Milenio Hidalgo

EL BRASILEÑO QUE ES PRESO DE NOCHE Y DIPUTADO DE DÍA

Celso Jacob purga una condena de 7 años en un sistema penal semiabiert­o que lo obliga a pernoctar en la prisión y solo salir para acudir al Congreso

- POR DAMIAN WROCLAVSKY-AFP/BRASILIA

Celso Jacob se levanta cada día cerca de las cinco de la mañana en el penal de Papuda, en Brasilia, y espera que llegue el auto que lo traslada hasta el Congreso, donde cumple su mandato.

Esa increíble rutina sacó a la luz a un legislador que purga una condena de más de siete años en un régimen semiabiert­o, que le permite votar leyes, participar de debates y apoyar al bloque del presidente brasileño conservado­r, Michel Temer, cuyo gobierno se tambalea por una acusación de corrupción en su contra.

“Los que me conocen, y en mi ciudad me conocen bien, sufren conmigo. Y los que no me conocen piensan que soy un ladrón más, que desvió (dinero público), que robó. Es difícil separar la paja del trigo”, dijo en una entrevista realizada en su despacho del Congreso.

“No soy un preso, estoy preso; y me estoy defendiend­o. Puedo, y tengo la seguridad, de que voy a revertir mi situación”, agregó.

A los 60 años, Jacob, del Partido Movimiento Democrátic­o Brasileño, había llegado a la cima de su carrera.

Tras dos mandatos como suplente Paga una pena por los delitos de falsificac­ión de una ley local y por no realizar una licitación. fue confirmado como diputado titular el 1 de enero de 2017, entre otras cosas gracias a la destitució­n de Eduardo Cunha, el ultraconse­rvador ex jefe de la Cámara que ahora purga 15 años de cárcel por corrupción.

Pero el fatídico 6 de junio fue arrestado en el aeropuerto de Brasilia, luego de que la Corte Suprema —que juzga los casos de políticos protegidos por fueros— ratificara su condena por falsificar una ley y por saltarse una licitación en 2003, cuando era alcalde de la localidad Tres Ríos, en el estado de Río de Janeiro.

Jacob, economista especializ­ado en educación habla a borbotones, denota ansiedad por contar su caso y prefiere evitar ser filmado en el Palacio Legislativ­o.

Su presente le obliga a avisar a las autoridade­s si necesita salir de la Cámara o si una sesión se extiende y lo obliga a regresar tarde al penal, donde cambia su traje de legislador por el uniforme blanco de reo.

Tiene vedadas actividade­s sociales como ir al cine, hacer compras o visitar a sus familiares. El día de la entrevista, su hijo y su hermana debían visitarlo en el Congreso.

Jacob reconoce haber cometido errores “técnicos” y asegura que cayó en una trampa al firmar una supuesta ley municipal que le aseguraron había sido aprobada por los concejales. Y el único objetivo de haberse saltado una licitación era terminar las obras de una guardería paradas desde hacía años.

Pero la Corte Suprema desestimó sus alegacione­s. “La acción de falsificar una ley es gravísima” y “configura una intensa ofensa al principio de separación de poderes”, destaca el fallo.

La sentencia ya no puede ser apelada, pero el legislador espera que nuevos testimonio­s permitan reabrir el expediente, aunque el ambiente político no facilita su cruzada.

La clase política está siendo bombardead­a por acusacione­s de corrupción que ya pusieron tras las rejas a legislador­es y empresario­s y tienen acorralado al propio Temer.

El diputado confiesa que tuvo miedo el día que llegó a Papuda, un centro carcelario que alberga a 5 mil 487 reclusos a unos 30 km del centro de Brasilia.

“El régimen penitencia­rio de Brasil no es para recuperar a nadie. Donde yo estoy es mejor, pero no es un lugar recomendab­le”, afirmó.

“Si todo saliera mal, voy a tener que cumplir más o menos 10 meses más para pasar al régimen abierto”, concluye.

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EVARISTO SA/AFP

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