CUMPLE EXPECTATIVAS FESTIVAL DE LA PLATA
Afluencia y ventas en fin de semana lleno de artesanías
El XIX Festival de la Plata, realizado este fin de semana en el pueblo mágico de Real del Monte, logró la convocatoria esperada; ayer, desde la entrada al municipio, la fila de autos a vuelta de rueda anunciaba un gran conglomerado de turistas.
Al avanzar por la vía principal, el ambiente festivo era cada vez más evidente, vehículos en cacería de un lugar de estacionamiento, transporte público lleno, organización vial insuficiente y cientos de personas en una especie de peregrinación hacia el centro del lugar.
Ya en el corazón del pueblo, los primeros puestos que recibían a los visitantes eran los de comida: garnachas, desde alitas y hamburguesas, hasta sopes y gorditas aromatizaban la calle y hacían que más de uno cayera en la tentación de comprar al menos una botana.
La oferta de bebida también se anunciaba desde el primer momento y se extendía para todos los gustos: aguas de sabores, café, ponche, cerveza, cocteles y el infaltable pulque.
A medida que las personas se adentraban al mar de gente, podían observarse los diversos grupos de visitantes, familias enteras que cargaban hasta con el perro, amigos y románticas parejitas. Pasar con prisa por aquella avenida no era una opción, el lento caminar de los cientos de turistas obligaba a unirse a la coreografía.
En los casi 200 puestos instalados se encontraba de todo: ropa, zapatos, dulces típicos, vinos, artesanías bordadas, elaboradas con madera, concha de abulón y fibras, y en la parte final, aparecía la plata trabajada en gran variedad de utensilios y joyería.
Lo tradicional era conjuntado con lo moderno, en la música podía escucharse desde el organillero hasta la canción de reguetón de moda y así pasaba con todo; mineros y zapatistas compartían espacio con Spider Man, mientras los retratistas, con su block y lápiz en mano, competían con vendedores de palos selfie.
Había público para la gran variedad de expresiones y productos, ningún stand permanecía sin la visita de curiosos. La plaza principal, frente a la emblemática iglesia de Real del Monte, servía como punto de descanso al culminar el recorrido.
El calor promovía el desfile de helados y micheladas; sin embargo, el cambiante clima de un momento a otro hizo correr a algunos para alejarse de la lluvia y refugiarse en los repletos restaurantes.
Tras el monumento a los mineros fue instalado un escenario desde donde un solitario intérprete transportaba a los 80 con los éxitos del rock. El templete más tarde albergaría la presentación de grupos populares y el acto protocolario de clausura a cargo de autoridades municipales.
El mismo trajinar de llegada despedía a los visitantes con un lento tránsito. Las personas partían con las manos llenas de compras y un semblante de satisfacción que solo los fines de semana de asueto otorgan.