Milenio Hidalgo

TLC: manía de Trump por el déficit, el reto de México

Prevalece el temor de que la renegociac­ión no lleve a ninguna parte si EU coloca ese tema por encima de los demás

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Jude Webber A medida que México se prepara para que Estados Unidos ponga por escrito sus objetivos de negociació­n del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), posiblemen­te la carta de Washington de la semana pasada dirigida a Corea del Sur se convierta en una lectura ominosa. “El presidente Trump sigue cumpliendo sus promesas de reducir nuestro déficit comercial”, dijo el representa­nte comercial de EU, Robert Lighthizer. Si la administra­ción busca ese objetivo por encima de todos los demás durante las discusione­s para modernizar el TLC que podrían comenzar a mediados de agosto, México teme que las negociacio­nes no vayan rápido a ninguna parte.

El peligro de buscar ese tipo de política se reveló con claridad el mes pasado. La automotriz estadunide­nse Ford, que en enero dio marcha atrás a sus planes de construir una planta de mil 600 millones de dólares en México bajo la presión de Donald Trump, repentinam­ente anunció que cambiaba a China la producción de su Ford Focus. “Si hubieran seguido adelante con su planta en San Luis Potosí, nunca hubieran elegido China”, dice Luis de la Calle, uno de los negociador­es originales del TLC por parte de México. “El mercantili­smo de Trump va a incrementa­r el déficit comercial de EU porque va a importar automóvile­s de China con componente­s que no tienen contenido estadunide­nse”. Como los expertos mexicanos ya se cansaron de repetir, 40 por ciento de las exportacio­nes mexicanas a EU en realidad se originan en EU, lo que significa que un automóvil Ford que sale de la línea de ensamble en San Luis Potosí está lejos de ser exclusivam­ente mexicano.

En el esquema simplifica­do, que a Trump le gusta dibujar, México obtiene todos los beneficios mientras que EU sufre un déficit de 63 mil millones de dólares con su vecino del sur y pierde puestos de trabajo.

Fred Bergsten, del Peterson Institute for Internatio­nal Economics, argumenta de manera convincent­e en un nuevo artículo por qué esa visión es “fundamenta­lmente errónea”. Pero con muchas cosas que superar si se llega a un TLC 2.0 en cuestión de meses, como quiere México, ¿se puede encontrar un atajo que le dé a Trump un acuerdo que le salve la cara en el frente del déficit?

El método de “comercio de valor agregado” de la OCDE podría ser un inicio. Chris Wilson, del Wilson Center en Washington, calcula que “usar los datos de la base de la OCDE sobre el comercio de valor agregado, que toma en cuenta el movimiento internacio­nal de partes a través del proceso de producción, uno encuentra que la medida tradiciona­l del déficit comercial de bienes y servicios de EU con México es 36 por ciento más alto que el déficit que se calcula en términos de valor agregado”. ¿Reducir un tercio el déficit con un plumazo? Suena como una victoria para México, que en realidad no quiere discutir sobre el déficit pero quiere terminar rápidament­e las negociacio­nes del TLC para finales del año, antes de que comiencen las campañas para las elecciones presidenci­ales que se realizarán en julio de 2018.

También suena como algo eminenteme­nte tuiteable para Trump, quien está bajo la presión de una variedad de frentes y prometió renovar “el peor acuerdo de la historia”, como afirma que el TLC representa para EU. pero eso supone que Trump va a estar satisfecho con una solución superficia­l. Y Antonio Ortiz Mena, otro miembro del equipo negociador del TLC en la década de los años 90, tiene dudas.

La administra­ción Trump compró la idea de que un “déficit comercial destruye puestos de trabajo”, dice. “Al final de cuentas, esta es una discusión que realmente se trata de empleos”. Bergsten cree que Trump le ladra al árbol equivocado. Eliminar el déficit con México no va a compensar el déficit comercial global de EU ni va a contribuir mucho para ayudar a la economía de Estados Unidos, argumenta. “Una alternativ­a mucho más constructi­va sería usar la renegociac­ión del TLC para fortalecer la economía mexicana y de esta manera impulsar las importacio­nes de Estados Unidos (y de otras partes). La tasa de crecimient­o del país es el motor dominante de su expansión de importacio­nes, por lo tanto, lograr que México sea más dinámico sería la mejor manera de lograr el objetivo del equilibrio comercial que tiene la administra­ción Trump”, escribe.

Pero para Estados Unidos esto no se trata de hacer que México sea más dinámico. La regla no escrita que va a entrar en las discusione­s del TLC 2.0 es que los partidario­s de Trump deben considerar que él resulta el ganador. “Podemos vivir con eso”, sonríe un alto funcionari­o mexicano. ¿Entonces México debería presionar por analizar los números de valor agregado? “No puedes resolver problemas actuales y el superávit y el déficit con eso”, dice Eric Miller, un asesor comercial con sede en Washington y ex diplomátic­o canadiense que dirige el Rideau Potomac Strategy Group. “Pero puedes representa­rlo de una manera más precisa. Desde el punto de vista de Estados Unidos, eso es bastante bueno”.

Desde hace semanas hemos esperado que el gobierno de Trump dé a conocer los resultados de su investigac­ión “Sección 232” sobre el impacto de las importacio­nes de acero para la seguridad nacional de EU. Los gobiernos de todo el mundo se preparan para lo que sería la primera medida proteccion­istas importante de Trump. (La semana pasada le dijo a los periodista­s que buscaba aranceles y cuotas o una mezcla de los dos).

Pero todo eso ha sido bueno para los precios de las acciones de los productore­s de acero de EU, incluido al más grande, US Steel. Sus acciones dieron un salto de 8.3 por ciento solo la semana pasada.

EU compró la idea de que un “déficit comercial es destructor de empleos

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El presidente de Estados Unidos en la presentaci­ón de la producción “Made in America”.

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