El maestro: dispositivo de transformación social
Hoy en día se ha generado una visión del MAESTRO como resistente al cambio. Los embates mediáticos han contribuido mucho a ello. Sin embargo, pocos saben que la profesión de ser MAESTRO no se define prescriptivamente, sino que se construye en la cotidianeidad de las relaciones educativas con sus alumnos y con la sociedad. Pensar que ser un buen MAESTRO es quien aplica adecuadamente los saberes científicos, técnicos y tecnológicos, es verlo desde una visión simplista. Al MAESTRO tenemos que pensarlo desde la relevancia e importancia de su labor, como un agente que tiene en sus manos la formación de una nueva ciudadanía, una nueva sociedad. Más allá de pensarlo en la pedagogía pragmática de las políticas neoliberales actuales, al MAESTRO debemos pensarlo en el marco de una pedagogía crítica. La naturaleza de la función docente radica en ello.
El MAESTRO, en este sentido, debe ser progresista. Nunca abandonar los sueños de transformación de la sociedad y el mundo. Debe involucrase en formas de acción política coherentes con la pedagogía que hoy es necesaria. Una pedagogía que comprenda la historia como posibilidad de comprensión del presente para transformarlo. Un MAESTRO progresista interviene en el mundo para cambiarlo, para hacerlo más justo, Sabe que el cambio es difícil pero es posible.
Los MAESTROS pueden ser dispositivos de ruptura para construir una nueva sociedad. La reflexión y problematización permanente de su práctica es una exigencia y una necesidad, además de que posibilita nuevos puntos de partida para pensar una nueva pedagogía. Una pedagogía que cuestione la realidad actual. Una pedagogía que proponga nuevas formas de pensamiento, en el MAESTRO y en el alumno, para generar conciencia a la crítica y expresión libre de las insatisfacciones sociales. Una pedagogía que tenga en el diálogo la esencia de la comunicación. Es más, el diálogo se constituye en una exigencia de todos quienes piensen en cambiar y transformar la educación.
El MAESTRO debe tener claridad de que su misión es política. Si la educación es política, su tarea de interventor para formar ciudadanía es política. Su intervención va más allá de la enseñanza de contenidos escolares, implica que cuestione la ideología contenida en los contenidos. Implica que cuestione la historia social que se transmite. Si tiene claro ello, su intervención es, además de educativa, política.
El MAESTRO que piense en la transformación social, debe tener claro que su tarea no se agota en la enseñanza de las matemáticas o la geografía. Su tarea le exige un compromiso y una actitud a favor de superar las injusticias sociales, de luchar contra la ignorancia, el autoritarismo y a favor de la democracia. El MAESTRO tiene la responsabilidad de desenmascarar la ideología e intenciones de las políticas neoliberales, que disfrazadas de “modernizadoras” tratan de convencernos de que la vida es así, como la ponderan. El discurso neoliberal que sólo unos son capaces de organizar el mundo y otros, los menos capaces, solo sobreviven.
El MAESTRO debe estar imbuído de la misión de ser un dispositivo de transformación en la sociedad. Pensar que sus alumnos son capaces de participar, de dialogar, de tomar decisiones y de seguir aprendiendo, Y que, al igual que ellos, son capaces de construir una sociedad y que se las impongan. Tener claridad de que el MAESTRO es el generador de impulsos sociales para la colectividad y el bien común.
En síntesis, en primer lugar, el MAESTRO progresista y transformador debe tener claro que un punto de partida esencial es la recuperación de la naturaleza política de la educación. Es necesario definir el qué, para qué y cómo de la educación. En segundo lugar, los MAESTROS deben ser corresponsables y participantes activos en el diseño, desarrollo y evaluación de políticas educativas. Una política educativa sin la participación de los MAESTROS está destinada al fracaso. Las políticas laborales, salariales, de formación, ingreso a la docencia y de desarrollo profesional deben ser pensadas conjuntamente para y con el MAESTRO. En tercer lugar, se necesita de un consenso social entre los actores involucrados para definir la orientación política, social, filosófica, ontológica, epistemológica y metodológica de nuestra educación, en le marco de construcción de un modelo educativo que otorgue un lugar preponderante a la formación y función de los MAESTROS. Y por último, profundizar en el sentido de autonomía de los MAESTROS. Una autonomía que se perciba como un abanico de posibilidades de acción pedagógica y colectiva. Una autonomía que promueva el desarrollo del pensamiento como esencia de la acción.
A los MAESTROS, mi profundo reconocimiento por su labor, con la esperanza de que construyamos una educación que transforme.