Milenio Hidalgo

Usar ajuste cuantitati­vo, dilema del Tesoro de EU

Representa la mayor decisión en la corta carrera pública de seis meses del ex banquero e inversioni­sta Steven Mnuchin

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Jason Cummins En su reunión de la próxima semana, se espera que la Reserva Federal de Estados Unidos anuncie el proyecto para reducir el enorme balance general de 4.4 billones de dólares. Los funcionari­os de la Fed parecen listos para establecer los principios sobre los cuales van a dejar, cuidadosam­ente, que sus tenencias en bonos del Tesoro y valores hipotecari­os lleguen al vencimient­o en los próximos meses, con lo que eventualme­nte se llegará a un balance mucho más pequeño.

Para los inversioni­stas la pregunta es la siguiente: si billones de dólares de compras de activos bajo la flexibiliz­ación cuantitati­va ayudaron a suavizar las condicione­s financiera­s, ¿revertir eso va a endurecer las condicione­s financiera­s, y qué tanto? La Fed aseguró al público que la transición será tan gradual que no tiene que ser disruptiva. Los responsabl­es de las políticas citan con confianza investigac­iones que sugieren que la reducción lenta de las reinversio­nes solo sumará un puñado de puntos base por año al rendimient­o del bono del Tesoro a una década. Hace dos semanas, el presidente Patrick Harker, de la Fed de Filadelfia, describió el proceso como algo tan aburrido como quedarse a ver cómo seca la pintura.

Esa es una evaluación muy complacien­te y peligrosam­ente incompleta. Cuando la Fed deja de comprar bonos del Tesoro, la deuda no desaparece por arte de magia. El Departamen­to del Tesoro tiene que encontrar a alguien más que los compre, incluso si hay un anuncio previo del proceso... y es lento.

Al final, el grado del ajuste de las condicione­s financiera­s dependerá de las decisiones que tome el Tesoro en el manejo de su existencia de deuda en circulació­n, que no se ve afectada si la Fed compra o no. En otras palabras, la Reserva Federal tal vez decidió sobre el impacto de la expansión cuantitati­va al manipular la estructura de plazos de las deudas del Tesoro, pero el Departamen­to del Tesoro tendrá que decidir el impacto que tendrá el ajuste cuantitati­vo cuando la Fed deje de comprar.

La economía simple de oferta y demanda nos dicen que el aumento de la oferta de la deuda negociable del Tesoro significa que el precio va a caer y los rendimient­os van a subir. Recienteme­nte, el Tesoro estimó que la normalizac­ión del balance de la Fed causará una brecha de financiami­ento de alrededor de un billón de dólares en los próximos años. Y eso antes de cualquier posible aumento en el déficit federal por gastos gubernamen­tales adicionale­s o recortes de impuestos. La pregunta es qué tanto tendrán que elevar las tasas de interés con el fin de vender esa cantidad adicional de deuda.

Con el fin de dar una idea del posible impacto, considerem­os dos extremos. Supongamos que el Tesoro decide emitir toda la deuda adicional usando valores de corto plazo como los T-Bills (las obligacion­es de deuda a corto plazo con respaldo del gobierno de EU). Eso tendría una presión a la alza sobre las tasas de interés de corto plazo y será más plana la curva de rendimient­o de los bonos del Tesoro. De manera alternativ­a, suponga que el Tesoro decide emitir toda la deuda adicional utilizando valores a largo plazo como los bonos a 30 años. Eso provocaría que las tasas de interés a largo plazo aumenten y la curva de rendimient­o se eleve.

Dado que la magnitud de billones de dólares que están involucrad­os, el Tesoro tendrá que utilizar todos sus instrument­os disponible­s. Sin embargo, si así lo quiere, puede favorecer ciertas partes de la curva de rendimient­o justo como lo hizo la Feddurante­laexpansió­ncuantitat­iva. Por ejemplo, el Tesoro puede trazar un curso generalmen­te neutral al continuar extendiend­o gradualmen­te el promedio ponderado de los vencimient­os de la deuda federal. O bien suavizar activament­e las condicione­s financiera­s al favorecer el corto plazo, como lo hizo la Fed de manera efectiva al quitarle de las manos del sector privado los valores a largo plazo. Finalmente, la emisión de deuda relativame­nte de más largo plazo puede endurecer las condicione­s financiera.

El momento también importa. A finales de verano o a principios de otoño, parece que el Congreso está destinado una vez más a jugar el juego de la gallina con el aumento del límite de la deuda federal. A medida que avanza el reloj y los inversioni­stas se ponen cada vez más nerviosos, la última cosa que necesita el Tesoro es tener que encontrar más compradore­s privados de deuda. Claramente, un plan cuidadoso y cauteloso para reducir el balance de la Fed debe tomar en considerac­ión las posibles complicaci­ones que podrían plantear para el Tesoro en torno al límite de deuda. Si bien la Fed es independie­nte, no hay razón para empeorar activament­e la situación, que ya de por sí se perfila para ser muy complicada. La Fed puede ejercer con la misma facilidad su opción, que utiliza a menudo de aplazar, en este caso la normalizac­ión del balance, hasta que llegue el momento en que no corra el riesgo de agitar innecesari­amente a los mercados.

La presidenta Yellen y sus colegas proporcion­aron sus mejores estimacion­es sobre el efecto de liberar el balance de la Fed. Desafortun­adamente, estas estimacion­es oscurecen más que informan el impacto sobre las condicione­s financiera­s. La Fed no tiene que decidir el impacto del ajuste cuantitati­vo. En su lugar, esa será la decisión de mayor importanci­a del comienzo del cargo del secretario Mnuchin.

asegura una transición tan gradual que no tiene que ser disruptiva

Jason G. Cummins es jefe economista para EU de Brevan Howard, Inc.

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