Milenio Hidalgo

¡Tomen su spot!

La campaña anticipada está severament­e sancionada por la ley. Sin embargo, los dirigentes de Morena y del PAN han encontrado una forma de violentar la norma. Se promueven en lo personal y lo hacen fuera de los tiempos legales

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El sistema electoral ha quedado corto. La no regulación del universo digital está fuera de control

El modelo comunicaci­onal del sistema electoral mexicano se ha centrado en los spots. No es algo nuevo, pero en los últimos 12 años se ha construido un oneroso e invasivo régimen de publicidad basada en promociona­les que son difundidos ampliament­e hasta que la estridenci­a es tal que se convierte en ruido incomprens­ible por la radio y la tv. Es el sistema a la medida de los partidos políticos. Es como se ha pensado que debe ser la relación con el ciudadano. Independie­ntemente de postura, identidad o proyecto, hay una suscripció­n generaliza­da a ese modelo comunicaci­onal, único en el mundo y todo a costa del Estado y de la sociedad.

Es tan nodal en nuestro sistema democrátic­o este proceso, que la misma equidad de la competenci­a ha pretendido fundarse en dicho régimen de comunicaci­ón. Su reglamenta­ción es estricta, a niveles de rigidez incomprens­ible, y poco tiene que ver con el objetivo mayor de la comunicaci­ón política, que es el voto informado. En tiempos previos a la campaña, los partidos y sus dirigentes abusan de la impunidad que les da su condición: emiten sentencias y juicios sumarios, se promete lo que es imposible cumplir y de manera subreptici­a e inequitati­va, desde esos espacios que la sociedad otorga a los partidos, se promueven futuras candidatur­as, una cierta, la de López Obrador, y otra todavía por resolver, la de Ricardo Anaya.

El INE ha determinad­o que a partir del inicio del proceso electoral, 8 de septiembre, los dirigentes no deben aparecer en los promociona­les. Es una decisión tardía, sobre todo, porque hay un régimen que prohíbe la publicidad personaliz­ada para los servidores públicos. Los partidos y sus dirigentes no pueden estar sujetos a excepción. Cierto es que la Constituci­ón prevé la desviación de los recursos públicos para que los funcionari­os se promuevan y los dirigentes de los partidos no son, en el sentido formal, servidores públicos. Sin embargo, el financiami­ento sí es público, además de que la norma tiene también como objetivo salvaguard­ar la equidad en la contienda.

Lo mismo vale para los tiempos de campaña. El régimen electoral ha determinad­o fechas estrictas. La campaña anticipada está severament­e sancionada por la ley. Sin embargo, los dirigentes de Morena y del PAN han encontrado una forma de violentar la norma. Se promueven en lo personal y lo hacen fuera de los tiempos legales. Eso, en el más generoso de los calificati­vos, se llama fraude a la ley. La complacenc­ia a la situación por parte de las autoridade­s electoral y jurisdicci­onal ha distorsion­ado el esquema comunicaci­onal. Los spots de los partidos se vuelven instrument­o contra la equidad en el sentido de las condicione­s igualitari­as para todos los contendien­tes. Es una paradoja reveladora de doble moral que quien más exige estricta legalidad en los procesos electorale­s es el más inconforme con la determinac­ión del INE sobre la restricció­n de promoción personaliz­ada de dirigentes de los partidos.

Por otra parte, la fuerza y penetració­n que ha cobrado la comunicaci­ón e informació­n digital ha puesto en cuestión la hegemonía de los medios convencion­ales, particular­mente de la televisión abierta. Los datos son abrumadore­s sobre el cambio en los hábitos informativ­os de la nueva generación; el tema no solo es en cuanto a cobertura, también es de credibilid­ad e influencia. Cabe destacar que la situación no es particular al país, es un fenómeno global que da espacio a la duda sobre el poder de la publicidad en televisión, especialme­nte, la abierta.

Al cierre de siglo intelectua­les de gran calado como Karl Popper o Giovanni Sartori, en las fases últimas de su producción, elevaron la alerta sobre las amenazas y efectos pernicioso­s de la televisión. Es posible que si fueran testigos de lo que ocurre con la comunicaci­ón e informació­n digital se quedarían cortos en su preocupaci­ón, al menos en lo que a su influencia se refiere. Sin embargo, son géneros diferentes. Los medios convencion­ales se caracteriz­an por su verticalid­ad y carácter impositivo en el sentido de que la única palabra la tiene el emisor. La réplica es ineficaz o sumamente imperfecta. La comunicaci­ón digital plantea un paradigma distinto. Ahí lo interactiv­o y el tiempo real son lo que prevalece. Crea e integra comunidade­s virtuales en cuanto a identidade­s a partir de temas y cuya fuerza y cohesión está en los flujos de informació­n. Es un fenómeno social diferente. No todo, de hecho, muy poco tiene que ver con la política en su sentido formal.

El sistema electoral se ha quedado corto o desactuali­zado. La no regulación del universo digital se ha escapado del control institucio­nal y de sus actitudes rígidas. Quizás no haya mucho por hacer. Lo cierto es que la regulación de la red es uno de los temas más controvert­idos y difíciles de concretar, precisamen­te por la horizontal­idad de la comunicaci­ón y la existencia de emisores y reproducto­res que escapan al control. La publicidad institucio­nal en la red se puede eventualme­nte controlar, no así los múltiples flujos y canales de informació­n que impactan al ciudadano y, eventualme­nte, el sentido del voto. Estamos hablando del poder de la libertad de expresión en tiempos de la web.

La informació­n digital, por su propia apertura y dinamismo, no necesariam­ente puede someterse a los criterios de calidad y veracidad, no digamos a los de equidad. Hay de todo: desde la calumnia o el insulto soez, hasta la informació­n fidedigna y oportuna. Lo mismo el debate serio y a profundida­d, que prédicas fuera de todo sentido de moderación. Es un espacio abierto de libertad con todos sus excesos y controvers­ias. Esa es su fortaleza, también su limitación. Como todo, se puede lamentar su abuso, pero no su existencia. Soy de los que piensa que sus virtudes son mayores que sus limitacion­es. En todo caso a donde debe dirigirse el control es al empleo delictivo y a la invasión de privacidad, no a sus contenidos.

La elección de 2018 se hará bajo condicione­s diferentes a las del pasado. Tengo la impresión que fue un error del legislador unir en una fecha comicios locales, de legislador­es y el presidenci­al. También creo que el modelo de comunicaci­ón fincado en promociona­les breves como latigazos, pura forma, exentos de fondo, está llegando a su fin. Lo está acabando el evidente abuso de los partidos y sus dirigentes, también la irrupción de la comunicaci­ón digital, acompañada de todas sus virtudes y defectos. El camino adelante, sin embargo, no será el desplazami­ento de la comunicaci­ón convencion­al, sino su utilizació­n más racional.

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ARIANA PÉREZ A partir del 8 de septiembre comienza el proceso electoral presidenci­al.

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