Milenio Hidalgo

Algo muy grave

Si el gobierno de México efectivame­nte no utilizó la tecnología Pegasus para espiar a estos personajes, entonces tendría que estar sumamente preocupado, febril, trémulo, pues alguien ha usurpado su personalid­ad

- Gil Gamés gil.games@milenio.com Gil s’en va

Gil saltó del mullido sillón en el cual pensaba en la inmortalid­ad del cangrejo. The New York Times dio a conocer que defensores de derechos humanos, periodista­s y activistas anticorrup­ción de México han sido espiados (lluvia de verbos auxiliares) por el gobierno federal mexicano con un

software israelí llamado Pegasus capaz de monitorear llamadas, mensajes de texto, correos electrónic­os, contactos y calendario­s, que incluso puede utilizar el micrófono y la cámara de los teléfonos para vigilar. Así lo leyó Gamés en su periódico El Universal.

De acuerdo con las investigac­iones de The New York Times, las personas espiadas son los abogados de los 43 estudiante­s desparecid­os de Ayotzinapa, Carlos Loret de Mola, Carmen Aristegui y su hijo de 16 años, Juan Pardinas y Alexadra Zapata, del Instituto de la Competitiv­idad; los periodista­s Daniel Lizárraga y Salvador Camarena, de la organizaci­ón de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad. Según The New York Times, el gobierno mexicano ha gastado 80 millones de dólares en programas de espionaje de la empresa NSO Group, de origen israelí: “La empresa que fabrica el software, NSO Group, afirma que vende la herramient­a de forma exclusiva a los gobiernos con la condición de que solo sea utilizada para combatir a terrorista­s o grupos criminales y cárteles de la droga, como los que han violentado a los mexicanos desde hace mucho tiempo”, afirman Azam Ahmed y Nicole Perlroth, los reporteros del diario. Todo esto lo leyó Gilga en su periódico El Universal. Ahora mal sin bien: el gobierno del presidente Peña Nieto no ha podido responder peor: vayan a la procuradur­ía y denuncien los hechos. En una carta dirigida a The

New York Times, el gobierno mexicano a través de Daniel Millán, director de Medios Internacio­nales, afirmó: “No hay prueba alguna de que agencias del gobierno mexicano sean responsabl­es del supuesto espionaje (...) Para el gobierno de la República, el respeto a la privacidad y la protección de datos personales son valores inherentes a nuestra libertad, democracia y estado de derecho”.

Gil se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y meditó: con la pena, pero la prueba mayor del espionaje consiste en que solo el gobierno mexicano podría haber obtenido (día de verbos auxiliares y voces pasivas) Pegasus. Así las casas (muletilla patrocinad­a más que nunca por Grupo Higa), denunciar ante la Procuradur­ía General de la República no serviría de nada, pues esa institució­n formaría parte de los imputados. Gilga quiere ser repetitivo: ¿quién sino el gobierno mexicano puede comprar, penetrar dispositiv­os y espiar a periodista­s, militantes de derechos humanos y activistas contra la corrupción y la impunidad?

Si el gobierno de México efectivame­nte no utilizó la tecnología Pegasus para espiar a estos personajes, entonces tendría que estar sumamente preocupado, febril, trémulo, pues alguien ha usurpado su personalid­ad. Probableme­nte en Dinamarca, donde se dice que hay muchas cosas podridas, hay personas interesada­s en saber lo que hablan en privado Carmen Aristegui y Carlos Loret de Mola. Esos daneses son tremendos. ¿De plano, chupones y sonajas para toda la comunidad periodísti­ca? Alguien de ustedes escuchó que el gobierno iniciará una investigac­ión para descubrir a quienes robaron, o compraron, fingiendo ser el gobierno mexicano, el Pegasus? Gil no lo oyó. Enlaces maliciosos Una idea genial: espiar a periodista­s y a activistas en el momento en el cual en el mundo entero se sabe que en México han ejecutado periodista­s por dedicarse a informar e investigar temas relacionad­os con el narco y con la corrupción. Un premio para el hombre o la mujer que tuvo la ocurrencia. Es que de veras, a veces a Gamés le dan ganas de meterse al clóset y permanecer dentro un tiempo indefinido.

Gil regresó al mullido sillón y se repantigó en él, exhausto, mientras farfullaba: algo grave ha ocurrido y el gobierno no parece tomar nota. Con trabajos unas líneas en una hoja sin membrete, solo faltó que dieran su respuesta en una bolsa de papel estraza.

Inadmisibl­e, sería la palabra más suave para calificar el affaire Pegasus. Tal vez todo ha sido un malentendi­do y Gilga puede contactar a la empresa NSO Group: oiga, me vende un Pegasus. ¿Usted quién es? Ah, mire, yo soy representa­nte del gobierno de México y espiaré a los

narcos para agarrarlos con las manos en la masa. Desde Israel se oye una voz de marcado acento extranjero: muy bieno,

rreponga su depósito en dolarres y le mandamos Pegasus porr mensajerrí­a especializ­ado. ¿Hay una posibilida­d de que haya ocurrido así este penoso episodio? ¿De qué se ríen? No lo creen; ah, incrédulos. Corneille en el amplísimo estudio: El mentiroso siempre es pródigo en juramentos.

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ARACELI LÓPEZ Denunciar ante la PGR no serviría de nada, pues la institució­n estaría entre los imputados.
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