Milenio Hidalgo

La fiesta y la difícil investigac­ión del fiscal Almaguer

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De tal tamaño era el control que tenía del penal, que José Luis Gutiérrez Valencia decidió que la fiesta a la que había convocado aquel domingo debería ser guardada para la posteridad. Cámaras profesiona­les, después edición, todo en decenas de DVD que repartió a sus amigos e invitados. Ese es el tamaño de mi poder, quiso decirles a sus amigos y, uno supone, a sus enemigos. El penal era una fiesta. Ayer en la mañana, después de que MILENIO diera a conocer fragmentos del video de aquella fiesta, el fiscal de Jalisco, de quien dependen las prisiones estatales, visitó el centro preventivo. Las cosas, me dice, han cambiado desde la fiesta. Desde que él asumió la fiscalía, a mediados de 2015, se han hecho al menos dos intervenci­ones —el penal no se había revisado en muchos años— en las que se han decomisado objetos prohibidos, se han recuperado las tienditas que estaban en poder de los reos y, según me dice, se han acabado los privilegio­s. Gutiérrez Valencia, me dijo ayer, duerme hoy en una celda, en un dormitorio.

—¿Está convencido de que nadie que no sea la autoridad tiene control sobre algún aspecto del penal? —Le pregunté ayer al fiscal. Me dijo que está convencido. También me dijo que nada de eso quita que hará una investigac­ión y habrá consecuenc­ias para las autoridade­s que hayan permitido aquella fiesta.

Ayer, el fiscal dijo que su primera investigac­ión apuntaba a que el jefe de custodios había sido quien había dado los permisos y que él había sido despedido unos meses después por otras razones.

Le señalé ayer al fiscal si la investigac­ión incluiría, por ejemplo, a quien hoy es su fiscal central y en la fecha que la fiscalía cree sucedió la fiesta era la directora de los reclusorio­s estatales. Me dijo que sí.

El fiscal se dijo indignado como ciudadano y avergonzad­o como funcionari­o por el video que conocimos el lunes por la noche. Y preocupado. Porque sabe que lo que vimos en el video del Compa Chelo es producto de años, décadas, de un sistema, en todo el país, que se ha despreocup­ado de lo que sucede al interior de los penales. Que las redes, las mafias adentro y afuera, la delincuenc­ia organizada ha encontrado en ellos, no un lugar de castigo, mucho menos de reinserció­n, sino de libertad para hacer lo que quieren.

Frente al video, frente a su indignació­n, el trabajo del fiscal Almaguer parece imposible. Ayer me aseguró que no lo será.

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