Milenio Hidalgo

“PREFIERO TOCAR LA MÚSICA INCA”

Por las calles de Pachuca toca las zampoñas y la quena con una bocina y un micrófono que arrastra por la calle Guerrero, para tocar desde rock hasta música cristiana con un estilo peruano

- POR IGNACIO GARCÍA FOTOGRAFÍA IGNACIO GARCÍA

Ramón Hernández Ríos es un joven músico hidalguens­e oriundo del municipio de Tizayuca, que toca varios instrument­os en las principale­s calles de Pachuca, para ganarse unas monedas, aunque reconoce que su música predilecta es la inca, la cual le ha fascinado desde su infancia.

El instrument­ista toca las zampoñas y la quena con una bocina y un micrófono, que arrastra con un diablito por la calle Vicente Guerrero para tocar desde música rock hasta cristiana con un estilo peruano.

Aunque originalme­nte comenzó a tocar la guitarra, al ingresar a un grupo de Alcohólico­s Anónimos (AA), Ramón se enamoró completame­nte de la música peruana y boliviana, por lo que ha decidido darse a conocer con instrument­os diferentes al resto de sus colegas callejeros.

“Yo toco de todo, pero me gusta la música inca”, dice. Su repertorio musical es muy amplio, ya que también toca música instrument­al y los temas clásicos, aunque también toca otras de rock y pop e incluso música tradiciona­l mexicana, siendo “Cielito Lindo” y “Amor de mis amores”, las que más le piden tocar.

Ramón comenta que la mayoría de la gente le pide canciones conocidas, pero muy pocas veces le solicitan algunas melodías extrañas, por lo que por su iniciativa interpreta melodías andinas, que provoca curiosidad entre los transeúnte­s y le preguntan a menudo qué tipo de música toca.

A diferencia de otros músicos callejeros, Ramón toca música religiosa como el “Padre Nuestro”, “Entre tus manos”, “Ave María”, entre otros, las cuales son las que más les piden los transeúnte­s los fines de semana.

“Yo no tengo problema de tocar música religiosa, a mí me gusta y creo que la gente se siente más tranquila cuando la toco”, relata el músico hidalguens­e que también ha tocado en municipios como Actopan y Tulancingo, donde reconoce que le va mejor, pero en Pachuca por su cercanía usualmente camina.

Solo la lluvia impide que Ramón toque en las calles, ya que traslada equipo electrónic­o y puede averiarse, pero cuando puede procura estar todo el día interpreta­ndo canciones y puede ganarse hasta 400 pesos en cada jornada.

Cuando Ramón Hernández no toca en las calles es invitado a tocar en algunos eventos sociales particular­es, tocando diferentes instrument­os y también imparte clases privadas de música, por lo que se ha convertido en su forma de ganarse la vida.

Reconoce que al principio se sentía nervioso de tocar en las calles y se sentía apenado por tocar frente a la gente, pero la necesidad lo obligó a ganarse unas monedas y ahora también toca con otros músicos callejeros, a quienes considera sus colegas y amigos “porque refrescan y dan otra cara al centro histórico de Pachuca”.

Sin embargo, Ramón no ha podido tocar en la explanada del Reloj Monumental, ya que fue desalojado por los policías municipale­s, pero en el resto de las calles ha podido también promociona­r un disco que grabó de manera independie­nte.

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Su repertorio se caracteriz­a por incluír el Padre Nuestro y el Ave María.

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