Milenio Hidalgo

No leen los resultados del domingo

- Se meten a lo hondo, donde no hacen pie. Florestán

Retomando las elecciones del domingo, para el PRI lo más importante fue conservar el gobierno del Estado de México, lo que ha sido desconocid­o por Andrés Manuel López Obrador, que denunció fraude electoral. Las derrotas en Nayarit y Veracruz estaban descontada­s. Lo de Coahuila es otra cosa. Parecía ser del PAN, lo que hoy está en suspenso por las fallas de la autoridad electoral local, que cerró el PREP con apenas 71 por ciento las casillas computadas.

En el caso del Estado de México, casi todos pudieron cantar victoria: el PRI porque Alfredo del Mazo ganó, aunque con un millón de votos menos que Eruviel Ávila en 2011; Morena porque en su primera elección obtuvo un millón 780 mil votos, convirtién­dose en la segunda fuerza electoral en el estado con el mayor padrón del país, y el PRD porque, desfondado, tuvo un candidato, Juan Zepeda, que le dio más de un millón de votos, 18 por ciento del total cuando dos meses atrás había arrancado de la nada. Y todos, haber mandado al PAN a una lejana cuarta fuerza electoral.

En el PRI, Enrique Ochoa, pasada la euforia, tiene que leer bien el mensaje de los mexiquense­s de cara a la sucesión presidenci­al. Allí perdió una tercera parte de los votos de hace seis años y es lo que debe atender. Porque en Veracruz perdió medio millón y en la Ciudad de México no tiene base, su presencia es mínima. Estamos hablando de los tres principale­s sacos de votos.

Andrés Manuel López Obrador, por su parte, debe tomar nota de que ni con toda su fuerza, arrastre y presencia pudo rebasar su tope histórico de un tercio de votos. Y eso que Delfina Gómez tenía lo suyo y lo hizo requetebié­n.

Y el PRD, valorar que se levantó de la tumba para alcanzar más de un millón de votos, lo que debe hacer pensar al perredismo que en 2018, con un candidato como Juan Zepeda o el propio Miguel Mancera, puede asegurarse vida propia, que desaparece­ría de ir aliado con Morena o el PAN. Ya ellos decidirán, claro.

De regreso al PRI, con un escenario en el que PAN, Morena y Panal vayan solos, el PRD con MC y PT, y un independie­nte, podría dar la batalla por la Presidenci­a. Pero eso depende del candidato. Y la decisión, del jefe de su partido: Enrique Peña Nieto.

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