“Todos necesitamos vivir con el Mal”: Atom Egoyan
Esta “capacidad” de una persona o Estado de no reconocer a otros como seres humanos es el origen de la violencia actual, comenta a MILENIO el director armeniocanadiense
José Juan de Ávila/México
El cineasta armeniocanadiense Atom Egoyan (El Cairo, 1960) define al Mal como la “capacidad” de una persona de no ver a otra como ser humano, de abstraerla, y considera que esto es la raíz de la violencia que se vive actualmente en el mundo. Sin embargo, afirma que todos necesitamos vivir con el Mal, porque de cierta forma todos hacemos esta abstracción de los demás solo para sobrevivir y negociar.
Egoyan volvió a México en visita especial de un día, en tanto filma en Rotterdam su próxima cinta, para presentar su primera retrospectiva completa de 15 largometrajes, varios considerados dentro de lo mejor del último cuarto de siglo de la cinematografía mundial, como Exótica, Dulce porvenir, Ararat o Partes habladas, a exhibirse hasta el 20 de julio en la Cineteca Nacional, que en 2015 ya había recibido al El también director de teatro y ópera realizó una visita de un día a México. cineasta para otorgarle su mayor reconocimiento, la medalla de esa institución.
En conversación con MILENIO, el director de cine, teatro y ópera también compara la negación del genocidio armenio (1915-1923), que aborda en su filme Ararat, con las desapariciones y matanzas actuales en México y dice que la diferencia es que en este país “afortunadamente” es imposible negar que esos mexicanos estaban ahí. Admite que es muy difícil para una víctima saberse como tal y que en parte por eso a una primera generación le es difícil reconocer una matanza o la violencia extrema; destaca la importancia de que el perpetrador de un trauma también lo reconozca y, en ese sentido, señala que muchas veces no se llega a la justicia por vías institucionales, sino de formas inesperadas. Me parece que hace una exploración del Mal en sus películas, ¿qué es para usted el Mal? Para mí el Mal es la capacidad de abstraer a otro ser humano, de no verlo como ser humano, la ausencia de luz en otra persona, en la existencia de otra persona. Esto tiene que ver con mi propia historia, mis abuelos armenios fueron víctimas de una maldad perpetrada por el Estado. Pero siempre esta maldad que hace el Estado tiene que ver con individuos que son capaces de ver a estos seres humanos de esta forma abstraída, no como si fueran seres humanos. Así que todos tenemos que vivir con el Mal, porque a final de cuentas nadie puede ser completamente abierto con otro ser humano, es imposible, así que de cierta forma todos hacemos esta abstracción de los demás, simplemente para sobrevivir y negociar, y me parece que también está ahí justamente la raíz de toda la violencia que ocurre en el mundo. En Ararat podemos ver la maldad del Estado y en Exótica la maldad individual, ¿cómo se pasó de una a otra maldad? Exótica tiene que ver mucho más con la maldad individual y de las repercusiones que un acto de maldad puede llegar a tener en las cinco vidas de los cinco personajes y cómo se filtra entre cada uno de ellos. Es un universo mucho más contenido en el club de Exótica, que es un foco de energía; en cambio, en Ararat, es algo mucho más monumental, y aquí lo que se ve es cómo este acto de maldad puede tener repercusiones a lo largo de diferentes generaciones. En Exótica se muestra una generación y en Ararat cinco, y de cierta forma es la película menos lograda porque es mucho más ambiciosa. Ararat está basada en una maldad del Estado, el genocidio armenio perpetrado por los turcos, y su negación. En México, actualmente estamos viviendo matanza tras matanza, y nuestro Estado y muchos de nosotros nos negamos a reconocer esta situación. ¿Qué nos puede usted decir sobre las matanzas y la necesidad de revisión del presente y el pasado? Durante 50 años la gente en Armenia no habló sobre el genocidio perpetrado por los turcos, porque era algo abrumador, así que no hubo un reconocimiento sino 50 años después de la matanza. A la primera generación siempre le cuesta trabajo reconocer esta violencia tan extrema, las masacres, porque reconocerte a ti como víctima, saber que has sido victimizado, es algo que te paraliza y es algo muy difícil de aceptar. La situación en México es realmente problemática por la falta de solución que hay, y esto tiene que ver con los cuerpos de los desaparecidos, cómo dar cuenta de toda esta gente que desapareció, sin evidencia tangible, y esto hace que a veces sea más difícil el acceso a la justicia. “Los turcos, que niegan el genocidio armenio, ahora argumentan que no había tantos armenios en esa zona, que ni siquiera había tanta gente, lo que no es cierto. Pero en México, afortunadamente, no pueden decir eso, negar que esas personas estuvieron ahí; ellas ciertamente estaban ahí, simplemente han desaparecido”.