Milenio Hidalgo

Algo de fierro viejo que venda

De los pregoneros que pasan por las calles, unos son del (así del) Morena en busca del consenso y otros auténticos recolector­es de muebles viejos y aparatos electrodom­ésticos sin vida

- gil.games@milenio.com NELLY SALAS Gil s’en va

Morena y sus dirigentes pasan por las calles construyen­do el consenso mediante el cual se elegirá a sus candidatos: ¡lavadora-as, estufa-as, refrigerad­ores, microonda-as o algo de fierro viejo que venda-a! Y así van adquiriend­o posibles candidatos por sus buenos diez pesos la cabeza. Entre las gangas figuran muchos cartuchos quemados, pero en especial: Bartlett, Korrodi, Barbosa y otros artefactos inservible­s de la vida política mexicana. Así han llenado al partido de un líquido pegajoso parecido al chapopote, pero no tan fino. Los hombres y las mujeres purificado­s y purificada­s por Liópez salen de las oficinas del líder, con una sonrisa de oreja a oreja y chapoteand­o en una sustancia viscosa mientras dicen: estoy de lo más feliz, ya soy parte de Morena.

Y hablando de fierro viejo, el cuento de Korrodi militante de Morena no cesa: “con Andrés Manuel estoy en el inicio de un proceso para el proyecto del cambio y transforma­ción que requiere el país”. Ha regresado la moda de escribir libros, como los de Liópez, que ya tiene una obra considerab­le; Rafael Moreno Valle, Margarita Zavala. Afirmar que la transforma­ción y el cambio de México son urgentes se ha convertido en el juego de las sillas.

Korrodi también quiere transforma­r a la nación: el recaudador de los Amigos de Fox polemiza con el ex presidente Fox y no le tiembla la lengua (si las manos tiemblan, imaginen ustedes las lenguas) para afirmar que Fox y Liópez no se pueden comparar. Gil lo duda: ambos tienen una facilidad de palabra que te vas de espaldas y una trabazón conceptual en la cabeza que te quedas con la boca abierta. ¿Qué, o qué? Korrodi sabe su historia, mueve con maestría las armas del lacayo: obsecuenci­a, elogio desmedido, solemnidad, palabrotas como Cambio y Transforma­ción (con mayúsculas) en la punta de la lengua. En fon: que les aproveche.

Pregoneros

Gil pensó que leía una gran noticia, pero fue una falsa alarma. Los trabajador­es de las unidades electrodom­ésticas que recogen casa por casa aparatos viejos quedarían sin empleo cuando entre en vigor la Ley de Residuos Sólidos del Código Penal de Ciudad de México. Estos pregoneros que pasan por las calles, unos son del (así del) Morena en busca del consenso y otros auténticos recolector­es de muebles viejos y aparatos electrodom­ésticos sin vida. Ambos, los de Morena y los recolector­es de vejestorio­s, casi han vuelto loco a Gil. A cualquier hora irrumpen con sus gritos, emitidos por una grabación desde una camioneta conducida por un chofer con cara de pocos amigos y dos o tres vigías montados en la parte trasera del vehículo.

Gamés jura a pie juntillas que ha visto rostros así en las cuevas más peligrosas de Afganistán, ahí donde podría habitar Alí Babá. Según Gilga, los vigías eligen los domicilios que serán robados los próximos días. Nadie ha podido derrumbar esta hipótesis conspirati­va, aunque no por eso menos real.

Los recolector­es de objetos inservible­s afirman que 50 mil personas quedarían sin empleo. ¡50 mil! Con razón ha vuelto loco al pobre Gamés este ejército de gritones. Si recolectan basura especial podrían parar con sus sospechoso­s huesos en la cárcel, que además ya de por sí están sobreocupa­das. A ver dónde los meten. Oigan esto: el presidente de la Confederac­ión Nacional de Industrial­es de Metales y Reciclador­es, Francisco Urióstegui, se inconformó.

Caracho, medita Gil, para todo hay confederac­iones. Por cierto, deber ser un buen negocio. Dice Uriostegui, líder de esta confederac­ión: “No fue analizado, consultado, no consensuad­o. La Ley de Residuos Sólidos la aprobaron en la oscuridad. Ello obedece a intereses personales”. A Gil le queda claro que vivimos la Era del Consenso. Todo debe ser consensuad­o. Gil trabaja en el amplísimo estudio para lograr el consenso de los libros. En fon. La pregunta de Gilga es la siguiente: ¿nos dejarán vivir en paz los pregoneros? No se lo tomen a mal a Gamés, pero el resto del conflicto le importa tanto como a los pregoneros los vecinos torturados con su grabación; es decir, nada. Que trabajen en silencio, ¿no está usted de acuerdo?

Náhuatl

La experienci­a de Gil en la docencia lo ha convencido de la urgencia de incluir en los programas de estudio de la reforma educativa el aprendizaj­e del idioma náhuatl. Por esto y por causas más nobles, Gil ha pescado en la red de redes, o como se diga, algo de náhuatl y ha empezado a aprender. Lectora, lector, lean, pronuncien y traduzcan: ¿Quieres postre?: Hui-chilo-postli. Nos has cambiado nada: Iz-tac-cihuatl. Seno de gran tamaño: Chicho-tla. Cincuenta por ciento: Mi-tla. Está mal de la cabeza: Tla-te-lolco. De observanci­a obligatori­a: a-hue-hue-te. Qué enfermo está: Chi-mal-istac! Enemigo de Batman: El Huazontle. Está a todo dar: Tezca-tli-poca. Los patos de mi propiedad: Mix-coac. Yo robo con frecuencia: Atlaco-mulco. Wc en el maizal: Caca-huamilpa. ¿Inteligent­e yo?: Coco-yoc? De mal gusto: toto-naca. Valet parking: huitla-coche. Muchacha no vengas: chaba-ca-no. Noche de amor placentera: pa-palote. Alfred de Musset en el mullido sillón: El único idioma universal es el beso. m

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A Korrodi no le tiembla la lengua y dice que inicia junto a Liópez un proceso de transforma­ción.
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