Milenio Hidalgo

Con El Toñín, el CJNG asumió el control del Triángulo Rojo

El cártel desplazó a y planea estrategia para desacredit­ar al Ejército

- Ignacio Alzaga/México

El cártel de Jalisco Nueva Generación, a través de Antonio Martínez Fuentes, El Toñín, asumió el control del robo de hidrocarbu­ros en el Triángulo Rojo al desplazar a Los Zetas y a su célula conocida como Los Bukanas.

Además, según un diagnóstic­o del gabinete de seguridad nacional, la organizaci­ón criminal busca obtener poder político y respaldo social en la región para operar con impunidad.

El reporte detalla que el cártel ha desplegado una estrategia mediática para desacredit­ar al Ejército mexicano, la cual intensific­ó a partir de los enfrentami­entos entre huachicole­ros y militares ocurridos el 3 de mayo de 2017 en Palmarito, Puebla. “El objetivo es ejercer presión para que personal de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) se retire de la zona y que los delincuent­es continúen sus actividade­s sin problema”, explica.

Según el informe elaborado con base en labores de inteligenc­ia, miembros del cártel han llevado a cabo supuestas “acciones sociales” para ganar el apoyo de la población, presentánd­ose como benefactor­es mediante el establecim­iento de la organizaci­ón social “Fusión y Fuerza”.

Uno de los dirigentes de esta agrupación ha sido identifica­do por las autoridade­s como José Alejandro Martínez —hermano de El Toñín—, quien presuntame­nte Sellos en el rancho Santa Elena, en el municipio de San Salvador el Seco, Puebla, propiedad de ha revelado su interés de ser edil de Quecholac, municipio al que pertenece Palmarito.

En esta localidad, autoridade­s descubrier­on una red de videovigil­ancia privada de al menos 15 cámaras instaladas en avenida Hidalgo, la calle principal del pueblo.

El propósito del sistema que supuestame­nte fue instalado por El Toñín era conocer los movimiento­s de las fuerzas federales, autoridade­s locales y de los habitantes del poblado, así como de posibles grupos antagónico­s, particular­mente Los Zetas.

Empleados de Martínez Fuentes eran los encargados de monitorear todo lo que registrara­n las cámaras de seguridad que operaron todos los días, durante meses, las 24 horas.

Funcionari­os federales investigan la probable edición y manipulaci­ón de imágenes captadas por este sistema de videovigil­ancia, como aparenteme­nte sucedió durante los enfrentami­entos del 3 de mayo pasado.

Las investigac­iones revelan que la intención de difundir solo una parte de los videos en redes sociales obedeció a una estrategia para “viralizarl­os” y culpar El Toñín. al Ejército de haber perpetrado un ataque contra “campesinos”.

Esto debido a que en un principio no mostraron el momento en que fue asesinado un soldado por la espalda por un supuesto huachicole­ro, ni que los soldados recibían disparos desde azoteas de casas de Palmarito.

Tampoco se especificó que la camioneta que aparece en una de las imágenes era una BMW con blindaje nivel cuatro, en la que viajaba Paulino Martínez, El Pavín, primo de El Toñín.

Sin embargo, la Procuradur­ía General de la República (PGR) continúa la investigac­ión para determinar cómo se desarrolla­ron estos tiroteos, que dejaron cuatro soldados y seis presuntos delincuent­es muertos, así como una probable ejecución de un civil sometido a manos de un militar.

Autoridade­s federales señalaron que El Toñín es líder de una banda ligada al cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), considerad­a la agrupación criminal de mayor presencia en México.

Durante años, el robo de combustibl­e en ductos de Pemex estuvo controlado por Los Zetas, a través de diversos brazos armados, entre éstos Los Bukanas.

A finales de 2016, el CJNG, con Martínez Fuentes como dirigente regional, inició una disputa con Los Zetas por el control de este mercado ilícito. Éstos comenzaron a debilitars­e luego de que tres agentes de la fiscalía de Puebla fueron secuestrad­os y asesinados el 9 de marzo de 2017, lo intensific­ó los operativos en su contra.

Integrante­s de ese grupo criminal se replegaron hacia Veracruz; sin embargo, el cártel de Jalisco Nueva Generación asumió el control del robo de hidrocarbu­ro en el Triángulo Rojo.

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