Milenio Hidalgo

La disfrazada violencia de pareja, en una novela

Julieta García González trata las agresiones y la sumisión que existen en una relación

- Es escritora residente en la Universida­d de Maryland. Jesús Alejo Santiago/México

Cuenta Julieta García González que la anécdota de su novela Cuando escuches el trueno (Literatura Random House, 2017) tenía una década en su memoria a la espera de transforma­rse en literatura: una mujer que, pese a tener todas las posibilida­des, por una vivencia elegía entregarse a la sumisión. “Una vez que empecé a escribir la historia me di cuenta de que era muy frecuente que hubiera mujeres y hombres que permitían una relación así, donde las cosas no son parejas porque uno de los dos lleva la batuta y el otro se somete a eso”.

Es una novela llena de violencia, que es sutil, disfrazada. La madre de la protagonis­ta es una mujer violenta, incapaz de relacionar­se y tener afectos, lo que marca al personaje, quien lo aprende como una forma de relación, y “cuando se topa con otras personas que tienen esa manera de relacionar­se con los otros, entonces ella se siente vinculada”. “Quería explorar esa situación en parte porque algo parecido me había tocado vivir y lo había visto en otras personas. Se volvió un obsesión la forma en que se relacionab­an ciertos grupos de personas, la gente exitosa, sin problemas económicos, en donde el lenguaje se usa más para ocultar que para decir, donde no está bien visto las muestras de afecto auténticas y honestas”, dice la escritora.

La violencia es algo que parece estar ahí de manera muy cotidiana, que no pasa necesariam­ente por la parte física y, en el caso de la historia, hay una violencia física que incluso parece pasión.

Es la historia de una mujer liberada que no se comporta como una chica tradiciona­l

Autora de títulos como Vapor, Las malas costumbres y Pasajeros con destino, además de escritora residente de la Jiménez-Porter Writers’ House de la Universida­d de Maryland, García González reflexiona acerca de una escisión que solemos tener con nuestro cuerpo: “Quería trabajar eso: si hay sexo, está bien, es pasión, algo bonito y ya, pero el cuerpo también es motivo de violencia. Esta tiene en la novela muchos campos de batalla y actúa en muy distintos niveles: puede ser laboral, de género, pero también de pareja, contra uno mismo y sobre el cuerpo, disfrazada de éxito, pasión, amistad y romance. Es el cuerpo como uno de los campos de batalla de la violencia”.

La novela es la historia de una mujer liberada que no se comporta como una chica tradiciona­l: tiene amantes, su propia empresa, voluntad, dinero y una personalid­ad fuerte, obsesiva, pero el destino que la escritora le tiene preparado es muy diferente a sus posibilida­des, por lo cual pareciera estar más cerca del vacío que del éxito, explica la autora. “En la novela el destino es algo que la gente no sabe cómo negociar, es como si ya estuvieran leídas las cartas; Ana sabe que camina hacia el desastre, donde ella no va a encontrar una solución para estar bien, y aun así decide seguir por ese camino”, termina.

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