¿De qué hablamos cuando decimos “álbum” ahora? -un análisis colectivo-
Ahí están el Sgt. Pepper´s de The Beatles (con sus 50 años a cuestas); obviamente, The Wall y The
Dark side of the Moon de Pink Floyd. Y más recientemente, Yoshimi Battles
The Pink Robots (2002) de The Flaming Lips, para señalar la grandeza y vastedad de un álbum como totalidad, entre muchísimos. Y no es que necesariamente tengan que ser conceptuales, pero si se trata de conjuntos de canciones interrelacionadas, dinámicos y equilibrados. Cada una de sus partes interviene e interactúa para que la experiencia sensible se maximice. ¡Eso es un álbum!
Y tal parece que hoy se les recuerda más por una costumbre de exaltar la nostalgia de parte de los medios, que porque se siga accediendo a su escucha en versión completa. Ya la semana pasada nos concentramos en el asunto de los sencillos. Iniciamos un análisis colectivo que hoy tiene continuidad a partir de un planteamiento complementario: ¿Crees que los artistas jóvenes –músicos y escuchas- cada vez están pensando menos en un álbum como tal? ¿El concepto se estará devaluando y se imponen absolutamente los sencillos?
En el entendido de que un estudio fechado en 2016 de parte de la Music
Business Association repartía el consumo de la siguiente manera: el 31% a Playlist, 21% a Álbumes, mientras que los Sencillos seguían dominando con un 46% (Esto último con un descenso del 6% comparado al 2015).
El escritor y ex –editor de la revista Gorila, Carlos Ramírez es quien abre fuego en esta ocasión: “No creo que el concepto de un álbum “completo” se esté devaluando para los verdaderos artistas interesados en la creación de una obra musical sólida y propositiva, pero es un hecho que en este contexto de inmediatez y un tanto de “vértigo” en que estamos viviendo, en donde pareciera que nadie
tiene más de diez minutos para invertir en cualquier actividad, incluida la escucha atenta y crítica de un disco, es importante para los músicos crear un sencillo que genere ingresos que les permita seguir creando. Creo que únicamente estamos ante un nuevo panorama de comercializacion de la obra más que del proceso de creación como tal”. Carlos Guetta Desde envíaLos Ángeles,su perspectiva:el periodista
“Pero aun con una efímera popularidad, los músicos de la última generación consideran que el mejor recurso para la exposición de su obra sigue siendo el álbum y así acercarse a un público dividido entre melómanos y escuchas esporádicos. Por otro lado el sencillo o el Ep son una herramienta transitoria con el objetivo de atraer la atención. El álbum sigue representando ‘el todo’ de un artista, su trabajo requiere de esa secuencia de cada capítulo para ser contado y lograr impactar a quien lo escucha de principio a fin. Para afirmar esto consulté a diez músicos casi todos ellos independientes.
Mientras para los músicos hay un compromiso personal y profesional por el álbum, los seguidores de la música han metido a la industria y a sus maquiladores de vinilos y casetes de regreso a su elaboración. Hace menos de 10 años era impensable que dicha industria en un 98% al borde de su extinción, viera un resurgimiento debido al dominio de esta digitalización masiva y sus múltiples plataformas de reproducción gratuita o de paga vía internet”.
está En incursionandoese sentido Pascualen la composiciónReyes, quien de músicade conducir para San cine Pascualitoy series de Rey,tv, además apunta: “Nosotros como grupo cuando hacemos un disco nos proponemos hacer uno con 12 sencillos; todos los discos de SPR tienen un potencial para escoger cualquiera de las rolas como sencillos. Queremos que cada una sea un himno para nosotros. Pero no es el caso de todos los grupos; tal vez algunos tengan sólo 2 canciones muy buenas y por qué no grabarlas.
Nosotros nos hemos tenido que adaptar a los tiempos. Venimos de una cultura en la que se escuchaba un disco completo, en la que tenías un cuadernillo y podías ver los datos de producción, quien tocó qué. Eso lo extraño, tener esa información, pero para llegarle a otro tipo de personas y poder formar parte de su vida también hemos entrado a una dinámica de sencillos especiales sin dejar lo otro. Por ejemplo, sacamos un reversión de “En la oscuridad” con Emiliano de No te va a gustar que no está en el disco; así lo haremos también con otro tema. No estamos dejando de hacer discos, pero le entramos a generar contenido independiente para las plataformas. Esto de los sencillos no es ni bueno ni malo; es como regresar al tiempo de los Beatles en que sacaban sencillos de dos rolas. No es algo nuevo, lo nuevo es como nos hacen llegar esos sencillos”. Desde la provincia mexicana, el bajista Alejandro Salazar complementa con menos optimismo: “Considero que las nuevas generaciones no tienen el mismo aprecio al concepto de álbum como una obra integral como lo tienen anteriores que consideraban sus vinilos o casetes como una unidad. En mi caso eran obras que iban incluso más allá de lo estrictamente sonoro, pues las imágenes de las portadas y contraportadas, la información de producción y los anexos ofrecían para mí un regocijo que acompañaba el placer de escuchar un álbum de Pink Floyd, el St. Pepper´s de The Beatles, o el So de Peter Gabriel. Disfrutaba mucho, por ejemplo, del concepto de portadas del colectivo de diseño gráfico de Hipgnosis.
Como cualquier manifestación artística neta, creo que la música de cada época
es un reflejo de su tiempo y esto incluye la forma y el formato en el que se tiene acceso a ella. Son tiempos de muchas obras breves y hay poco espacio para la grandilocuencia. Eso incluye también a sus creadores, pues observo que muchos grupos emergentes locales elaboran su música bajo estos conceptos de brevedad e instantaneidad”.
Por su parte, el extraordinario guitarrista Alex Otaola cuenta una
experiencia muy personal: “En el disco Astrolab-iO queríamos que solo hubiera 3 canciones (muy) largas pero el precio para un track de 20 minutos es el mismo que para uno de 2; el precio más caro que podíamos asignar a cada canción sumaba menos que el precio más barato que podíamos cobrar por todo el disco, por lo que el mercado digital nos obligó a fracturar el material. El Lovesexy de Prince está editado como un solo track, pero en lugar de fomentar la ‘inmersión’ en él, la reacción del público fue quejarse. La atención que se le pone actualmente a la música es análoga al zapping televisivo”.
En contraposición, desde el cuartel general de la Revista Marvin, Pablo Pulido, expone: “Nada está devaluado, simplemente se trata de nuevas formas de consumir música. La industria musical sigue girando en torno al disco, a una obra que puede hacerse de extractos. Incluso en géneros tan populares hoy como el EDM o el reguetón, siguen respondiendo a la necesidad de crear una obra más completa”.
Como en la anterior entrega el rockero poblano Iván García aporta el cierre con mucho tino: “Los jóvenes artistas han crecido escuchando a Café Tacuba y Arcade Fire, ya casi no se escuchan el Blood on the Tracks de Dylan o el
Scary Monster de Bowie. Nos corresponde a nosotros crear de vuelta obras redondas, conceptuales y no únicamente un listado de hits. Hay que apostarle al arte verdadero de nuevo”. m