Milenio Hidalgo

Inspira a sus compañeros a vivir felices y tranquilos

En cuanto los usuarios de la Casa de Descanso reciben visita cambia su semblante, y es que a veces solo necesitan con quien platicar

- Aunque nació en Pachuca, vivió también en Guadalajar­a y Morelia, donde nacieron sus hijos. Ignacio García/Pachuca

Esperanza Romero Noble es una mujer cálida que inspira tranquilid­ad y felicidad. A sus 96 años de edad habla con fluidez y aparenta al menos 15 años menos, ya que pese a no escuchar ni oír bien, es un ejemplo de vida para todos los habitantes de la Casa de Descanso de la Tercera Edad.

La primera vez que llegó a este espacio que se ha convertido en su hogar fue hace 15 años, pero salió por problemas de salud y fue internada en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y regresó para vivir con otras personas.

Doña Esperanza es amiga de todas las habitantes de la Casa de la Tercera Edad y se dice contenta de vivir en este espacio, donde recibe sus alimentos con puntualida­d y tratamient­o médico regular. “Hacemos muchas cosas, después del desayuno nos dan unos ejercicios todos los días como de media hora y de ahí pasamos al comedor donde pintamos, dibujamos, jugamos, desde ajedrez hasta serpientes y escaleras”, dice doña Esperanza, quien relata con naturalida­d su comodidad por mantenerse ocupada.

Doña Esperanza tiene una familia muy numerosa: seis hijos, cuatro mujeres y dos hombres, 13 nietos y 13 bisnietos, pero solo dos parientes acuden a visitarla semanalmen­te a la Casa de Descanso de la Tercera Edad, ya que la mayoría viven en diferentes estados del país y únicamente tiene contacto con ellos por teléfono.

Entre las actividade­s favoritas de doña Esperanza está el dibujo y la pintura, en las cuales ha elaborado reinas y otro tipo de figuras, ayudada por los asesores de la Casa de Descanso.

Doña Esperanza es pachuqueña de nacimiento, aunque vivió por muchos estados, ya que su esposo era electricis­ta de la Comisión Federal de Electricid­ad (CFE), pero recuerda con más cariño su paso por Guadalajar­a y Morelia, donde nacieron tres de sus hijos.

Cuando su esposo se jubiló regresó a Pachuca a vivir con su familia, donde ha radicado desde entonces y es uno de sus amores la ciudad donde creció.

En su juventud, doña Esperanza trabajó como mecanógraf­a en Real del Monte y después en la CFE en la colonia Cubitos durante tres años hasta que se casó y se dedicó a las labores del hogar, actividad que le gustó por atender las necesidade­s de su familia.

De repente, el semblante de doña Esperanza cambia y muestra una mirada triste al recordar que tres amigas suyas falleciero­n en este año y las extraña, por lo que ha pedido amargament­e a Dios que las pueda acompañar, pero aún piensa en su familia.

Doña Esperanza pide unos nuevos lentes, ya que en el ojo derecho tiene ceguera total y en el izquierdo puede ver con dificultad, aunque le lagrimea mucho, pero también comenta que le gusta mucho hacer ejercicio, actividad que le ayuda a mantenerse activa y que realiza cada mañana con el resto de sus compañeros.

Como doña Esperanza, cada uno de los habitantes de la Casa de Descanso de la Tercera Edad tienen muchas historias por contar, pero muy pocas personas acuden a visitarlas y las nuevas generacion­es desconocen toda la sabiduría y experienci­a que guardan estas personas.

“Después del desayuno hacemos ejercicio, luego pintamos, dibujamos y jugamos ajedrez”

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico