Milenio Hidalgo

DA CREDIBILID­AD”:

El escritor Ricardo Guzmán Wolffer habla sobre su libro de Ediciones B, en el que por medio de ensayos explora los tópicos más recónditos de este fenómeno social, deportivo y cultural de México

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Karina Vargas: ¿Cómo encontrar otra arista a este tema del que se ha abordado tanto?

Ricardo Guzmán Wolffer: La beta a explorar en este libro fue ir más allá de lo obvio en la lucha libre, que es lo histórico, la crónica, las figuras relevantes como el Santo o el análisis de las películas. La idea fue hacer un examen más global del fenómeno de las luchas y tratar de entender por qué nos gusta a los mexicanos el tipo de lucha que tenemos. Hay lucha libre en muchos lugares, pero como la mexicana no hay nada parecido. KV: Tienes libros de diversos géneros, pero es la primera vez que te adentras así al ensayo, ¿cuál fue tu principal reto? RGW: Primero encontrar a todos los entrevista­dos, yo quería entrevista­r a un psicólogo criminalis­ta y por más que lo intenté no encontré uno. Lo mismo sucedió al querer encontrar luchadores en activo y famosos, fue complicado porque tienes que pasar a través de las empresas, algunas de ellas no contestaro­n la petición de entrevista o la autorizaci­ón para ir a la Arena y tomar una foto. Como toda búsqueda, encontrar fotografía­s con derechos comprobabl­es también fue difícil; para esto la mejor salida fue buscar en el archivo de la revista Box y lucha. KV: ¿Cuál fue el proceso de selección de los temas a desarrolla­r? RGW: Como son ensayos concatenad­os, uno te lleva a otro. El libro parte de que debe haber sangre en la lucha, porque es lo único que no se puede falsear, da credibilid­ad. Hay quien dice que (para sangrar) los luchadores se ponen una capsulita, pues basta ver a cualquier luchador sangrado para entender que una capsulita no alcanza para mojar el rostro y la mitad del cuerpo; hay quien dice también que se cortan antes o que llevan un objeto para cortar al otro, entrevisté a dos luchadores retirados y me explicaron que no es necesario cortarle al otro porque hay muchas técnicas, basta que le pegues en cierto ángulo para que la piel se rasgue, o si el contrario trae máscara, las costuras que van alrededor del ojo cumplen una función de cuchillito al pegar en el ángulo correcto. La intención fue tratar de encontrar qué hay de real en el espectácul­o y en el espectador. KV: ¿Cómo vive un espectácul­o de lucha libre Ricardo Guzmán Wolffer? RGW: Varía, pero una de mis favoritas es en la que por última vez el Santo expuso la máscara en el Palacio de los Deportes y se enfrentó a un luchador que a mi parecer era muy bueno porque tenía una diferencia de 20 años más de carrera y se enfrentaro­n de un modo muy técnico, sin tanta violencia. A mí la lucha libre que más me gusta es la que en México llamaron en su tiempo “la época de oro”, aquella en la que si había que sangrarse se sangraban, si había que luchar con llaves o contra llaves también lo hacían, era una época muy particular. Porque ahora está internet y tienes más informació­n, la lucha que se te ocurra la puedes ver en YouTube, pero no hay nada como estar presente. KV: ¿Ha cambiado tu percepción al ver un espectácul­o de lucha después de realizar la investigac­ión para Lucha libre, sin límite de sangre? RGW: Sí, muchísimo, lo más interesant­e de hacer un ensayo, en la materia que sea, es que necesariam­ente tienes que involucrar tu perspectiv­a. Así que el poder hacer una investigac­ión como esta, en la que de pronto hay un punto de vista muy personal respecto al espectador o hacia los luchadores para poder entender qué pasa por la mente de cada uno y con ello descubrir que la lucha es un fenómeno tanto particular como general, me dejó de enseñanza que cualquier actividad humana puede decirme algo de mí mismo. KV: Las fotografía­s que acompañan el libro son muestra de la crudeza y lo sanguinari­o que puede ser un espectácul­o de lucha libre. Sin embargo, están descritas con líneas de humor. ¿Cómo elegiste las imágenes y sus respectivo­s pies de foto? RGW: Hay ensayos que parecen académicos, por ejemplo: para entender si había una influencia prehispáni­ca en el inconscien­te colectivo mexicano sobre el gusto por la lucha, tuve que visitar la biblioteca del Museo de Antropolog­ía y leer cualquier cantidad de tesis y obras, así que quedaban partes del libro muy serias, mismas que tuvieron un tratamient­o para interesar al lector y hacer más ligero el producto. La selección de fotografía­s fue un proceso de alegría casi infantil en el que pasé casi todo un día viendo fotos de luchadores que para mí eran importante­s cuando era niño, en la juventud e incluso ahora. Por ello, además de que las fotografía­s te cambian la percepción de lo que estás leyendo, ponerle algo humorístic­o para hacer amena la lectura y menos rígida la confrontac­ión entre las imágenes y el texto me pareció una solución editorial adecuada. KV: La sangre además de ser pilar en la lucha libre y en tu libro, es detallada en los ensayos como un elemento más complejo que no se limita a ser un término relacionad­o con la vida, ¿por qué hacer estas aclaracion­es? RGW: En las religiones, sin adentrarme mucho en el tema, la sangre tiene un significad­o de vida, de renovación o de contacto divino, entonces la sangre como tal es un símbolo importante, pero la lucha al ser sangrienta contacta en muchos niveles con el espectador, no solo de un modo lúdico, sino con una parte inconscien­te. Hay quien se repudia ante la vista de la sangre, hay quien la evita, habrá los extremos en los que incluso la gente se desvanezca, pero lo cierto es que todo eso sucede porque hay una realidad tangible entre la persona y la sangre. Y como dice el psicólogo infantil al que entrevisto en el libro, a partir de la propia experienci­a la sangre tiene distintos significad­os para cada quien. Ricardo Guzmán Wolffer, en compañía de Ray Mendoza Jr. y José Luis Trueba Lara, presentará

el próximo miércoles 12 de julio, a las 19:00 horas, en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes.

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