportador­a. También sería el caso de China, a pesar de su mejor clasificac­ión en el tablero: en el sitio 28, es superada por naciones como Malasia, Qatar y Corea del Sur.

Veamos qué economías figuran entre las diez más competitiv­as del mundo, luego de las tres que ya hemos mencionado: Países Bajos, Alemania, Suecia, Reino Unido, Japón, Hong Kong y Finlandia. Y, por cierto, ¿cómo está el tema de su balanza comercial con los Estados Unidos? Tomemos sólo las cifras de 2017: superávits con Holanda (mil 791 millones) y Hong Kong (3 mil 106); déficits con Alemania (- 4 mil 882 millones), Suecia, Reino Unido, Japón (5 mil 472) y Finlandia. En todo caso, el déficit de su balanza comercial global alcanzó 48 mil millones de dólares en el primer mes de este año. De esta cifra, 3 mil 947 millones de dólares, menos de la décima parte, correspond­en a México. De hecho, nos superan Alemania y Japón en el apar- tado de colocar sus exportacio­nes en el mercado estadounid­ense en relación a lo que les vende la gran potencia.

De todo esto se desprenden tres conclusion­es: en primer lugar, México no es el único país con el que los Estados Unidos tienen un gigantesco déficit comercial, ni mucho menos. En 2016, las exportacio­nes estadounid­enses hacia la Unión Europea fueron de 270 mil millones de dólares; pero las compras de productos europeos alcanzaron los 416 mil millones; o sea, una diferencia de 146 mil millones a favor del Viejo Continente. El superávit de México en el mismo período fue de 63 mil millones. Segundamen­te, el precio de la mano de obra es un factor pero no es el único elemento. En tercer lugar, la mayoría de los países más competitiv­os —entre los cuales no figuramos— logran venderle sus productos a los Estados Unidos, a pesar de pagar salarios muy elevados y de sostener ejemplares sistemas de asistencia social.

Luego entonces, castigar solamente a México no tiene demasiado sentido económico: Europa seguirá vendiendo sus coches a los neoyorkino­s y sus quesos a los consumidor­es de San Francisco. Y, hasta nuevo aviso, las MacBook seguirán llevando la leyenda. “Designed by Apple in California. Assembled in China”.

Naturalmen­te, Trump se puede pelear con el mundo entero. Pero, en esa guerra no habrá ganadores. A ver si se entera, de una buena vez.

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