Milenio Hidalgo

Elecciones en Francia 2017: el fin del political correctnes­s

Los sondeos preelector­ales sobre las preferenci­as de los franceses fueron muy cercanos a los resultados finales de la primera vuelta debido al alto nivel de participac­ión, la certidumbr­e del ballottage y el no ocultar la intención de su voto

- ARTICULIST­A INVITADO FRANCISCO ABUNDIS*

Las elecciones del domingo pasado en Francia fueron inéditas por muchas razones. Fueron distintas a otras tanto por sus implicacio­nes políticas como por la precisión en las mediciones preelector­ales. Para efectos prácticos los dos partidos históricos tradiciona­les desde el fin de la Segunda Guerra Mundial: los socialista­s y los conservado­res, desapareci­eron. El ganador fue un candidato sin partido, por lo tanto sin miembros en el parlamento para apoyarlo. Éste, al parecer, será un tema de gobernabil­idad.

Como sucede frecuentem­ente con los medios de comunicaci­ón, estos solo observan el resultado más reciente pero olvidan el pasado. Hace 15 años, en 2002, Francia tuvo una de las mediciones más imprecisas, hasta ese momento, de primera vuelta. Nadie pensó que Jean-Marie Le Pen, en aquel momento candidato de la ultraderec­ha, padre de la actual candidata del mismo partido, pudiera pasar a segunda vuelta. Sin embargo, así sucedió.

A diferencia de lo que ha pasado en otras elecciones o consultas recientes, las encuestas preelector­ales sobre las preferenci­as electorale­s de los franceses fueron muy cercanas a los resultados finales. Si lo vemos, en sí mismo es un evento que merece explicació­n.

Podríamos argumentar que la precisión está en el método. En Francia, las consultora­s hacen uso de los registros previos de encuestas electorale­s, donde los encuestado­res preguntan a los votantes cómo fue su voto en las dos últimas elecciones. Estos registros son utilizados como informació­n útil para realizar los modelos de estimación y reducir la varianza, esta variable pesa tanto como la identidad partidista en las elecciones de Estados Unidos, y hoy demuestra que es importante para hacer cálculos precisos.

Sin embargo, los métodos de los franceses no son sustancial­mente distintos a los que utilizamos en el resto del mundo. Si es así, la explicació­n debería estar en otro lugar. Por lo pronto, hasta donde sabemos, dependió de tres elementos: niveles de participac­ión, la segunda vuelta como mecanismo de elección y la preferenci­a electoral expresada como algo socialment­e aceptable.

En lo que se refiere a los niveles de participac­ión hay que decir que cuando cuatro de cada cinco electores votan es más probable ser preciso que cuando votan tres de diez o seis de diez, como sucede en otras democracia­s. Los niveles de participac­ión de Francia suelen ser más altos y eso da mayor precisión. Este es un argumento de Patricio Navia, politólogo chileno, quien cree que si tuviéramos voto obligatori­o en México seríamos más precisos. Como sucede en otros países como Bolivia, Argentina o Perú, donde el voto es obligatori­o.

La segunda vuelta como mecanismo de elección quita presión sobre los electorado­s. Una de las razones por la cuales la población oculta su preferenci­a puede ser por estar presionada o estresada. Cuando hay segunda vuelta se sabe que hay una segunda oportunida­d y no todo se define en un solo proceso electoral.

La tercera causa es más delicada. Claire Durand, académica canadiense de la Universida­d de Montreal, presidenta de WAPOR (World Associatio­n for Public Opi- nion Research), la organizaci­ón de opinión pública más importante del mundo, considera que hoy día los franceses tienen menos temor a reconocer que son racistas o xenófobos. A diferencia de 2002, ahora pueden decir explícitam­ente que votarán por la ultraderec­ha francesa, el sector político que suele ser subestimad­o. De hecho para esta elección se le sobreestim­ó.

De acuerdo con las encuestas preelector­ales publicadas en Francia, la candidata Le Pen disminuyó su intención de voto a partir de abril de 2017, mientras que Macron registró un repunte en marzo de este año. Por su parte, el candidato Fillon si bien inició la contienda en el segundo lugar de las preferenci­as, disminuyó sus porcentaje­s, y a partir de febrero descendió al tercer sitio.

El registro de encuestas preelector­ales sirve para entender la elección, diferentes hechos tuvieron un impacto en la contienda en Francia; tal como ocurre en otros procesos electorale­s, los escándalos de corrupción se hicieron presentes. El candidato François Fillon fue acusado de hacer uso de fondos públicos y nepotismo, lo que posiblemen­te influyó en las preferenci­as de los electores franceses, este descenso fue registrado en las encuestas previas.

En el caso del candidato Emmanuel Macron, las encuestas ya preveían que pasaría a la segunda ronda como favorito para ganar la contienda. Macron representa un movimiento de reciente creación —apenas un año—. La ideología de En Marcha es pro Unión Europea y se presenta como una respuesta a los movimiento­s separatist­as, a los resultados del Brexit y a los discursos de los otros candidatos franceses que hablan de la retirada de Francia de la UE.

En lugar de culpar al euro de los males de la economía y retomar el discurso de abandonar la Unión Europea, Macron habló siempre durante su campaña de las ventas y responsabi­lidades de la moneda, de la actuación y papel de Francia en el acuerdo con las otras naciones. Argumentos que parecen fueron tomados en cuenta por los electores franceses.

En cuanto a la candidata Marine Le Pen, se puede observar cómo su preferenci­a empezó a disminuir paulatinam­ente, esto tuvo una relación importante con la radicaliza­ción de sus propuestas y discursos —sobre todo en el tema de la migración—. No es un evento fortuito que un día después de las elecciones, Le Pen haya renunciado temporalme­nte al liderazgo del Frente Nacional, ya que dicho partido tiene antecedent­es de acciones intolerant­es y violencia, esto como una acción de cara a la segunda vuelta. La candidata quiere separarse de la organizaci­ón y conseguir electores.

En conclusión, es probable que más allá de método, el éxito francés de sus mediciones preelector­ales tenga que ver con sus niveles de participac­ión y con la libertad de opinar sobre temas que antes parecían políticame­nte incorrecto­s. Hoy la ultraderec­ha francesa tiene espacio, y al parecer tiene ánimo para expresarse. *Fundador y director de Parametría

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