Baile en el Reloj Monumental ya es tradición
Es el festejo de un programa social que ha perdurado a través de varias administraciones municipales; es una tradición que rejuvenece a Hidalgo
Las nubes se retiran y el cielo lucedespejado,unescenario ideal para que la explanada de la Plaza Independencia conmemore los primeros quince años de existencia de los Viernes de Danzón, los cuales se realizan cada fin de semana para mantener la tradición y la cultura de la ciudad.
Poco a poco comienzan a arribar más personas, las carpas protegen del férreo sol, mientras los asistentes se acomodan en los asientos, algunas personas con elegantes trajes y vestidos se preparan para bailar, mientras el danzón de la Acerina comienza a amenizar.
Una pareja de la tercera edad rompe el hielo y son los primeros en salir a la pista a bailar, otros más los siguen y paulatinamente se llena de parejas que con cadencia y elegancia exhiben los mejores pasos de un estilo musical que, a decir de sus practicantes, enamora. Los participantes son personas de la tercera edad que visten trajes estilo pachuco: con sacos largos y pantalones holgados, así como zapatos brillosos de baile negros con blanco y algunos con sombreros decorados por una pluma; mientras que las mujeres portan largos vestidos y zapatos de tacones, aunque algunas prefieren pronunciados escotes.
La danzonera toca canciones desde melodías tradicionales de Veracruz hasta algunos ritmos hidalguenses que son combinados con el huapango, y sin un vocalista que acompañe la melodía, los danzantes demuestran su destreza en este estilo que provoca admiración entre las nuevas generaciones.
Algunos jóvenes quieren emularlos, pero desconocen la disciplina del danzón y otros optan por simplemente deleitarse con los mejores pasos de los bailarines que dedican todos los viernes a hacer ejercicio por medio del baile; en ellos se muestra un rostro alegre, que es difícil percibir a simple vista en la mayoría de los adultos mayores. “Es una forma que tenemos para relajarnos y recordar nuestras glorias pasadas”, dice Ana Sofía Mendoza Pérez, abuela de siete nietos, que se olvida por unos minutos de la familia para rememorar su juventud, cuando conoció a su esposo con quien comparte más de 35 años de casados.
El baile es interrumpido por la llegada de las autoridades municipales, que hacen su aparición protocolaria y causan desesperación en algunos, mientras otros esperan que continúe el baile.
Una vez terminado el evento oficial, vuelven a bailar y cada vez hay menos espacio para que los danzantes exhiban sus vueltas porque hay demasiadas parejas en la pista, pero es un viernes especial, porque es el aniversario de un programa social que ha perdurado a través de las administraciones municipales.
La tarde va muriendo y la noche naciente indica el fin del baile, pero los asistentes desean que sea nuevamente viernes para seguir con este baile que los hace sentirse jóvenes y vigorosos.
“Es una forma que tenemos para relajarnos y recordar nuestras glorias pasadas” Los participantes son personas de la tercera edad que visten trajes estilo pachuco